EL RITUAL DE LA PENITENCIA LITURGIA PAPAL
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RITUAL DE LA
PENITENCIA
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OBSERVACIONES PREVIAS
I. EL MISTERIO DE LA RECONCILIACI脫N EN LA HISTORIA DE LA
SALVACI脫N
1. El Padre manifest贸 su misericordia reconciliando consigo por Cristo todos los seres, los del
cielo y de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz. 1 El Hijo de Dios, hecho hombre,
convivi贸 entre los hombres para liberarlos de la esclavitud del pecado 2 y llamarlos desde las
tinieblas a su luz admirable. 3 Por ello inici贸 su misi贸n en la tierra predicando penitencia y
diciendo: «Convert铆os y creed en el Evangelio.» 4
Esta llamada a la penitencia, que ya resonaba insistentemente en la predicaci贸n de los profetas,
fue la que prepar贸 el coraz贸n de los hombres al advenimiento del Reino de Dios por la palabra
de Juan el Bautista que vino «a predicar que se convirtieran y se bautizaran, para que se les
perdonasen los pecados». 5
Jes煤s, por su parte, no s贸lo exhort贸 a los hombres a la penitencia, para que, abandonando la
vida de pecado se convirtieran de todo coraz贸n a Dios, 6 sino que acogi贸 a los pecadores para
reconciliarlos con el Padre. 7 Adem谩s, como signo de que ten铆a poder de perdonar los pecados,
cur贸 a los enfermos de sus dolencias. 8
Finalmente, 茅l mismo «fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra
justificaci贸n». 9 Por eso, en la misma noche en que iba a ser entregado, al iniciar su pasi贸n
salvadora, 10 instituy贸 el sacrificio de la Nueva Alianza en su sangre derramada para el perd贸n de
los pecados 11 y, despu茅s de su resurrecci贸n, envi贸 el Esp铆ritu Santo a los Ap贸stoles para que
tuvieran la potestad de perdonar o retener los pecados 12 y recibieran la misi贸n de predicar en su
nombre la conversi贸n y el perd贸n de los pecados a todos los pueblos. 13
Pedro, fiel al mandato del Se帽or que le hab铆a dicho: «Te dar茅 las llaves del reino de los cielos;
lo que ates en la tierra quedar谩 atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedar谩 desatado en
el cielo», 14 proclam贸 el d铆a de Pentecost茅s un bautismo para la remisi贸n de los pecados:
«Convert铆os y bautizaos todos en nombre de Jesucristo, para que se os perdonen los pecados.»
15 Desde entonces la Iglesia nunca ha dejado ni de exhortar a los hombres a la conversi贸n, para
que, abandonando el pecado, se conviertan a Dios, ni de significar, por medio de la celebraci贸n
de la penitencia, la victoria de Cristo sobre el pecado.
2. Esta victoria sobre el pecado la manifiesta la Iglesia, en primer lugar, por medio del sacramento
del bautismo; en 茅l nuestra vieja condici贸n es crucificada con Cristo, quedando destruida nuestra
personalidad de pecadores y quedando nosotros libres de la esclavitud del pecado, resucitamos
con Cristo para vivir para Dios.16 Por ello confiesa la Iglesia su fe al proclamar en el S铆mbolo:
«Confieso que hay un solo bautismo para el perd贸n de los pecados.»
En el sacrificio de la misa se hace nuevamente presente la pasi贸n de Cristo y la Iglesia ofrece
nuevamente a Dios, por la salvaci贸n de todo el mundo, el Cuerpo que fue entregado por
nosotros y la Sangre derramada para el perd贸n de los pecados. En la Eucarist铆a, en efecto, Cristo
est谩 presente y se ofrece corno «v铆ctima por cuya inmolaci贸n Dios quiso devolvernos su
amistad»,17 para que por medio de este sacrificio «el Esp铆ritu Santo nos congregue en la unidad».18
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Pero adem谩s nuestro Salvador Jesucristo instituy贸 en su Iglesia el sacramento de la penitencia
al dar a los Ap贸stoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pecados; as铆 los fieles que caen
en el pecado despu茅s del bautismo, renovada la gracia, se reconcilien con Dios, 19 La Iglesia, en
efecto, «posee el agua y las l谩grimas, es decir, el agua del bautismo y las l谩grimas de la
penitencia».20
II. LA RECONCILIACI脫N DE LOS PENITENTES EN LA VIDA DE LA IGLESIA
La Iglesia es santa y, al mismo tiempo, est谩 siempre necesitada de purificaci贸n.
3. Cristo «am贸 a su Iglesia y se entreg贸 a s铆 mismo por ella, para consagrarla», 21 y la tom贸 como
esposa; 22 la enriquece con sus propios dones divinos, haciendo de ella su propio cuerpo y su
plenitud, 23 y por medio de ella comunica a todos los hombres la verdad y la gracia.
Pero los miembros de la Iglesia est谩n sometidos a la tentaci贸n y con frecuencia caen
miserablemente en el pecado. Por eso, «mientras Cristo, "santo, inocente, sin mancha", 24 no
conoci贸 el pecado, 25 sino que vino a expiar s贸lo los pecados del pueblo, 26 la Iglesia, recibiendo
en su propio seno a los pecadores, santa al mismo tiempo que necesitada de purificaci贸n
constante, busca sin cesar la penitencia y la renovaci贸n». 27
La penitencia en la vida y en la liturgia de la Iglesia
4. Esta constante vida penitencial el pueblo de Dios la vive y la lleva a plenitud de m煤ltiples y
variadas maneras. La Iglesia, cuando comparte los padecimientos de Cristo 28 y se ejercita en las
obras de misericordia y caridad, 29 va convirti茅ndose cada d铆a m谩s al Evangelio de Jesucristo y se
hace as铆, en el mundo, signo de conversi贸n a Dios. Esto la Iglesia lo realiza en su vida y lo celebra
en su liturgia, siempre que los fieles se confiesan pecadores e imploran el perd贸n de Dios y c铆e
sus hermanos, como acontece en las celebraciones penitenciales, en la proclamaci贸n de la palabra
de Dios, en la oraci贸n y en los aspectos penitenciales de la celebraci贸n eucar铆stica. 30
Pero en el sacramento de la penitencia los fieles «obtienen el perd贸n de la ofensa hecha a
Dios por la misericordia de 茅ste y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que,
pecando, ofendieron, la cual, con caridad, con ejemplos y con oraciones, los ayuda a su
conversi贸n». 31
Reconciliaci贸n con Dios y con la Iglesia
5. Porque el pecado es una ofensa hecha o Dios, que rompe nuestra amistad con 茅l, la penitencia
«tiene como t茅rmino el amor y el abandono en el Se帽or». 32 El pecador, por tanto, movido por
la gracia del Dios misericordioso, se pone en camino de conversi贸n, retorna al Padre, que: «nos
am贸 primero», 33 y a Cristo, que se entreg贸 por nosotros, 34, y al Esp铆ritu Santo, que ha sido
derramado copiosamente en nosotros. 35
Mas a煤n: «Por arcanos y misteriosos designios de Dios, los hombres est谩n vinculados entre
s铆 por lazos sobrenaturales, de suerte que el pecado de uno da帽a a los dem谩s, de la misma forma
que la santidad de uno beneficia a los otros» 36, por ello la penitencia lleva consigo siempre una
reconciliaci贸n a los dem谩s, de la misma forma que la santidad de uno beneficia a quienes el
propio pecado perjudica.
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Adem谩s, hay que tener presente que los hombres, con frecuencia, cometen la injusticia
conjuntamente. Del mismo modo, se ayudan mutuamente cuando hacen penitencia, para que,
liberados del pecado por la gracia de Cristo, unidos a todos los hombres de buena voluntad,
trabajen en el mundo por el progreso de la justicia y de la paz.
El sacramento de la penitencia y sus partes
6. El disc铆pulo de Cristo que, despu茅s del pecado, movido por el Esp铆ritu Santo acude al
sacramento de la penitencia, ante todo debe convertirse de todo coraz贸n a Dios. Esta 铆ntima
conversi贸n del coraz贸n, que incluye la contrici贸n del pecado y el prop贸sito de una vida nueva,
se expresa por la confesi贸n hecha a la iglesia, por la adecuada satisfacci贸n y por el cambio de
vida Dios concede la remisi贸n de los pecados por medio de la Iglesia, a trav茅s del ministerio de
los sacerdotes. 37
a) Contrici贸n
Entre los actos del penitente ocupa el primer lugar la contrici贸n, «que es un dolor del alma y
un detestar el pecado cometido, con prop贸sito de no pecar en adelante». 38 En efecto, «al reino
de Cristo se puede llegar solamente por la met谩noia, es decir, por esta 铆ntima y total
transformaci贸n y renovaci贸n de todo el hombre -de todo su sentir, juzgar y disponer que se lleva
a cabo en 茅l a la luz de la santidad y caridad de Dios, santidad y caridad que, en el Hijo, se nos
han manifestado y comunicado con plenitud». 39 De esta contrici贸n del coraz贸n depende la
verdad de la penitencia. As铆, pues, la conversi贸n debe penetrar en lo m谩s 铆ntimo del hombre para
que le ilumine cada d铆a m谩s plenamente y lo vaya conformando cada vez m谩s a Cristo.
b) Confesi贸n
La confesi贸n de las culpas, que nace del verdadero conocimiento de si mismo ante Dios y de
la contrici贸n de los propios pecados, es parte del sacramento de la penitencia. Este examen
interior del propio coraz贸n y la acusaci贸n externa deben hacerse a la luz de la misericordia divina.
La confesi贸n, por parte del penitente, exige la voluntad de abrir su coraz贸n al ministro de Dios;
y por parte del ministro, un juicio espiritual mediante el cual, como representante de Cristo y en
virtud del poder de las llaves, pronuncia la sentencia de absoluci贸n o retenci贸n de los pecados.
40
c) Satisfacci贸n
La verdadera conversi贸n se realiza con la satisfacci贸n por los pecados, el cambio de vida y la
reparaci贸n de los da帽os. 41 EI objeto y cuant铆a de la satisfacci贸n debe acomodarse a cada
penitente, para que as铆 cada uno repare el orden que destruy贸 y sea curado con una medicina
opuesta a la enfermedad que le afligi贸. Conviene, pues, que la pena impuesta sea realmente
remedio del pecado cometido y, de alg煤n modo, renueve la vida. As铆 el penitente, «olvid谩ndose
de lo que queda atr谩s», 42 se injerta de nuevo en el misterio de la salvaci贸n y se encamina de
nuevo hacia los bienes futuros.
d) Absoluci贸n
Al pecador que manifiesta su conversi贸n al ministro de la Iglesia en la confesi贸n sacramental,
Dios le concede su perd贸n por medio del signo de la absoluci贸n y as铆 el sacramento de la
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penitencia alcanza su plenitud. En efecto, de acuerdo con el plan de Dios, seg煤n el cual la
humanidad y la bondad del Salvador se han hecho visibles al hombre 43, Dios quiere salvarnos y
restaurar su alianza con nosotros por medio de signos visibles.
As铆, por medio del sacramento de la penitencia, el Padre acoge al hijo que retorna a 茅l, Cristo
toma sobre sus hombros a la oveja perdida y la conduce nuevamente al redil y el Esp铆ritu Santo
;vuelve a santificar su templo o habita en 茅l con mayor plenitud; todo ello se manifiesta al
participar de nuevo, o con m谩s fervor que antes, en la mesa del Se帽or, con lo cual estalla un gran
gozo en el convite de la Iglesia de Dios por la vuelta del hijo desde lejanas tierras. 44
Necesidad y utilidad de este sacramento
7. De la misma manera que las heridas del pecado son diversas y variadas, tanto en la vida de
cada uno de los fieles como de la comunidad, as铆 tambi茅n es diverso el remedio que nos aporta
la penitencia. A aquellos que por el pecado grave se separaron de la comuni贸n con el amor de
Dios, el sacramento de la penitencia les devuelve la vida que perdieron. A quienes caen en
pecados veniales, experimentando cotidianamente su debilidad, la repetida celebraci贸n de la
penitencia les restaura las fuerzas, para que puedan alcanzar la plena libertad de los hijos de Dios.
a) Para recibir fructuosamente el remedio que nos aporta el sacramento de la penitencia, seg煤n
la disposici贸n del Dios misericordioso, el fiel debe confesar al sacerdote todos y cada uno de los
pecados graves que recuerde despu茅s de haber examinado su conciencia. 45
b) Adem谩s el uso frecuente y cuidadoso de este sacramento es tambi茅n muy 煤til en relaci贸n
con los pecados veniales. En efecto, no se trata de una mera repetici贸n ritual ni de un cierto
ejercicio psicol贸gico, sino de sin constante empe帽o en perfeccionar la gracia del bautismo, que
hace que de tal forma nos vayamos conformando continuamente a la muerte de Cristo, que
llegue a manifestarse tambi茅n en nosotros la vida de Jes煤s. 46 En estas confesiones los fieles
deben esforzarse principalmente para que, al acusar sus propias culpas veniales, se vayan
conformando m谩s y m谩s a Cristo y sean cada vez m谩s d贸ciles a la voz del Esp铆ritu.
Pero para que este sacramento llegue a ser realmente fructuoso en los fieles es necesario que
arraigue en la vida entera de los cristianos y los impulse a una entrega cada vez m谩s fiel al servicio
de Dios y de los hermanos.
La celebraci贸n de este sacramento es siempre una acci贸n en la que la Iglesia proclama su fe,
da gracias a Dios por la libertad con que Cristo nos liber贸 47 y ofrece su vida como sacrificio
espiritual en alabanza de la gloria de Dios y sale al encuentro de Cristo que se acerca.
III. LOS OFICIOS Y MINISTERIOS EN LA RECONCILIACI脫N DE LOS
PENITENTES
Funci贸n de la comunidad en la celebraci贸n de la penitencia
8. Toda la Iglesia, como pueblo sacerdotal, act煤a de diversas maneras al ejercer la tarea de
reconciliaci贸n que le ha sido confiada por Dios. No s贸lo llama a la penitencia por la predicaci贸n
de la palabra de Dios, sino que tambi茅n intercede por los pecadores y ayuda al penitente con
atenci贸n v solicitud maternal, para que reconozca y confiese sus pecados, y as铆 alcance la
misericordia de Dios, ya que s贸lo 茅l puede perdonar los pecados. Pero, adem谩s la misma Iglesia
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ha sido constituida instrumento de conversi贸n y absoluci贸n del penitente por el ministerio
entregado por Cristo a los Ap贸stoles y a sus sucesores. 48
El ministro del sacramento de la penitencia
9. a) La Iglesia ejerce el ministerio del sacramento de la penitencia por los Obispos y presb铆teros,
quienes llaman a los fieles a la conversi贸n por la predicaci贸n de la palabra de Dios y atestiguan
e imparten a 茅stos el perd贸n de los pecados en nombre de Cristo y con la fuerza del Espirito
Santo.
Los presb铆teros, en el ejercicio de este ministerio, act煤an en comuni贸n con el Obispo y
participan de la potestad y funci贸n de quien es el moderador de la disciplina penitencial. 49
b) El ministro competente para el sacramento de la penitencia es el sacerdote que, seg煤n lo
establecido en los c谩nones 967- 975 del C贸digo de Derecho Can贸nico, tiene facultad de absolver.
Sin embargo, todos los sacerdotes, aunque no est茅n autorizados para confesar, pueden absolver
v谩lidamente y l铆citamente a cualquiera de los penitentes que se encuentren en peligro de muerte.
Sobre el ejercicio pastoral de este ministerio
10. a) Para que el confesor pueda cumplir su ministerio con rectitud y fidelidad, aprenda a
conocer las enfermedades de las almas y a aportarles los remedios adecuados; procure ejercitar
sabiamente la funci贸n de juez y, por medio de un estudio asiduo, bajo la gu铆a del Magisterio de
la Iglesia, y, sobre todo, por medio de la oraci贸n, adquiera aquella ciencia y prudencia necesarias
para este ministerio. El discernimiento del esp铆ritu es, ciertamente, un conocimiento 铆ntimo de
la acci贸n de Dios en el coraz贸n de los hombres, un don del Esp铆ritu Santo y un fruto de la
caridad. 50
b) El confesor mu茅strese siempre dispuesto a confesar a los fieles cuando estos lo piden
razonablemente. 51
c) Al acoger al pecador penitente y guiarle hacia la luz de la verdad cumple su funci贸n paternal,
revelando el coraz贸n del Padre a los hombres y reproduciendo la imagen de Cristo Pastor.
Recuerde, por consiguiente, que le ha sido confiado el ministerio de Cristo, que para salvar a los
hombres llev贸 a cabo misericordiosamente la obra de redenci贸n y con su poder est谩 presente en
los sacramentos. 52
d) El confesor, sabiendo que ha conocido los secretos de la conciencia de su hermano como
ministro de Dios, est谩 obligado a guardar rigurosamente el secreto sacramental por raz贸n de su
oficio.
El penitente
11. Son important铆simas las acciones con que el fiel penitente participa en el sacramento.
Cuando debidamente preparado se acerca. a este saludable remedio instituido por Cristo y
confiesa sus pecados, sus actos forman parte del mismo sacramento, que alcanza su plena
realizaci贸n con las palabras de la absoluci贸n, pronunciadas por el ministro en nombre de Cristo.
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As铆, el fiel que experimenta y proclama la misericordia de Dios en su vida, celebra junto con
el sacerdote la liturgia de la Iglesia, que se renueva continuamente.
IV. LA CELEBRACI脫N DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA
Lugar de la celebraci贸n
12. El sacramento de la penitencia normalmente se celebra, a no ser que intervenga una causa
justa, en una iglesia u oratorio.
Por lo que se refiere a la sede para o铆r confesiones, la Conferencia de tos Obispos d茅 normas,
asegurando en todo caso que existan siempre en lugar patente confesionarios provistos de rejillas
entre el penitente y el confesor, que puedan utilizar libremente los que as铆 lo deseen.
No se deben o铆r confesiones fuera del confesionario, si no es por justa causa. 53
Tiempo de la celebraci贸n
13. La reconciliaci贸n de los penitentes puede celebrarse en cualquier tiempo y d铆a. Sin embargo,
es conveniente que los fieles conozcan el d铆a y la hora en que esta disponible el sacerdote para
ejercer este ministerio. Acost煤mbrese a los fieles para que acudan a recibir el sacramento de la
penitencia fuera de la celebraci贸n de la misa, principalmente en horas establecidas. 54
El tiempo de Cuaresma es el m谩s apropiado para celebrar el sacramento de la penitencia, pues
ya en el d铆a de la Ceniza resuena una invitaci贸n solemne ante el pueblo de Dios: "Convert铆os y
creed el Evangelio." Es conveniente, por tanto que durante la Cuaresma se organicen con
frecuencia celebraciones penitenciales para que se ofrezca a los fieles la ocasi贸n de reconciliarse
con Dios y con los hermanos y de celebrar con un coraz贸n renovado el misterio pascual en el
Triduo sacro.
Vestiduras lit煤rgicas
14. En lo que hace referencia a las vestiduras lit煤rgicas en la celebraci贸n de la penitencia,
obs茅rvense las normas establecidas por los Ordinarios de lugar.
A) Rito Para Reconciliar a un Solo Penitente
Preparaci贸n del sacerdote y del penitente
15. El sacerdote y el penitente prep谩rense a la celebraci贸n del sacramento ante todo con la
oraci贸n. El sacerdote invoque el Esp铆ritu Santo para recibir su luz y caridad; el penitente compare
su vida con el ejemplo y los mandamientos de Cristo y pida a Dios el perd贸n de sus pecados.
Acogida del penitente
16. El sacerdote acoge al penitente con caridad fraternal y, si es oportuno, sal煤dele con palabras
de afecto. Despu茅s el penitente hace el signo de la cruz, diciendo; «En el nombre del Padre y del
Hijo y del Esp铆ritu Santo. Am茅n.» El sacerdote puede hacerlo al mismo tiempo. Despu茅s el
sacerdote le invita con una breve f贸rmula a la confianza en Dios. Si el penitente es desconocido
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por el confesor, aqu茅l indicar谩 oportunamente su situaci贸n y tambi茅n el tiempo de la 煤ltima
confesi贸n, sus dificultades para llevar una vida cristiana y otras circunstancias cuyo conocimiento
sea 煤til al confesor para ejercer su ministerio.
Lectura de la palabra de Dios
17. Entonces el sacerdote, o el mismo penitente, lee, si parece oportuno, un texto de la Sagrada
Escritura; esta lectura puede hacerse tambi茅n en la preparaci贸n del sacramento. Por la palabra
de Dios el cristiano es iluminado en el conocimiento de sus pecados y es llamado a la conversi贸n
y a la confianza en la misericordia de Dios.
Confesi贸n de los pecados y aceptaci贸n de la satisfacci贸n
18. Despu茅s el penitente confiesa sus pecados, empezando, donde sea costumbre, con la f贸rmula
de la confesi贸n general: «Yo confieso...» El sacerdote, si es necesario, le ayudar谩 a hacer una
confesi贸n 铆ntegra, adem谩s le exhortar谩 para que se arrepienta sinceramente de las ofensas
cometidas contra Dios; por fin le ofrecer谩 oportunos consejos para empezar una nueva vida y,
si fuere necesario, le instruir谩 acerca de los deberes de la vida cristiana.
Si el penitente hubiese sido responsable de da帽o o esc谩ndalo, ay煤dele a tomar la decisi贸n de
repararlos convenientemente.
Despu茅s el sacerdote impone al penitente una satisfacci贸n que no s贸lo sirva de expiaci贸n de
sus pecados, sino que sea tambi茅n ayuda para la vida nueva y medicina para su enfermedad;
procure, por tanto, que esta satisfacci贸n est茅 acomodada, en la medida de lo posible, a la
gravedad y naturaleza de los pecados. Dicha satisfacci贸n es oportuno realizarla por medio de la
oraci贸n, de la abnegaci贸n y, sobre todo, del servicio al pr贸jimo y por las obras de misericordia,
con las cuales se pone de manifiesto c贸mo el pecado y su perd贸n revisten tambi茅n una dimensi贸n
social.
Oraci贸n del penitente y absoluci贸n del sacerdote
19. Despu茅s el penitente manifiesta su contrici贸n y el prop贸sito de una vida nueva por medio de
alguna f贸rmula de oraci贸n, con la que implora el perd贸n de Dios Padre. Es conveniente que esta
plegaria est茅 compuesta con palabras de la Sagrada Escritura.
El sacerdote, despu茅s que el penitente ha terminado su oraci贸n, extendiendo sus dos manos,
al menos la derecha, sobre la cabeza del penitente, dice la absoluci贸n, cuya parte esencial son las
palabras; «YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y
DEL HIJO, Y DEL ESP脥RITU SANTO.» El sacerdote, mientras dice estas 煤ltimas palabras,
hace la se帽al de la cruz sobre el penitente. La f贸rmula de la absoluci贸n significa c贸mo la
reconciliaci贸n del penitente tiene su origen en la misericordia de Dios Padre; muestra el nexo
entre la reconciliaci贸n del pecador y el misterio pascual de Cristo; subraya la intervenci贸n del
Esp铆ritu Santo en el perd贸n de los pecados; y, por 煤ltimo, ilumina el aspecto eclesial del
sacramento, ya que la reconciliaci贸n Con Dios se pide y se otorga por el ministerio de la Iglesia.
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Acci贸n de gracias y despedida del penitente
20. Una vez recibido el perd贸n de los pecados, el penitente proclama la misericordia de Dios y
le da gracias con una breve aclamaci贸n tomada de la Sagrada Escritura; despu茅s el sacerdote lo
despide en la paz del Se帽or.
El penitente ha de continuar y manifestar su conversi贸n, reformando su vida seg煤n el
Evangelio de Cristo y con un amor a Dios cada vez m谩s generoso porque «el amor cubre la
multitud de los pecados». 55
Rito breve
21. Cuando la necesidad pastoral lo aconseje, el sacerdote puede omitir o abreviar algunas partes
del rito; sin embargo, siempre ha de mantenerse 铆ntegramente: la confesi贸n de los pecados y la
aceptaci贸n de la satisfacci贸n, la invitaci贸n a la contrici贸n, la f贸rmula de la absoluci贸n y la f贸rmula
de despedida. En inminente peligro de muerte, es suficiente que el sacerdote diga las palabras
esenciales de la f贸rmula de la absoluci贸n, a saber: «YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESP脥RITU SANTO.»
B) Rito Para Reconciliar a Varios Penitentes con Confesi贸n y Absoluci贸n Individual
22. Cuando se re煤nen muchos penitentes a la vez para obtener la reconciliaci贸n sacramental, es
conveniente que se preparen a la misma con la celebraci贸n de la palabra de Dios.
Pueden tambi茅n participar en esta celebraci贸n aquellos fieles que en otro momento recibir谩n
el sacramento.
La celebraci贸n com煤n manifiesta m谩s claramente la naturaleza eclesial de la penitencia, ya que
los fieles oyen juntos la palabra de Dios, la cual al proclamar la misericordia divina, les invita a la
conversi贸n; juntos, tambi茅n examinan su vida a la luz de la misma palabra de Dios y se ayudan
mutuamente con la Oraci贸n. Despu茅s que cada uno ha confesado sus pecados y recibido la
absoluci贸n, todos a la vez alaban a Dios por las maravillas que ha realizado en favor del pueblo
que adquiri贸 para s铆 con la sangre de su Hijo.
Si es preciso, est茅n dispuestos varios sacerdotes, para que, en lugares apropiados, puedan o铆r
y reconciliar a cada uno de los fieles.
Ritos iniciales
23. Una vez reunidos los fieles, se canta si parece oportuno, un canto adecuado. Despu茅s, el
sacerdote saluda a los fieles y 茅l mismo, u otro ministro los introduce, si parece oportuno, con
breves palabras, en la celebraci贸n y les da las indicaciones pr谩cticas sobre el orden que se va a
seguir en la misma. A continuaci贸n, invita a todos a orar, y, despu茅s de un momento de silencio
dice la oraci贸n.
Celebraci贸n de la palabra de Dios
24. Es conveniente que el sacramento de la penitencia empiece con la lectura de la palabra. Por
ella Dios nos llama a la penitencia y conduce a la verdadera conversi贸n del coraz贸n.
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Puede elegirse una o m谩s lecturas. Si se escogen varias, interc谩lese un salmo u otro canto
apropiado o un espacio de silencio, para profundizar m谩s la palabra de Dios y facilitar el
asentimiento del coraz贸n. Si s贸lo se hace una lectura, es conveniente que se tome del Evangelio.
El铆janse principalmente lecturas por las cuales:
a) Dios llama a los hombres a la conversi贸n y a una mayor semejanza con Cristo.
b) Se propone el misterio de la reconciliaci贸n por la muerte y resurrecci贸n de Cristo y tambi茅n
como don del Espirito Santo.
c) Se manifiesta el juicio de Dios sobre el bien y el mal en la vida de los hombres, para iluminar
y examinar la conciencia.
25. La homil铆a, a partir del texto de la Escritura, ha de ayudar a los penitentes al examen de
conciencia, a la aversi贸n del pecado y a la conversi贸n a Dios. As铆 mismo debe recordar a los
fieles que el pecado es una acci贸n contra Dios, contra la comunidad y el pr贸jimo, y tambi茅n
contra el mismo pecador. Por tanto, oportunamente se pondr谩n en relieve:
a) La infinita misericordia de Dios, que es mayor que todas nuestras iniquidades y por la cual
siempre, una y otra vez, 茅l nos vuelve a llamar a s铆.
b) La necesidad de la penitencia interna, por la que sinceramente nos disponemos a reparar
los da帽os del pecado.
c) El aspecto social de la gracia y del pecado, puesto que los actos individuales repercuten de
alguna manera en todo el cuerpo de la Iglesia.
d) La necesidad de nuestra satisfacci贸n, que recibe toda su fuerza de la satisfacci贸n de Cristo,
y exige en primer lugar, adem谩s de las obras penitenciales, el ejercicio del verdadero amor de
Dios y del pr贸jimo.
26. Terminada la homil铆a, gu谩rdese un tiempo suficiente de silencio para examinar la conciencia
y suscitar una verdadera contrici贸n de los pecados. El mismo presb铆tero, o un di谩cono u otro
ministro, puede ayudar a los fieles con breves f贸rmulas o con una plegaria lit谩nica, teniendo en
cuenta tu condici贸n, edad, etc.
Si parece oportuno, este examen de conciencia y exhortaci贸n a la contrici贸n puede sustituir a
la homil铆a; pero, en tal caso, se debe tomar claramente como punto de partida el texto de la
Sagrada Escritura le铆do anteriormente.
Rito de la reconciliaci贸n
27. Despu茅s, a invitaci贸n del di谩cono u otro ministro, todos se arrodillan o se inclinan y dicen
una f贸rmula de confesi贸n general (por ejemplo, «Yo confieso...».); a continuaci贸n, de pie, recitan,
si se cree oportuno, una oraci贸n lit谩nica o entonan un c谩ntico adecuado que expresa su condici贸n
de pecadores, la contrici贸n del coraz贸n, la petici贸n del perd贸n y tambi茅n la confianza en la
misericordia de Dios. Al final se dice la oraci贸n dominical, que nunca deber谩 omitirse.
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28. Dicha la oraci贸n dominical, los sacerdote, se dirigen al lugar determinado para o铆r las
confesiones. Los penitentes que desean hacer la confesi贸n de sus pecados se acercan al sacerdote
que han elegido, y despu茅s de aceptar la debida satisfacci贸n, son absueltos por 茅l con la f贸rmula
para reconciliar a un solo penitente.
29. Una vez terminadas las confesiones, los sacerdotes vuelven al presbiterio. El que preside la
celebraci贸n invita a todos a la acci贸n de gracias, con la que los fieles proclaman la misericordia
de Dios. Lo cual puede hacerse con un salmo o un himno o una plegaria lit谩nica. Finalmente, el
sacerdote concluye la celebraci贸n con una oraci贸n de alabanza a Dios por la gran caridad con la
que nos ha amado.
Despedida del pueblo
30. Acabada la acci贸n de gracias, el sacerdote bendice a los fieles. Despu茅s el di谩cono o el mismo
sacerdote despide a la asamblea.
C) Rito Para Reconciliar a Muchos Penitentes con Confesi贸n y Absoluci贸n General
Disciplina de la absoluci贸n general
31 La confesi贸n individual e integra y la absoluci贸n constituyen el 煤nico modo ordinario con el
que un fiel consciente de que est谩 en pecado grave se reconcilia con Dios y la Iglesia; s贸lo una
imposibilidad f铆sica o moral excusa de este modo de confesi贸n, en cuyo caso la reconciliaci贸n se
puede tener tambi茅n por otros medios.
No puede darse la absoluci贸n a varios penitentes a la vez sin previa confesi贸n individual con
car谩cter general, a no ser que:
a) amenace un peligro de muerte y el sacerdote o los sacerdotes no tengan tiempo para o铆r la
confesi贸n de cada penitente;
b) haya una grave necesidad, es decir, cuando, dado el n煤mero de penitentes, no hay
suficientes confesores para o铆r con el conveniente sosiego las confesiones de cada uno en un
tiempo razonable, de tal manera que los penitentes se vean obligados, sin culpa por su parte, a
quedar privados por un notable tiempo de la gracia sacramental o la sagrada comuni贸n; pero no
se considera suficiente necesidad cuando no se puede disponer de confesores a causa s贸lo de
una gran concurrencia de penitentes, como podr铆a darse en una fiesta grande o una
peregrinaci贸n. 56
32. Corresponde al Obispo diocesano juzgar si se dan las condiciones requeridas antes expuestas
(cf. n煤m. 31), el cual, teniendo en cuenta los criterios acordados con los dem谩s miembros de la
Conferencia de los Obispos puede determinar los casos en los que se verifica esta necesidad. 57
33. Para que un fiel reciba v谩lidamente la absoluci贸n sacramental dada a varios a la vez, se
requiere no s贸lo que est茅 debidamente dispuesto, sino que se preponga a la vez hacer en su
debido tiempo confesi贸n individual de todos los pecados graves que en las presentes
circunstancias no ha pedido confesar de este modo.
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En la medida de lo posible, tambi茅n al ser recibida la absoluci贸n general, instr煤yase a los fieles
sobre los requisitos antes expresados y exh贸rtese antes de la absoluci贸n general, aun en peligro
de muerte si hay tiempo, a que cada uno haga un acto de contrici贸n. 58
34. Aquellos a quienes se les han perdonado pecados graves con una absoluci贸n com煤n acudan
a la confesi贸n individual lo antes posible, en cuanto tengan ocasi贸n, antes de recibir otra
absoluci贸n general, a no ser que una justa causa se lo impida. En todo caso est谩n obligados a
acudir al confesor dentro de un a帽o, a no ser que los obstaculice una imposibilidad moral. Ya
que tambi茅n para ellos sigue en vigor el precepto por el cual todo cristiano debe confesar a un
sacerdote individualmente, al menos una vez al a帽o, todos sus pecados, se entiende graves, que
no hubiese confesado en particular. 59
Rito de la absoluci贸n general
35. Para reconciliar a los penitentes con la confesi贸n y absoluci贸n general en los casos prescritos
por el derecho, se procede de la misma forma antes citada para la reconciliaci贸n de muchos
penitentes con la confesi贸n y absoluci贸n individual, cambiando solamente lo que sigue:
a) Despu茅s de la homil铆a, o dentro de la misma, advi茅rtase a los fieles que quieran beneficiarse
de la absoluci贸n general que se dispongan debidamente, es decir, que cada uno se arrepienta de
sus pecados., est茅 dispuesto a enmendarse de ellos, determine reparar los esc谩ndalos y da帽os que
hubiese ocasionado, y al mismo tiempo proponga confesar individualmente a su debido tiempo
los pecados graves, que en las presentes circunstancias no ha podido confesar; 60 adem谩s
prop贸ngase una satisfacci贸n que todos deber谩n de cumplir, a la que, si quisieran, podr谩n a帽adir
alguna otra.
b) Despu茅s el di谩cono, u otro ministro, o el mismo sacerdote, invita a los penitentes que
deseen recibir la absoluci贸n a manifestar abiertamente, mediante alg煤n signo externo, que
quieren recibir dicha absoluci贸n (por ejemplo, inclinando la cabeza, o arrodill谩ndose, o por
medio de otro signo conforme a las normas establecidas por las Conferencias Episcopales),
diciendo todos juntos la f贸rmula de la confesi贸n general (por ejemplo, «Yo confieso...»). Despu茅s
puede recitarse una plegaria lit谩nica o entonar un c谩ntico penitencial, y todos juntos dicen o
cantan la oraci贸n dominical, como se ha dicho antes en el n煤mero 27.
c) Entonces el sacerdote recita la invocaci贸n por la que se pide la gracia del Esp铆ritu Santo
para el perd贸n de los pecados, se proclama la victoria sobre el pecado por la muerte y
resurrecci贸n de Cristo, y se da la absoluci贸n sacramental a los penitentes.
d) Finalmente, el sacerdote invita a la acci贸n de gracias, como se ha dicho antes en el n煤mero
29, y, omitida la oraci贸n de conclusi贸n, seguidamente bendice al pueblo y lo despide.
V. LAS CELEBRACIONES PENITENCIALES
脥ndole y estructura
36. Las celebraciones penitenciales son reuniones del pueblo de Dios para o铆r la palabra de Dios,
por la cual se invita a la conversi贸n y a la renovaci贸n de vida y se proclama, adem谩s, nuestra
liberaci贸n del pecado por la muerte y resurrecci贸n de Cristo. Su estructura es la que se
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acostumbra a observar en las celebraciones de la palabra de Dios, 61 y que se propone en el «Rito
para reconciliar a varios penitentes».
Por tanto, es conveniente que despu茅s del rito inicial (canto, salutaci贸n y oraci贸n) se
proclamen una o m谩s lecturas -intercalando cantos o salmos, o momentos de silencio- y que en
la homil铆a se expliquen y apliquen a los fieles reunidos. No hay inconveniente en que, antes o
despu茅s de las lecturas de la Escritura, se lea alg煤n fragmento de los Padres o escritores que
realmente ayuden a la comunidad y a los individuos al verdadero conocimiento del pecado y a la
verdadera contrici贸n del coraz贸n, es decir, a lograr la conversi贸n.
Despu茅s de la homil铆a y la meditaci贸n de la palabra de Dios, es conveniente que la asamblea
de los fieles ore formando un solo coraz贸n y una sola voz mediante alguna plegaria lit谩nica u
otro medio apto para promover la participaci贸n de los fieles. Finalmente, se dice siempre la
oraci贸n dominical para que Dios, nuestro Padre, «perdone nuestras ofensas., como tambi茅n
nosotros perdonamos a los que nos ofenden... y nos libre del mal». El sacerdote o el ministro
que preside la reuni贸n, concluye con la oraci贸n y la despedida del pueblo.
Utilidad e importancia
37. T茅ngase cuidado de estas celebraciones no se confundan, en apreciaci贸n de los fieles, con la
misma celebraci贸n del sacramento de la penitencia. 62 Sin embargo, estas celebraciones
penitenciales son muy 煤tiles para promover la conversi贸n y lo purificaci贸n del coraz贸n. 63 Las
celebraciones penitenciales son muy 煤tiles principalmente:
- para fomentar el esp铆ritu de penitencia en la comunidad cristiana;
- para ayudar la preparaci贸n de la confesi贸n que despu茅s, en momento oportuno puede
hacerse en particular;
- para educar a los ni帽os en la formaci贸n gradual de su conciencia del pecado en la vida
humana y de la liberaci贸n del pecado por Cristo;
- para ayudar a los catec煤menos a la conversi贸n.
Adem谩s, donde no haya sacerdote a disposici贸n para dar la absoluci贸n sacramental, las
celebraciones penitenciales son util铆simas, puesto que ayudan a la contrici贸n perfecta por la
caridad, por la cual los fieles pueden conseguir la gracia de Dios, con el prop贸sito de recibir el
sacramento de la penitencia. 64
VI. ADAPTACIONES DEL RITO A LAS DIVERSAS REGIONES Y
CIRCUNSTANCIAS
Adaptaciones que pueden hacer las Conferencias Episcopales
38. Compete a las Conferencias Episcopales, en la preparaci贸n de los Rituales particulares,
acomodar este Ritual de la penitencia a las necesidades de cada lugar, para que, aprobado por la
Sede Apost贸lica se pueda usar.
Compete, por tanto, a las Conferencias Episcopales:
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a) Establecer las normas sobre la disciplina del sacramento de la penitencia, especialmente en
lo que hace referencia al ministerio de los sacerdotes.
b) Determinar normas concretas en cuanto a la sede para la ordinaria celebraci贸n del
sacramento de la penitencia (cf. n煤m. 31) y en cuanto a les signos de penitencia que han de
mostrar los fieles en la absoluci贸n general (cf. n煤m. 35).
c) Preparar las traducciones de los textos para que est茅n realmente adaptados a la 铆ndole y al
modo de hablar de cada pueblo, y tambi茅n componer nuevos textos para las oraciones de los
fieles o del ministro, conservando 铆ntegra la f贸rmula sacramental.
Competencias de los Obispos
39. Es propio del Obispo diocesano:
a) Moderar la disciplina de la penitencia en su di贸cesis,65 haciendo las oportunas adaptaciones
del mismo rito seg煤n las normas propuestas por la Conferencia Episcopal.
b) Determinar, teniendo en cuenta las condiciones establecidas por el derecho (cf. n煤m. 31)
y los criterios concordados con los dem谩s miembros de la Conferencia de los Obispos, los casos
de necesidad en los que es l铆cito dar la absoluci贸n general. 66
Acomodaciones que corresponden al ministro
40. Los presb铆teros, los p谩rrocos especialmente, han de procurar:
a) En la celebraci贸n de la reconciliaci贸n, sea individual o comunitaria, adaptar el rito a las
circunstancias concretas de los penitentes, conservando la estructura esencial y la f贸rmula 铆ntegra
de la absoluci贸n; as铆, pueden omitir algunas partes, si es preciso por razones pastorales, o ampliar
otras, seleccionar los textos de las lecturas o de las oraciones, elegir el lugar m谩s apropiado para
la celebraci贸n, seg煤n las normas establecidas por las Conferencias Episcopales, de modo que
toda la celebraci贸n sea rica en contenido y fructuosa.
b) Organizar y preparar celebraciones penitenciales algunas veces durante el a帽o,
principalmente en tiempo de Cuaresma, ayudados por otros -tambi茅n por los laicos, de tal
manera que los textos seleccionados y el orden de la celebraci贸n sean verdaderamente adaptados
a las condiciones y circunstancias de la comunidad o reuni贸n (por ejemplo, de ni帽os, de
enfermos, etc. ).
__________________
NOTAS
1. Cf. 2Co 5, 18s.; Col 1, 20.
2. Cf. Jn 8, 34- 36.
3. Cf. 1P 2, 9.
4. Mc 1, 15.
5. Mc 1, 4.
6. Cf. Lc 15.
7. Cf. Lc 5, 20.27- 32; 7, 48.
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8. Cf. Mt 9, 2- 8.
9. Rm 4, 25.
10. Cf. Missale Romanum , Plegaria eucar铆stica III.
11. Cf. Mt. 26, 28.
12. Cf. Jn 20, 19 23.
13. Cf. Lc. 24, 47.
14. Mt 16, 19.
15. Hch 2, 38; cf. Hch 3, 19.26; 17, 30.
16. Cf. Rom 6, 4- 10.
17. Missale Romanum, Plegaria eucar铆stica III.
18. Ibid., Plegaria eucar铆stica II.
19. Cf.Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV. De sacramento Paenitentiae, cap. I: DS 1668 y 1670; can 1: DS 1701.
20. S. AMBROSIO, Ep铆stola 41, 12: PL 16, 1116.
21. Ef 5 25- 26.
22. Cf. Ap 19, 7.
23. Cf. Ef 1, 22- 23; cf. Concilio Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. 7.
24. Hb 7, 26.
25. Cf. 2Co 5, 21.
26. Cf. Hb, 2 17.
27. Concilio Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. 8.
28. Cf. 1P 4, 13.
29. Cf. 1P 4, 8.
30. Cf. Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV, De sacramento Paenitentiae: DS 1638, 1740 y 1743; Sagrado Congregaci贸n
de Ritos, Instrucci贸n Eucharisticum mysterium, de 25 de mayo de 1967, n煤m. 35: AAS 59 (1967), pp. 560- 561;
Ordenaci贸n general del Misal Romano, n煤ms. 29, 30 y 56, a, b, g.
31. Concilio Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. II.
32. PABLO VI, Constituci贸n apost贸lica Paenitemini, de 17 de febrero de 1966: AAS 58 (1966), p 179; cf. Concilio
Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. II.
33. 1Jn 4, 19.
34. Cf. Ga 2, 20; Ef 5, 25.
35. Cf. Tt 3, 6.
36. PABLO VI, Constituci贸n apost贸lica Indulgentiarum doctrina, de 1 de enero de 1967, n煤m.4: AAS 59 (1967), p. 9;
cf. P脥O XII, Enc铆clica Mystici Corporis, de 29 de junio de 1943: AAS 35 (1943), p 213.
37. Cf. Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 1: DS 1673-1675.
38. Ibid ., cap. 4: DS 1676.
39. Cf. Hb 1, 2; Col 1, 19 y en otros lugares; Ef 1, 23 y en otros lugares; PABLO VI, Constituci贸n
apost贸lica Paenitemini, de 17 de febrero de 1966: AAS 58 (1966), p. 179.
40. Cf. Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 5: DS 1679.
41. Cf. ibid , cap. 8: DS 1690- 1692; PABLO VI, Constituci贸n apost贸lica Indulgentiarum doctrina, de 1 de enero de
1967, n煤ms. 2- 3: AAS 59 (1967), pp. 6- 8.
42. Flp 3, 13.
43. Cf. Tt 3, 4- 5.
44. Cf. Lc 15, 7.10. 32.
45. Cf. Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV, De sacramento Paenitentiae, c谩ns. 7- 8: DS 1707- 1708.
46. Cf. 2Co 4, 10.
47. Cf. Ga 4, 31.
48. Cf. Mt 18, 18; Jn 20, 23.
49. Cf. Concilio Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. 26.
50. Cf. Flp 1, 9- 10.
51. Cf. Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Normas pastorales sobre la absoluci贸n sacramental
impartida de modo general, de 16 de junio de 1972, n煤m. XII: AAS 64 (1972), p. 514.
52. Cf. Concilio Vaticano II, Constituci贸n Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia.
53. Cf. C贸digo de Derecho Can贸nico, can. 964.
54. Cf. Sagrada Congregaci贸n de Ritos. Instrucci贸n Eucharisticum mysterium, de 25 de mayo de 1967, n煤m. 35: AAS
59 (1967), pp. 560- 561.
55. Cf. Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Normas pastorales sobre la absoluci贸n sacramental
impartida de modo general, de 16 de mayo de 1972, n煤m. III: AAS 64 (1972), p. 511.
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56. Cf. ibid., n煤m. V: AAS 64 (1972), p. 512.
57. Cf. Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Normas pastorales sobre la absoluci贸n sacramental
impartida de modo general, de 16 de mayo de 1972, n煤ms. VI y XI: AAS 64 (1972), pp. 5l2- 5l4.
58. Cf. ibid, n煤ms. VII y VIII: AAS 64 (1972), pp. 512- 513.
59. Cf. Ibid , n煤m VI: AAS 64 (1972), p. 512. Cf. ibid, n煤ms. VII y VIII: AAS 64 (1972), pp. 512- 513.
60. Cf. Sagrada Congregaci贸n de Ritos, Instrucci贸n Inter Oecumenici, de 26 de septiembre de 1964, n煤ms. 37- 39:
AAS 56 (1964), pp. 110- 111.
61. Cf. Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Normas pastoriles sobre la absoluci贸n sacramental
impartida de modo general, de 16 de junio de 1972, n煤m. X: AAS 64 (1972), pp. 513- 514.
62. Cf. ibid.
63. Cf. Concilio Tridentino, Sesi贸n XIV, De sacramento Paenitentiae, cap. 4: DS 1677.
64. Cf. Concilio Vaticano II, Constituci贸n dogm谩tica Lumen gentium, sobre la Iglesia, n煤m. 26.
65. Cf. Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, Normas pastorales sobre la absoluci贸n sacramental
impartida de modo general, de 16 de junio de 1972, n煤m. V: AAS 64 (1972), 1 p. 512.
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Cap铆tulo I.
RITO PARA RECONCILIAR A UN SOLO PENITENTE
Acogida del penitente
83. El sacerdote acoge con bondad al penitente y le saluda con palabras de afecto.
84. Luego, el penitente, y, si lo juzga oportuno, tambi茅n el sacerdote, hace la se帽al de la cruz,
diciendo:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Esp铆ritu Santo.
Am茅n.
El sacerdote invita al penitente a poner su confianza en Dios, con estas o parecidas palabras:
Dios, que ha iluminado nuestros corazones, te conceda un verdadero
conocimiento de tus pecados y de su misericordia.
El penitente responde:
Am茅n.
_______________________________________________________
O bien:
85. Ez 33, 11
Ac茅rcate confiadamente al Se帽or,
que no quiere la muerte del pecador,
sino que cambie de conducta y viva.
86. Lc 5, 32
El Se帽or Jes煤s,
que no ha venido a llamar a los justos,
sino a los pecadores,
te acoja con bondad.
Conf铆a en 茅l.
Otros textos ad libitum, nn. 157-159.
__________________________________________________________
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Lectura de la Palabra de Dios
87. El sacerdote, si lo juzga oportuno, lee o recita de memoria alg煤n texto de la Sagrada
Escritura, en el que se proclama la misericordia de Dios y la llamada del hombre a la conversi贸n.
Pongamos los ojos en el Se帽or Jes煤s,
que fue entregado por nuestros pecados
y resucitado para nuestra justificaci贸n.
__________________________________________________________
O bien:
88. Ez 11, 19-20
Escuchemos al Se帽or, que nos dice:
«Les dar茅 un coraz贸n 铆ntegro
e infundir茅 en ellos un esp铆ritu nuevo:
les arrancar茅 el coraz贸n de piedra
y les dar茅 un coraz贸n de carne,
para que sigan mis leyes
y pongan por obra mis mandatos;
ser谩n mi pueblo,
y yo ser茅 su Dios».
89. Mt 6, 14-15
Escuchemos al Se帽or, que nos dice:
«Si perdon谩is a los dem谩s sus culpas, tambi茅n vuestro Padre del cielo os
perdonar谩 a vosotros. Pero si no perdon谩is a los dem谩s, tampoco
vuestro Padre perdonar谩 vuestras culpas».
90. Mc 1,14-15
Cuando arrestaron a Juan, Jes煤s se march贸 a Galilea a proclamar el
Evangelio de Dios. Dec铆a:
«Se ha cumplido el plazo, est谩 cerca el reino de Dios: convertios y creed
en el Evangelio».
91. Rm 5, 8-9
La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todav铆a
pecadores, muri贸 por nosotros. ¡Con cu谩nta m谩s raz贸n, pues,
justificados ahora por su sangre, seremos por 茅l salvos de la c贸lera!
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92. Ef 5, 1-2
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor, como
Cristo os am贸 y se entreg贸 por nosotros como oblaci贸n y v铆ctima de
suave olor.
93. 1 Jn 1,6-7. 9
Si decimos que estamos unidos a Dios,
mientras vivimos en la oscuridad,
mentimos con palabras y obras.
Pero si vivimos en la luz,
lo mismo que 茅l est谩 en la luz,
entonces estamos unidos unos con otros,
y la sangre de su Hijo Jes煤s
nos limpia los pecados.
Pero, si confesamos nuestros pecados,
茅l, que es fiel y justo,
nos perdonar谩 los pecados
y nos limpiar谩 de toda injusticia.
Otros textos ad libitum, nn. 160-165.
_____________________________________________________
Confesi贸n de los pecados y aceptaci贸n de la satisfacci贸n
94. Inmediatamente despu茅s, donde sea costumbre, el penitente recita una f贸rmula de confesi贸n
general (por ejemplo, Yo confieso) y, al terminar 茅sta, confiesa sus pecados.
Si fuera necesario, el sacerdote ayuda al penitente a hacer una confesi贸n 铆ntegra, le da los
consejos oportunos y lo exhorta a la contrici贸n de sus culpas, record谩ndole que el cristiano, por
el sacramento de la Penitencia, muriendo y resucitando con Cristo, es renovado en el misterio
pascual. Luego le propone una obra de penitencia que el fiel acepta para satisfacci贸n por sus
pecados y para enmienda de su vida.
Procure el sacerdote acomodarse en todo a la condici贸n del penitente, tanto en el lenguaje
como en los consejos que le d茅.
Oraci贸n del penitente
95. El sacerdote invita al penitente a que manifieste su contrici贸n. 脡ste lo har谩 con alguna de las
siguientes f贸rmulas u otra semejante:
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20
Dios, Padre lleno de clemencia,
como el hijo pr贸digo, que march贸 hacia tu encuentro,
te digo:
«He pecado contra ti,
ya no merezco llamarme hijo tuyo».
Cristo Jes煤s, Salvador del mundo,
como el ladr贸n al que abriste las puertas del para铆so,
te ruego:
«Acu茅rdate de m铆, Se帽or, en tu reino».
Esp铆ritu Santo, fuente de amor,
confiadamente te invoco:
«Purif铆came,
y haz que camine como hijo de la luz».
96. Sal 24, 6-7
Recuerda, Se帽or, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acu茅rdate de m铆 con misericordia,
por tu bondad, Se帽or.
97. Sal 50, 4-5
Lava del todo mi delito, Dios m铆o,
limpia mi pecado.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado.
98. Lc 15, 18; 18, 13
Padre, he pecado contra ti,
ya no merezco llamarme hijo tuyo.
Ten compasi贸n de este pecador.
99. Misericordia, Dios m铆o, por tu bondad.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en m铆 toda culpa.
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Oh Dios, crea en m铆 un coraz贸n puro,
renu茅vame por dentro con esp铆ritu firme.
100. Jes煤s, Hijo de Dios,
api谩date de m铆, que soy un pecador.
101. Dios m铆o, con todo mi coraz贸n me arrepiento de todo el mal que he
hecho y de todo lo bueno que he dejado de hacer.
Al pecar, te he ofendido a ti, que eres el Supremo Bien y digno de ser
amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con la ayuda de tu
gracia, hacer penitencia, no volver a pecar y huir de las ocasiones de
pecado.
Se帽or: Por los m茅ritos de la pasi贸n de nuestro Salvador Jesucristo,
api谩date de m铆.
Imposici贸n de manos y absoluci贸n
102. El sacerdote, extendiendo ambas manos o, al menos, la derecha sobre la cabeza del
penitente, dice:
Dios, Padre misericordioso,
que reconcili贸 consigo al mundo
por la muerte y la resurrecci贸n de su Hijo
y derram贸 el Esp铆ritu Santo
para la remisi贸n de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perd贸n y la paz.
Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO,
✠ Y DEL ESP脥RITU SANTO.
El penitente responde:
Am茅n.
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22
Acci贸n de gracias y despedida del penitente
103. Despu茅s de haberle dado la absoluci贸n, el sacerdote prosigue:
Dad gracias al Se帽or, porque es bueno.
El penitente responde:
Porque es eterna su misericordia.
Despu茅s, el sacerdote despide al penitente, ya reconciliado, dici茅ndole:
El Se帽or ha perdonado tus pecados. Vete en paz.
104. En lugar de la acci贸n de gracias y de la f贸rmula de despedida, el sacerdote puede decir:
La pasi贸n de nuestro Se帽or Jesucristo,
la intercesi贸n de la Bienaventurada Virgen Mar铆a y de todos los santos,
el bien que hagas y el mal que puedas sufrir,
te sirvan como remedio de tus pecados,
aumento de gracia
y premio de vida eterna.
Vete en paz.
O bien:
El Se帽or que te ha liberado del pecado,
te admita tambi茅n en su reino.
A 茅l, la gloria por los siglos.
Dichoso el que est谩 absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado.
Hermano, goza y al茅grate en el Se帽or.
Vete en paz.
O bien:
Vete en paz,
y anuncia a los hombres las maravillas de Dios
que te ha salvado.
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Cap铆tulo II.
RITO PARA RECONCILIAR A VARIOS PENITENTES CON
CONFESI脫N Y ABSOLUCI脫N INDIVIDUAL
Canto
105. Una vez reunidos los fieles, y mientras el sacerdote entra, si parece oportuno, se entona
alg煤n salmo, ant铆fona u otro canto adaptado a las circunstancias, por ejemplo:
Resp贸ndenos, Se帽or, con la bondad de tu gracia; por tu gran compasi贸n,
vu茅lvete hacia nosotros. Sal 68, 17
O bien:
Acerqu茅monos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar
misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Hb 4, 16
Saludo
106. Terminado el canto, el sacerdote saluda a los asistentes, diciendo:
La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro
Salvador, est茅n con todos vosotros.
R. A 茅l la gloria por los siglos de los siglos. Am茅n.
___________________________________________________
O bien:
107. La gracia y la paz de Dios Padre,
y de Jesucristo, que nos am贸
y nos limpi贸 de nuestros pecados con su sangre,
est茅 con todos vosotros.
R. A 茅l la gloria por los siglos de los siglos. Am茅n.
108. La gracia, la misericordia y la paz
de Dios Padre y de Jesucristo su Hijo,
en la verdad y en la caridad,
est茅 con vosotros.
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R. Am茅n.
109. Hermanos: Que Dios abra vuestro coraz贸n a su ley
y os conceda la paz;
que escuche vuestras oraciones
y qued茅is reconciliados con 茅l.
R. Am茅n.
110. La gracia y la paz de Dios Padre,
y de Jesucristo, el Se帽or,
que se entreg贸 a s铆 mismo a la muerte
por nuestros pecados,
est茅 con vosotros.
R. A 茅l la gloria por los siglos de los siglos. Am茅n.
Se pueden utilizar, adem谩s, las f贸rmulas de saludo de la Misa.
____________________________________________________
Despu茅s, el sacerdote, u otro ministro, hacen una monici贸n a los asistentes sobre la
importancia y el orden de esta celebraci贸n.
Oraci贸n
111. El sacerdote invita a todos a la oraci贸n, con estas o parecidas palabras:
Oremos, hermanos, para que Dios, que nos llama a la conversi贸n, nos
conceda la gracia de una verdadera y fructuosa penitencia.
Todos oran en silencio durante algunos momentos. Luego, el sacerdote recita la siguiente
plegaria:
Escucha, Se帽or, nuestras s煤plicas humildes
y perdona los pecados de quienes nos confesamos culpables
para que as铆 podamos recibir tu perd贸n y tu paz.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
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R. Am茅n.
_____________________________________________________
O bien:
112. Env铆a tu Esp铆ritu, Se帽or, sobre nosotros,
para que nos purifique con las l谩grimas de la penitencia
y nos disponga a ser ofrenda agradable para ti.
Con la fuerza de su poder, mereceremos alabar tu gloria
y tu misericordia en todo lugar.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
113. Te rogamos, Se帽or, que nos absuelvas
de todos nuestros pecados,
para que, obtenido el perd贸n de nuestras culpas,
te sirvamos con un esp铆ritu libre.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
114. Se帽or, Dios nuestro,
que no te dejas vencer por nuestras ofensas,
sino que te aplacas con nuestro arrepentimiento.
Mira a tus siervos, que ante ti se confiesan pecadores
y, al celebrar ahora el sacramento de tu misericordia,
conc茅denos que, corregidas nuestras vidas,
podamos gozar de las alegr铆as eternas.
R. Am茅n.
115. Dios omnipotente y misericordioso,
que nos has reunido en nombre de tu Hijo
para alcanzar misericordia
y encontrar gracia que nos auxilie.
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Abre nuestros ojos para que descubramos el mal que hemos hecho;
mueve nuestro coraz贸n,
para que, con sinceridad, nos convirtamos a ti;
que tu amor re煤na de nuevo a quienes dividi贸 y dispers贸 el pecado;
que tu fuerza sane y robustezca
a quienes debilit贸 su fragilidad;
que el Esp铆ritu vuelva de nuevo a la vida
a quienes venci贸 la muerte;
para que, restaurado tu amor en nosotros,
resplandezca en nuestra vida la imagen de tu Hijo,
y as铆, con la claridad de esa imagen,
resplandeciente en toda la Iglesia,
puedan todos los hombres reconocer
que fuiste t煤, quien enviaste a Jesucristo,
Hijo tuyo y Se帽or nuestro.
R. Am茅n.
116. Padre de toda misericordia y Dios de todo consuelo:
que no te complaces en la muerte del pecador
sino en que se convierta,
auxilia a tu pueblo para que vuelva a ti y viva.
Ay煤danos a escuchar tu palabra,
confesar nuestros pecados
y darte gracias por el perd贸n que nos otorgas.
Haz que, realizando la verdad en el amor,
hagamos crecer todas las cosas en Cristo tu Hijo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
________________________________________________________
Liturgia de la Palabra
117. Comienza ahora la celebraci贸n de la Palabra. Si hay varias lecturas, puede intercalarse entre
ellas un salmo, un canto apropiado o un momento de silencio, para conseguir as铆 que la Palabra
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de Dios sea mejor comprendida por cada uno, y se le preste una mayor adhesi贸n. Si hubiese
solamente una lectura, conviene que se tome del Evangelio.
I
La plenitud de la ley es el amor
118. PRIMERA LECTURA
Amar谩s al Se帽or tu Dios con todo el coraz贸n
Lectura del libro del Deuteronomio. 5, 1-3. 6 -7. 11-12. 16-21a; 6, 4-6
En aquellos d铆as, Mois茅s convoc贸 a los israelitas y les dijo:
«Escucha, Israel, los mandatos y decretos que hoy os predico, para que
los aprend谩is, los guard茅is y los pong谩is por obra.
El Se帽or nuestro Dios hizo alianza con nosotros en el Horeb:
No hizo esa alianza con nuestros padres, sino con nosotros, con los que
estamos vivos hoy, aqu铆.
El Se帽or dijo:
“Yo soy el Se帽or tu Dios:
Yo te saqu茅 de Egipto, de la esclavitud.
No tendr谩s otros dioses frente a m铆.
No pronunciar谩s el nombre del Se帽or tu Dios en falso, porque no dejar谩
el Se帽or impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Guarda el d铆a del s谩bado, santific谩ndolo: como el Se帽or tu Dios te ha
mandado.
Honra a tu padre y a tu madre: As铆 se prolongar谩n tus d铆as y te ir谩 bien
en la tierra que el Se帽or tu Dios le va a dar.
No matar谩s.
Ni cometer谩s adulterio.
Ni robar谩s.
Ni dar谩s testimonio falso contra tu pr贸jimo.
Ni pretender谩s la mujer de tu pr贸jimo.
Ni codiciar谩s su casa, ni sus tierras, ni su esclavo, ni su esclava, ni su
buey, ni su asno, ni nada que sea de 茅l”.
Escucha, Israel: El Se帽or nuestro Dios es solamente uno.
Amar谩s al Se帽or, tu Dios, con todo el coraz贸n, con toda el alma, con
todas las fuerzas.
Las palabras que hoy te digo quedar谩n en tu memoria».
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Palabra de Dios.
119. CANTO RESPONSORIAL Bar 1, 15-22
R. Escucha, Se帽or, y ten piedad, porque hemos pecado contra ti.
Confesamos que el Se帽or, nuestro Dios, es justo,
y a nosotros nos abruma hoy
la verg眉enza:
a los jud铆os y vecinos de Jerusal茅n,
a nuestros reyes y gobernantes,
a nuestros sacerdotes y profetas
y a nuestros antepasados. R.
Porque pecamos contra el Se帽or
no haci茅ndole caso,
desobedecimos al Se帽or, nuestro Dios,
no siguiendo los mandatos
que el Se帽or nos hab铆a dado. R.
Desde el d铆a en que el Se帽or sac贸
a nuestros padres de Egipto hasta hoy,
no hemos hecho caso al Se帽or, nuestro Dios,
hemos rehusado obedecerle. R.
Por eso, nos han perseguido ahora
las desgracias y la maldici贸n
con que el Se帽or conmin贸 a Mois茅s, su siervo,
cuando sac贸 a nuestros padres de Egipto
para darnos una tierra que mana leche y miel. R.
No obedecimos al Se帽or, nuestro Dios, que nos hablaba
por medio de sus enviados, los profetas;
todos seguimos nuestros malos deseos
sirviendo a dioses ajenos
y haciendo lo que el Se帽or, nuestro Dios, reprueba. R.
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120. SEGUNDA LECTURA
Caminad en el amor, como Cristo nos am贸
Lectura de la carta del ap贸stol san Pablo a los Efesios. 5, 1-14
Hermanos:
Sed imitadores de Dios, como hijos queridos,
y vivid en el amor
como Cristo os am贸
y se entreg贸 por nosotros
como oblaci贸n y v铆ctima de suave olor.
Por otra parte,
de inmoralidad, indecencia o af谩n de dinero,
ni hablar;
por algo sois un pueblo santo.
Y nada de chabacaner铆as, estupideces o frases de doble
sentido; todo eso est谩 fuera de sitio.
Lo vuestro es alabar a Dios.
Meteos bien esto en la cabeza:
nadie que se da a la inmoralidad,
a la indecencia o al af谩n de dinero
—que es una idolatr铆a—
tendr谩 herencia en el reino de Cristo y de Dios.
Que nadie os enga帽e con argumentos especiosos;
estas cosas son las que atraen el castigo de Dios
sobre los rebeldes.
No teng谩is parte con ellos;
porque antes s铆 erais tinieblas,
pero ahora, como cristianos, sois luz.
Vivid como gente hecha a la luz.
En otro tiempo erais tinieblas,
ahora sois luz en el Se帽or.
Caminad como hijos de la luz,
—toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz
buscando lo que agrada al Se帽or,
sin tomar parte en las obras est茅riles de las tinieblas,
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sino m谩s bien denunciadlas.
Pues hasta da verg眉enza mencionar las cosas
que ellos hacen a escondidas.
Pero la luz, denunci谩ndolas, las pone al descubierto,
y todo lo descubierto es luz.
Por eso dice:
«Despierta, t煤 que duermes,
lev谩ntate de entre los muertos
y Cristo ser谩 tu luz».
Palabra de Dios.
121. VERS脥CULO ANTES DEL EVANGELIO Jn 8, 12b
Yo soy la luz del mundo —dice el Se帽or—; el que me sigue tendr谩 la luz
ele la villa.
122. EVANGELIO
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Mateo. 22, 34-40
En aquel tiempo, los fariseos, al o铆r que Jes煤s hab铆a hecho callar a los
saduceos, formaron grupo, y uno de ellos, que era experto en la Ley, le
pregunt贸 para ponerlo a prueba:
«Maestro, ¿cu谩l es el mandamiento principal de la Ley?»
脡l le dijo:
«“Amar谩s al Se帽or, tu Dios, con todo tu coraz贸n, con toda tu alma, con
todo tu ser”.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a
茅l:
“Amar谩s a tu pr贸jimo como a ti mismo”.
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas».
Palabra del Se帽or.
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O bien:
Os doy un mandamiento nuevo
Lectura del santo Evangelio seg煤n san Juan. 13, 34-35; 15, 10-13
Os doy un mandamiento nuevo: que os am茅is unos a otros; como yo os
he amado, amaos tambi茅n entre vosotros. La se帽al por la que conocer谩n
todos que sois disc铆pulos m铆os, ser谩 que os am谩is unos a otros.
Si guard谩is mis mandamientos, permanecer茅is en mi amor; lo mismo que
yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor.
Os he hablado de esto para que mi alegr铆a est茅 en vosotros, y vuestra
alegr铆a llegue a plenitud.
脡ste es mi mandamiento: que os am茅is unos a otros como yo os he
amado.
Nadie tiene amor m谩s grande que el que da la vida por sus amigos.
Palabra del Se帽or.
II
Renovad vuestra mentalidad
123. PRIMERA LECTURA
Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien
Lectura del profeta Isa铆as. 1, 10-18
O铆d la palabra del Se帽or,
pr铆ncipes de Sodoma,
escucha la palabra de nuestro Dios,
pueblo de Gomorra:
«¿Qu茅 me importa el n煤mero de vuestros sacrificios?
—dice el Se帽or—.
Estoy harto de holocaustos de carneros,
de grasa de cebones;
la sangre de toros, corderos y chivos
no me agrada.
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¿Por qu茅 entr谩is a visitarme?
¿Qui茅n pide algo de vuestras manos
cuando pis谩is mis atrios?
No me traig谩is m谩s dones vac铆os,
m谩s incienso execrable.
Novilunios, s谩bados, asambleas,
no los aguanto.
Vuestras solemnidades y fiestas
las detesto;se me han vuelto una carga
que no soporto m谩s.
Cuando extend茅is las manos,
cierro los ojos;
aunque multipliqu茅is las plegarias,
no os escuchar茅.
Vuestras manos est谩n llenas de sangre.
Lavaos, purificaos,
apartad de mi vista vuestras malas acciones.
Cesad de obrar mal,
aprended a obrar bien;
buscad la justicia,
enderezad al oprimido;
defended al hu茅rfano,
proteged a la viuda.
Entonces, venid y litigaremos
—dice el Se帽or—.
Aunque vuestros pecados sean como p煤rpura,
blanquear谩n como nieve;
aunque sean rojos como escarlata,
quedar谩n como lana».
Palabra de Dios.
124. SALMO RESPONSORIAL Sal 50, 12-13. 14-15. 18-19
R. Oh Dios, crea en m铆 un coraz贸n puro.
Oh Dios, crea en m铆 un coraz贸n puro,
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renu茅vame por dentro con esp铆ritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo esp铆ritu. R.
Devu茅lveme la alegr铆a de tu salvaci贸n,
afi谩nzame con esp铆ritu generoso;
ense帽ar茅 a los malvados tus caminos,
los pecadores volver谩n a ti. R.
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querr铆as.
Mi sacrificio es un esp铆ritu quebrantado;
un coraz贸n quebrantado y humillado,
t煤 no lo desprecias. R.
125. SEGUNDA LECTURA
Renovad vuestra mentalidad
Lectura de la carta del ap贸stol san Pablo a los Efesios. 4, 23-32
Hermanos: Aprendisteis a renovaros en la mente y en el esp铆ritu y a
vestiros de la nueva condici贸n humana, creada a imagen de Dios: justicia
y santidad verdaderas.
Por tanto, dejad la mentira, hable cada uno con verdad a su pr贸jimo,
porque como miembro dependemos unos de otros. Indignaos, pero sin
llegar a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro enojo; y
no dej茅is resquicio al diablo.
El ladr贸n que no robe m谩s, que trabaje dura y honrada mente con sus
propias manos, para poder compartir con el necesitado. Malas palabras
no salgan de vuestra boca; lo que dig谩is sea bueno, constructivo y
oportuno, as铆 har谩 bien a los que lo oyen.
No pong谩is triste al Esp铆ritu Santo de Dios con que 茅l os ha marcado
para el d铆a de la liberaci贸n final.
Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda la
maldad. Sed buenos, comprensivos, perdon谩ndoos unos a otros como
Dios os perdon贸 en Cristo.
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Palabra de Dios.
126. VERS脥CULO ANTES DEL EVANGELIO Mt 11,28
Venid a m铆 todos los que est谩is cansados y agobiados, y yo os aliviar茅,
dice el Se帽or.
127. EVANGELIO
Dichosos los pobres en el esp铆ritu
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Mateo. 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jes煤s el gent铆o, subi贸 a la monta帽a, se sent贸, y
se acercaron sus disc铆pulos; y 茅l se puso a hablar, ense帽谩ndoles:
«Dichosos los pobres en el esp铆ritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque ellos ser谩n consolados.
Dichosos los sufridos,
porque ellos heredar谩n la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedar谩n saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzar谩n misericordia.
Dichosos los limpios de coraz贸n,
porque ellos ver谩n a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamar谩n los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de
cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra
recompensa ser谩 grande en el cielo».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
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128. Sigue la homil铆a que, partiendo del texto de las lecturas, debe conducir a los penitentes al
examen de conciencia y a la renovaci贸n de vida.
Examen de conciencia
129. Es conveniente que se guarde un tiempo de silencio para examinar la conciencia y suscitar
la verdadera contrici贸n de los pecados. El sacerdote o el di谩cono u otro ministro, pueden ayudar
a los fieles con breves pensamientos o algunas preces lit谩nicas, teniendo siempre en cuenta su
mentalidad, su edad, etc.
En determinadas circunstancias, puede utilizarse alguno de los formularios propuestos en el
Ap茅ndice.
RITO DE RECONCILIACI脫N
Confesi贸n general de los pecados
130. A invitaci贸n del di谩cono o de otro ministro, los asistentes se arrodillan o inclinan, y recitan
la confesi贸n general (por ejemplo, Yo pecador). Luego, de pie, si se juzga oportuno se hace
alguna oraci贸n lit谩nica o se entona un c谩ntico. Al final, se acaba con la oraci贸n dominical, que
nunca deber谩 omitirse.
I
131. El di谩cono o el ministro:
Hermanos: confesad vuestros pecados
y orad unos por otros, para que os salv茅is.
Todos juntos dicen:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisi贸n.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa Mar铆a, siempre Virgen,
a los 脕ngeles, a los Santos
y a vosotros, hermanos,
que interced谩is por m铆 ante Dios nuestro Se帽or.
El di谩cono o el ministro:
Pidamos humildemente a Dios misericordioso,
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que purifica los corazones
de quienes se confiesan pecadores
y libra de las ataduras del mal
a quienes se acusan de sus pecados,
que conceda el perd贸n a los culpables
y cure sus heridas.
— Que nos concedas la gracia de una verdadera penitencia.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que nos concedas el perd贸n y borres las deudas de nuestros antiguos
pecados.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que quienes nos hemos apartado de la santidad de la Iglesia,
consigamos el perd贸n de nuestras culpas y volvamos limpios a ella.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que a quienes con el pecado hemos manchado nuestro bautismo,
nos devuelvas a su primitiva blancura.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que, al acercarnos de nuevo a tu altar santo, seamos transformados
por la esperanza de la vida eterna.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que permanezcamos, de aqu铆 en adelante, con entrega sincera, fieles
a tus sacramentos, y mostremos siempre nuestra adhesi贸n a ti.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que, renovados en la caridad, seamos testigos de tu amor en el
mundo.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Que perseveremos fieles a tus mandamientos y lleguemos a la vida
eterna.
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R. Te rogamos, 贸yenos.
El di谩cono o el ministro:
Con las mismas palabras que Cristo nos ense帽贸,
pidamos a Dios Padre que perdone nuestros pecados
y nos libre de todo mal.
Todos juntos prosiguen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n,
y l铆branos del mal.
El sacerdote concluye, diciendo:
Escucha, Se帽or, a tus siervos,
que se reconocen pecadores;
y haz que, liberados por tu Iglesia de toda culpa,
merezcan darte gracias con un coraz贸n renovado.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
Todos responden:
Am茅n.
II
132. El di谩cono o el ministro:
Recordando, hermanos, la bondad de Dios,
nuestro Padre,
confesemos nuestros pecados,
para alcanzar as铆 misericordia.
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Todos juntos dicen:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisi贸n.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa Mar铆a, siempre Virgen,
a los 谩ngeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que interced谩is por m铆 ante Dios, nuestro Se帽or.
El di谩cono o el ministro:
Pidamos humildemente a Cristo, nuestro salvador y abogado ante el
Padre, que perdone nuestros pecados y nos limpie de toda iniquidad.
—T煤, que has sido enviado a anunciar la salvaci贸n a los pobres y a sanar
los corazones afligidos.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que viniste a llamar no a los justos, sino a los pecadores.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que perdonaste mucho a quien am贸 mucho.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que no rehusaste convivir entre publicanos y pecadores.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que pusiste sobre tus hombros la oveja perdida y la llevaste al
redil.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
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—T煤, que no condenaste a la mujer ad煤ltera, sino que le concediste ir
en paz.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que llamaste a la conversi贸n y a una vida nueva a Zaqueo, el
publicano.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
—T煤, que prometiste el para铆so al ladr贸n arrepentido.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
T煤, que est谩s sentado a la derecha del Padre, para interceder por
nosotros.
R. Ten compasi贸n de este pecador.
(o bien: Se帽or, ten piedad).
El di谩cono o el ministro:
Ahora, como el mismo Cristo nos mand贸,
oremos todos juntos al Padre
para que, perdon谩ndonos las ofensas unos a otros,
nos perdone 茅l nuestros pecados.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n,
y l铆branos del mal.
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El sacerdote concluye, diciendo:
Oh Dios, que has dispuesto los auxilios que necesita nuestra debilidad:
conc茅denos recibir con alegr铆a y mantener con una vida santa los frutos
de tu perd贸n. Por Jesucristo nuestro Se帽or.
Todos:
Am茅n.
Otros textos ad libitum, nn. 273-274.
Confesi贸n y absoluci贸n individual
133. A continuaci贸n, los fieles se acercan a los sacerdotes que se hallan en lugares adecuados y
confiesan sus pecados, de los que son absueltos cada penitente individualmente, una vez
impuesta y aceptada la correspondiente satisfacci贸n. Tras la confesi贸n y, si se juzga oportuno,
despu茅s de una conveniente exhortaci贸n, omitido todo lo que suele hacerse en la reconciliaci贸n
de un solo penitente, el sacerdote, extendiendo ambas manos, o al menos la derecha, sobre la
cabeza del penitente, da la absoluci贸n, diciendo:
Dios, Padre misericordioso,
que reconcili贸 consigo al mundo
por la muerte y la resurrecci贸n de su Hijo
y derram贸 el Esp铆ritu Santo
para la remisi贸n de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perd贸n y la paz.
Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO,
✠ Y DEL ESP脥RITU SANTO.
El penitente responde:
Am茅n.
Acci贸n de gracias por la misericordia de Dios
134. Una vez concluidas las confesiones de los penitentes, el sacerdote que preside la celebraci贸n,
teniendo junto a s铆 a los otros sacerdotes, invita a la acci贸n de gracias y a la pr谩ctica de las buenas
obras, con las que se manifiesta la gracia de la penitencia, tanto en la vida de cada uno como en
la de la comunidad. Es conveniente que todos juntos canten alg煤n salmo o him no apropiado, o
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bien que se haga una oraci贸n lit谩nica, para proclamar el poder y la misericordia de Dios. Por
ejemplo, el Magn铆ficat o el salmo 135, 1-9. 13-14. 16. 25-26.
135. Magn铆ficat (Lc 1, 46-55)
R. Acu茅rdate, Se帽or, de tu misericordia.
Proclama mi alma la grandeza del Se帽or,
se alegra mi esp铆ritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillaci贸n de su esclava.
Desde ahora me felicitar谩n todas las generaciones
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por m铆:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generaci贸n en generaci贸n.
脡l hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de coraz贸n,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vac铆os.
Auxilia a Israel su siervo,
acord谩ndose de la misericordia,
—como lo hab铆a prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
136. Salmo 135, 1-9. 13-14. 16. 25-26.
R. Te damos gracias, Se帽or.
Dad gracias al Se帽or, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia. R.
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Dad gracias al Se帽or de los se帽ores:
porque es eterna su misericordia.
S贸lo 茅l hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia. R.
脡l hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.
脡l afianz贸 sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia. R.
脡l hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.
El sol que gobierna el d铆a:
porque es eterna su misericordia, R.
La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.
脡l dividi贸 en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia. R.
Y condujo por medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.
Gui贸 por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia. R.
脡l da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.
Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia. R.
Otros textos ad libitum, mi. 275-287.
Oraci贸n final de acci贸n de gracias
137. Despu茅s del canto de alabanza o la plegaria lit谩nica, el sacerdote concluye la oraci贸n
comunitaria, diciendo:
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Dios omnipotente y misericordioso,
que admirablemente creaste al hombre
y m谩s admirablemente a煤n lo redimiste;
que no abandonas al pecador,
sino que lo acompa帽as con amor paternal.
T煤 enviaste tu Hijo al mundo
para destruir con su pasi贸n el pecado y la muerte
y para devolvernos, con su resurrecci贸n,
la vida y la alegr铆a.
T煤 has derramado el Esp铆ritu Santo en nuestros corazones
para hacernos herederos e hijos tuyos.
T煤 nos renuevas constantemente con los
sacramentos de salvaci贸n
para liberarnos de la servidumbre del pecado
y transformarnos, de d铆a en d铆a,
en una imagen cada vez m谩s perfecta de tu Hijo amado.
Te damos gracias
por las maravillas de tu misericordia
y te alabamos con toda la Iglesia
cantando para ti un c谩ntico nuevo
con nuestros labios, nuestro coraz贸n y nuestras obras.
A ti la gloria por Cristo en el Esp铆ritu Santo,
ahora y por siempre.
Todos:
Am茅n.
O bien:
Padre Santo,
t煤 nos has renovado a imagen de tu Hijo;
conc茅denos tu misericordia,
para que seamos testigos de tu amor en el mundo.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
Todos:
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Am茅n.
________________________________________________
O bien:
138. En verdad es justo y necesario
darte gracias siempre y en todo lugar,
Dios todopoderoso y eterno,
que corriges con justicia y perdonas con clemencia.
Pero siempre te muestras misericordioso,
porque, cuando castigas, lo haces para que
no perezcamos eternamente
y, cuando perdonas, nos das ocasi贸n para corregirnos.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
139. Oh Dios, autor y due帽o de toda luz,
que has amado tanto a este mundo,
que entregaste a tu Hijo Unig茅nito para nuestra salvaci贸n.
En su cruz hemos sido redimidos,
por su pasi贸n, salvados,
con su muerte, vivificados,
en su resurrecci贸n, glorificados.
Por 茅l te suplicamos
que te hagas presente en medio de esta familia tuya.
Conc茅denos sentir el temor de tu piedad
y haz que tengamos fe en el coraz贸n,
justicia en las obras, piedad en la conducta,
verdad en los labios y disciplina en las costumbres,
para que merezcamos conseguir el premio de la inmortalidad.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
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140. Se帽or Jesucristo, generoso para el perd贸n,
que quisiste aceptar la debilidad de la carne,
para que nosotros sigui茅ramos tu ejemplo de humildad
y fu茅semos fuertes en la prueba:
haz que conservemos siempre los bienes que
hemos recibido de ti,
y que, por la penitencia, nos levantemos cada vez
que caemos en el pecado.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
141. Oh Dios, que nos concedes tu gracia,
para que, de la impiedad y de la miseria,
lleguemos a la justicia y a la felicidad:
ll茅nanos de tu fuerza y de tus dones;
y ya que tenemos la justificaci贸n de la fe,
que no nos falte la fortaleza de la perseverancia.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
142. Se帽or y Padre nuestro,
t煤 has perdonado nuestros pecados y nos has dado tu paz;
haz que nos perdonemos siempre unos a otros,
y que trabajemos todos juntos por la paz del mundo.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
___________________________________________________
Rito de conclusi贸n
143. El sacerdote bendice a todos, diciendo:
El Se帽or dirija vuestros corazones en la caridad de Dios y en la espera
de Cristo.
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R. Am茅n.
Celebrante:
Para que pod谩is caminar con una vida nueva y agradar a Dios en todas
las cosas.
R. Am茅n.
Celebrante:
Y que os bendiga Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Esp铆ritu Santo.
R. Am茅n.
________________________________________________________
O bien:
144. El sacerdote bendice a todos, diciendo:
La bendici贸n de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Esp铆ritu Santo descienda
sobre vosotros y os acompa帽e siempre.
R. Am茅n.
145. El sacerdote bendice a todos, diciendo:
El Padre, nos bendiga, pues nos engendr贸 para la vida eterna.
R. Am茅n.
Celebrante:
El Hijo, nos conceda la salvaci贸n, pues muri贸 y resucit贸 por nosotros.
R. Am茅n.
Celebrante:
El Esp铆ritu Santo, nos santifique, pues fue derramado en nuestros
corazones, y nos llev贸 por un camino recto.
R. Am茅n.
146. El sacerdote bendice a todos, diciendo:
El Padre, nos bendiga, pues nos llam贸 a ser sus hijos adoptivos.
R. Am茅n.
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Celebrante:
El Hijo, nos auxilie, pues nos recibi贸 como hermanos.
R. Am茅n.
Celebrante:
El Esp铆ritu Santo, nos fortalezca, pues hizo de nosotros su templo.
R. Am茅n.
________________________________________________________
147. Despu茅s, el di谩cono, u otro ministro, o el mismo sacerdote, despide a la asamblea, diciendo:
El Se帽or ha perdonado vuestros pecados.
Pod茅is ir en paz.
R. Demos gracias a Dios.
Puede utilizarse cualquier otra f贸rmula conveniente.
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Cap铆tulo III.
RITO PARA RECONCILIAR A MUCHOS PENITENTES
CON CONFESI脫N Y ABSOLUCI脫N GENERAL
148. Para reconciliar a muchos penitentes con confesi贸n y absoluci贸n general en los casos
previstos por el derecho, se procede seg煤n lo indicado m谩s arriba para la celebraci贸n de la
reconciliaci贸n de muchos penitentes con confesi贸n y absoluci贸n individual, excepto en lo que
se indica seguidamente.
Monici贸n
149. Despu茅s de la homil铆a, o en la misma homil铆a, advi茅rtase a los fieles que quieran beneficiarse
de la absoluci贸n general, que se dispongan debidamente, es decir, que cada cual se arrepienta de
sus pecados, est茅 decidido a enmendarse de ellos, determine reparar los esc谩ndalos y da帽os que
hubiese ocasionado, y, a la vez, proponga confesar individualmente a su debido tiempo los
pecados graves que en las presentes circunstancias no ha podido confesar; adem谩s, prop贸ngase
una satisfacci贸n que todos habr谩n de cumplir, a la que cada uno, si quisiera, podr谩 a帽adir alguna
otra cosa.
Confesi贸n general
150. Luego, el di谩cono, u otro ministro, o el mismo sacerdote, invita a los penitentes que quieren
recibir la absoluci贸n general, a que manifiesten este deseo con alg煤n signo. Por ejemplo:
Quienes desean recibir la absoluci贸n general, p贸nganse de rodillas y
reciten la f贸rmula de la confesi贸n general.
O bien:
Quienes deseen recibir la absoluci贸n sacramental, incl铆nense y reciten la
f贸rmula de la confesi贸n general.
O proponga otro signo, establecido por la Conferencia Episcopal.
Los penitentes recitan una f贸rmula de confesi贸n general (por ejemplo, Yo confieso). Luego,
puede rezarse una plegaria lit谩nica o entonarse un c谩ntico, del mismo modo que en la
reconciliaci贸n de varios penitentes con confesi贸n y absoluci贸n individual. Se acaba siempre con
el Padre nuestro.
Absoluci贸n general
151. El sacerdote, con las manos extendidas sobre los penitentes, da la absoluci贸n, diciendo:
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Dios Padre, que no se complace en la muerte del pecador,
sino en que se convierta y viva,
que nos am贸 primero
y mand贸 su Hijo al mundo
para que el mundo se salve por 茅l,
os muestre su misericordia
y os conceda la paz.
R. Am茅n.
Nuestro Se帽or Jesucristo,
que fue entregado por nuestros pecados
y resucitado para nuestra justificaci贸n,
que infundi贸 el Esp铆ritu Santo en sus ap贸stoles
para que recibieran el poder de perdonar los pecados,
os libre, por mi ministerio, de todo mal
y os llene de su Esp铆ritu Santo.
R. Am茅n.
El Esp铆ritu Consolador,
que se nos dio para el perd贸n de los pecados,
purifique vuestros corazones
y los llene de su claridad,
para que proclam茅is las haza帽as del que os llam贸
a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.
R. Am茅n.
Y YO OS ABSUELVO DE VUESTRO PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO,
✠ Y DEL ESP脥RITU SANTO.
O bien:
Dios, Padre misericordioso,
que reconcili贸 consigo al mundo
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por la muerte y la resurrecci贸n de su Hijo
y derram贸 el Esp铆ritu Santo
para la remisi贸n de los pecados,
os conceda, por el ministerio de la Iglesia,
el perd贸n y la paz.
Y YO OS ABSUELVO DE VUESTROS PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO,
✠ Y DEL ESP脥RITU SANTO.
Acci贸n de gracias y conclusi贸n
153. El sacerdote invita a todos a dar gracias a Dios y proclamar su misericordia. Tras un canto
o him no adaptado a las circunstancias, y sin recitar ninguna oraci贸n de conclusi贸n, bendice y
despide a la asamblea como se indica en el rito para la reconciliaci贸n de varios penitentes con
confesi贸n y absoluci贸n individual.
RITO BREVE
154. En caso de urgente necesidad, puede abreviarse este rito de reconciliaci贸n de muchos
penitentes con confesi贸n y absoluci贸n general. En tal caso, y seg煤n se crea m谩s oportuno, tras
una lectura breve de la Sagrada Escritura, y despu茅s de la acostumbrada monici贸n y la
conveniente satisfacci贸n, se invita a los penitentes a recitar la f贸rmula de la confesi贸n general
(por ejemplo, Yo confieso) y el sacerdote da la absoluci贸n general, con la invocaci贸n m谩s arriba
indicada.
155. Cuando exista peligro inminente de muerte, basta con que el sacerdote pronuncie la f贸rmula
de la absoluci贸n que, en este caso, puede abreviarse as铆:
Y YO OS ABSUELVO DE VUESTRO PECADOS
EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO,
✠ Y DEL ESP脥RITU SANTO.
R. Am茅n.
156. El fiel a quien se le han perdonado sus pecados graves por una absoluci贸n general, queda
obligado a manifestarlos la primera vez que se acerque a la confesi贸n individual.
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Cap铆tulo IV.
Textos variados que pueden emplearse en la celebraci贸n de la
reconciliaci贸n.
A. Para reconciliar a un solo penitente
I. INVITACIONES A LA CONFIANZA EN DIOS
157. La gracia del Esp铆ritu Santo
ilumine tu coraz贸n,
para que puedas confesar confiadamente tus pecados
y conocer la misericordia de Dios.
158. El Se帽or est茅 en tu coraz贸n
para que te puedas arrepentir
y confesar humildemente tus pecados.
159. Si has pecado, no pierdas la confianza:
tenemos a uno que abogue ante el Padre,
a Jesucristo, el Justo.
脡l es v铆ctima de propiciaci贸n por nuestros pecados,
no s贸lo por los nuestros,
sino tambi茅n por los del mundo entero.
II. LECTURAS BREVES DE LA SAGRADA ESCRITURA
160. Is 53, 4—6
脡l soport贸 nuestros sufrimientos y aguant贸 nuestros dolores; nosotros lo
estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero 茅l fue traspasado por nuestras
rebeliones, triturado por nuestros cr铆menes.
Nuestro castigo saludable cay贸 sobre 茅l, sus cicatrices nos curaron.
Todos err谩bamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino, y el Se帽or carg贸
sobre 茅l lodos nuestros cr铆menes.
161. Lc 6, 31—38
Escuchemos al Se帽or, que nos dice:
«Tratad a los dem谩s como quer茅is que ellos os traten.
Pues, si am谩is s贸lo a los que os aman, ¿qu茅 m茅rito ten茅is? Tambi茅n los pecadores
aman a los que los aman. Y si hac茅is bien s贸lo a los que os hacen bien, ¿qu茅 m茅rito
ten茅is?
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Tambi茅n los pecadores lo hacen.
Y si prest谩is s贸lo cuando esper谩is cobrar, ¿qu茅 m茅rito ten茅is? Tambi茅n los
pecadores prestan a otros pecadores con intenci贸n de cobr谩rselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendr茅is
un gran premio y ser茅is hijos del Alt铆simo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzgu茅is, y no ser茅is
juzgados; no conden茅is, y no ser茅is condenados; perdonad, y ser茅is perdonados;
dad, y se os dar谩: os verter谩n una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que us茅is la usar谩n con vosotros».
162. Lc 15,1—7
En aquel tiempo, sol铆an acercarse a Jes煤s los publ铆canos y los pecadores a
escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
«脡se acoge a los pecadores y come con ellos».
Jes煤s les dijo esta par谩bola:
«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y
nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, re煤ne a
los amigos y a los vecinos para decirles:“¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que
se me hab铆a perdido”.
Os digo que as铆 tambi茅n habr谩 m谩s alegr铆a en el cielo por un solo pecador que se
convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
163. Jn 20, 19—23
Al anochecer de aquel d铆a, el d铆a primero de la semana, estaban los disc铆pulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los jud铆os. Y en esto entr贸 Jes煤s, se
puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les ense帽贸 las manos y el costado. Y los disc铆pulos se llenaron de
alegr铆a al ver al Se帽or.
Jes煤s repiti贸:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, as铆 tambi茅n os env铆o yo».
Y, dicho esto, exhal贸 su aliento sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Esp铆ritu Santo; a quienes les perdon茅is los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los reteng谩is, les quedan retenidos».
164. Col 1, 12—14
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Damos gracias a Dios Padre,
que os ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
脡l nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redenci贸n,
el perd贸n de los pecados.
165. Col 3, 8—10. 12—17
Deshaceos de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groser铆as, ¡fuera de vuestra
boca!
No sig谩is enga帽谩ndoos unos a otros.
Despojaos del hombre viejo, con sus obras, y revest铆os del nuevo, que se va
renovando como imagen de su Creador, hasta llegar a conocerlo.
Como elegidos de Dios, santos y amados, vest铆os de la misericordia entra帽able,
bondad, humildad, dulzura, comprensi贸n.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Se帽or os ha perdonado: haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto, el amor, que es el ce帽idor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo act煤e de 谩rbitro en vuestro coraz贸n: a ella hab茅is sido
convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La Palabra de Cristo habite
entre vosotros en toda su riqueza; ense帽aos unos a otros con toda sabidur铆a;
correg铆os mutuamente.
Cantad a Dios, dadle gracias de coraz贸n, con salmos, himnos y c谩nticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra o de obra realic茅is, sea todo en nombre del Se帽or Jes煤s,
dando gracias a Dios Padre por medio de 茅l.
III. ORACI脫N DEL PENITENTE
166. Se帽or Jes煤s,
t煤 que devolviste la vista a los ciegos, sanaste a los enfermos,
perdonaste a la mujer pecadora,
y confirmaste a Pedro en tu amor despu茅s de su ca铆da,
recibe ahora mi s煤plica.
Perdona todos mis pecados,
renu茅vame en tu amor,
conc茅deme vivir en fraterna uni贸n con mis hermanos,
para que pueda anunciar tu salvaci贸n a todos los hombres.
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167. Se帽or, Jes煤s,
t煤 que quisiste ser llamado amigo de los pecadores,
l铆brame ahora de mis culpas,
por el misterio de tu muerte y resurrecci贸n.
Que tu paz florezca en m铆
para que pueda dar frutos de amor, justicia y verdad.
168. Se帽or Jesucristo,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,
por la gracia del Esp铆ritu Santo
reconcil铆ame con tu Padre;
lava con tu sangre todas mis culpas,
y haz de m铆 un hombre nuevo
para alabanza de tu gloria.
B. Para reconciliar a varios penitentes
IV. LECTURAS B脥BLICAS
Las lecturas que aqu铆 se proponen han sido escogidas para utilidad de pastores y fieles. Seg煤n la
diversidad y peculiaridad de las asambleas pueden escogerse otras lecturas.
LECTURAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO
169. Gn 3, 1—19 «Cogi贸 un fruto y comi贸».
170. Gn 4, 1—15 «Ca铆n atac贸 a su hermano Abel y lo mat贸».
171. Gn 18, 17—33 «Dice el Se帽or: En atenci贸n a los diez justos no destruir茅 la ciudad».
172. Ex 17, 1—7 «Hab铆an tentado al Se帽or, diciendo: ¿Est谩 o no est谩 el Se帽or en medio de
nosotros?».
173. Ex 20, 1—21 «Yo soy el Se帽or, tu Dios. No tendr谩s otros dioses».
174. Dt 16,4—9 «Amar谩s al Se帽or, tu Dios, con todo el coraz贸n».
175. Dt 30, 15—20 «Mira: hoy te pongo delante la vida y el bien, la muerte y el mal».
176. Is 5, 1—7 «Mi amigo ten铆a una vi帽a. Y esper贸 que diese uvas, pero dio agrazones».
177. Is 53, 1—12 «El Se帽or carg贸 sobre 茅l todos nuestros cr铆menes».
178. Is 55, 1—11 «Que el malvado abandone su camino y regrese al Se帽or; 茅l tendr谩 piedad, pues
es rico en perd贸n».
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179. Jr 7, 21—26 «Escuchad mi voz. Yo ser茅 vuestro Dios y vosotros ser茅is mi pueblo».
180. Ez 18, 20—32 «Si el malvado se convierte de los pecados cometidos y guarda mis preceptos,
ciertamente vivir谩 y no morir谩».
181. Ez 36, 23—28 «Derramar茅 sobre vosotros un agua pura y os infundir茅 mi esp铆ritu, y har茅
que camin茅is seg煤n mis preceptos».
182. Os 14, 2—10 «Israel, convi茅rtete al Se帽or, Dios tuyo».
183. J1 2, 12—19 «Convertios a m铆 de todo coraz贸n».
SALMOS RESPONSORIALES
184. Sal 12
R. Yo conf铆o en tu misericordia.
185. Sal 24
R. M铆rame, oh Dios, y ten piedad de m铆.
186. Sal 30, 1—6
R. T煤, el Dios leal, me librar谩s.
187. Sal 31
R. Confesar茅 al Se帽or mi culpa.
188. Sal 35
R. ¡Qu茅 inapreciable es tu misericordia, oh Dios!
189. Sal 49, 7—8. 14—23
R. Al que sigue buen camino le har茅 ver la salvaci贸n de Dios.
190. Sal 50
R. Devu茅lveme la alegr铆a de tu salvaci贸n.
191. Sal 72
R. Para m铆 lo bueno es estar junto a Dios.
192. Sal 89
R. S谩cianos, Se帽or, de tu misericordia y toda nuestra vida ser谩 alegr铆a y j煤bilo.
193. Sal 91
R. ¡Ojal谩 escuch茅is hoy la voz del Se帽or!
194. Sal 118, 1. 10—13. 15—16
R. Dichoso el que camina en la voluntad del Se帽or.
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195. Sal 122
R. Nuestros ojos est谩n en el Se帽or Dios nuestro.
196. Sal 129
R. Del Se帽or viene la misericordia, la redenci贸n copiosa.
197. Sal 138, 1—18. 23—24
R. Se帽or, sond茅ame y conoce mi coraz贸n.
198. Sal 142, 1—11
R. Ens茅帽ame a cumplir tu voluntad, Dios m铆o.
LECTURAS DEL NUEVO TESTAMENTO
199. Rm 3, 22—26 «Son justificados gratuitamente mediante la redenci贸n de Cristo Jes煤s».
200. Rm 5, 6 —11 «Nos gloriamos en Dios, por nuestro Se帽or Jesucristo, por quien hemos
obtenido ahora la reconciliaci贸n».
201. Rm 6, 2b—13 «Consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jes煤s».
202. Rm 6, 16—23 «El pecado paga con muerte, mientras que Dios regala vida eterna por medio
de Cristo Jes煤s, Se帽or nuestro».
203. Rm 7, 14—25 «¡Desgraciado de m铆! ¿Qui茅n me librar谩? Dios, por medio de nuestro Se帽or
Jesucristo, y le doy gracias».
204. Rm 12, 1—2. 9—19 «Transformaos por la renovaci贸n de la mente».
205. Rm 13, 8—14 «Dejemos las actividades de las tinieblas y pertrech茅monos con las armas de
la luz».
206. Ga 5, 16—24 «Los que son de Cristo han crucificado su carne con sus pasiones y sus
deseos».
207. Ef 2, 1—10 «Dios, por el gran amor con que nos am贸, estando nosotros muertos por los
pecados, nos ha hecho vivir con Cristo».
208. Ef 6, 10—18 «Tomad las armas de Dios, para poder resistir en el d铆a fatal».
209. Col 3, 1—10. 12—17 «Ya que hab茅is resucitado con Cristo, buscad los bienes de all谩 arriba.
Dad muerte a todo lo terreno».
210. Hb 12, 1—5 «Todav铆a no hab茅is llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado».
211. St 1, 22—27 «Llevad a la pr谩ctica la Palabra y no os limit茅is a escucharla».
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212. St 2, 14—26 «¿De qu茅 le sirve a uno decir que tiene fe, si no tiene obras».
213. St 3, 1—12 «Si hay uno que no falta en el hablar, es un hombre perfecto».
214. 1Jn 1, 5—10; 2, 1—2 «Si confesamos nuestros pecados, 茅l, que es fiel y justo, nos perdonar谩
los pecados y nos limpiar谩 de toda injusticia».
215. 1Jn 2, 3—11 «Quien aborrece a su hermano est谩 a煤n en las tinieblas».
216. 1Jn 3, 1—24 «Nosotros hemos pasado de la muerte a la vida: lo sabemos porque amamos
a los hermanos».
217. Ap 3, 14—22 «Como est谩s tibio y no eres fr铆o ni caliente, voy a escupirle de mi boca».
218. Ap 20, 11—15 «Cada uno fue juzgado seg煤n sus obras».
219. Ap 21, 1—8 «El que ha vencido es heredero universal: Yo ser茅 su Dios, y 茅l ser谩 mi hijo».
LECTURAS DEL EVANGELIO
220. Mt 3, 1—12 «Haced penitencia, porque se acerca el reino de los cielos».
221. Mt 4, 12—17 «Convertios, porque est谩 cerca el reino de los cielos».
222. Mt 5, 1—12 «Al ver el gent铆o, subi贸 a la monta帽a y se puso a hablar, ense帽谩ndoles».
223. Mt 5, 13—16 «Alumbre as铆 vuestra luz a los hombres».
224. Mt 5, 17—47 «Yo os digo».
225. Mt 9, 1—8 «¡脕nimo, hijo!, tus pecados est谩n perdonados».
226. Mt 9, 9—13 «No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores».
227. Mt 18, 15—20 «Has salvado a tu hermano».
228. Mt 18,21—35 «Lo mismo har谩 con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de
coraz贸n a su hermano».
229. Mt 25, 31—46 «Cada vez que lo hicisteis con uno de 茅stos, mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis».
230. Mc 12, 28—34 «El primero de todos los mandamientos».
231. Lc 7, 36—50 «Sus muchos pecados est谩n perdonados, porque tiene mucho amor».
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232. Lc 13, 1—5 «Si no os convert铆s, todos perecer茅is de la misma manera».
233. Lc 15, 1—10 «Habr谩 alegr铆a en el cielo por un solo pecador que se convierta».
234. Lc 15, 11—32 «Cuando todav铆a estaba lejos, su padre lo vio y se conmovi贸; y, echando a
correr, se le ech贸 al cuello y se puso a besarlo».
235. Lc 17, 1—4 «Si siete veces en un d铆a vuelve a decirte: “Lo siento”, lo perdonar谩s».
236. Lc 18, 9—14 «¡Oh Dios!, ten compasi贸n de este pecador».
237. Lc 19, 1—10 «El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
238. Lc 23, 39—43 «Hoy estar谩s conmigo en el para铆so».
239. Jn 8, 1—11 «Anda, y en adelante no peques m谩s».
240. Jn 8, 31—36 «Quien comete pecado es esclavo».
241. Jn 15, 1—8 «A todo sarmiento que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto, lo poda
para que d茅 m谩s fruto».
242. Jn 15, 9—14 «Vosotros sois mis amigos, si hac茅is lo que yo os mando».
243. Jn 20, 19—23 «Recibid el Esp铆ritu Santo; a quienes les perdon茅is los pecados, les quedan
perdonados».
OTRAS LECTURAS
244. Dt 9, 7—19
245. 2S 12, 1—9. 13
246. Ne 9, 1—20
247. Sb 1, 1—16
248. Sb 5 ,1—16
249. Si 28,1—7
250. Is 1,2—6. 15—18
251. Is 43, 22—28
252. Is 58, 1— 11
253. Is 59, 1—4. 9—15
254. Jr 2, 1—13
255. Jr 7,21—26
256. Ez 11, 14—21
257. Os 2, 16—25
258. Os 11, 1—10
259. Mi 6, 1—15
260. Mi 7, 2—7. 18—20
261. Za 1, 1—6
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59
262. 2Co 5, 17—21
263. Ef 4,1—3. 17—32
264. Ef 5 ,1—14
265. 1P 1, 13—23
266. 2P 1, 3 — 11
267. 1Jn 4, 16—21
268. Ap 2, 1—5
269. Mt 26, 69—75
270. Jn 19,13—37
V. INVITACIONES A LA CONFESI脫N GENERAL DE LOS PECADOS
271. Cuando la oraci贸n se dirige al Padre:
1
Pidamos, hermanos, al Dios omnipotente y misericordioso, que no se complace
en la muerte del pecador, sino en que se convierta y viva, que quienes hoy lloramos
nuestros pecados, no sintamos en el futuro sus efectos, y que no volvamos a caer
en lo mismo de lo que hoy nos arrepentimos.
R. Perdona, Se帽or, perdona a tu pueblo.
2
Nuestro Dios es clemente, su inmensa misericordia borra nuestros pecados, y su
perd贸n nos libra de las culpas pasadas. Pid谩mosle confiadamente que nos conceda
el perd贸n de nuestros pecados, ya que venimos arrepentidos de coraz贸n.
R. Te rogamos, 贸yenos.
3
Dios entreg贸 a su Hijo a la muerte por nuestros pecados, y lo resucit贸 para nuestra
justificaci贸n. Humildemente dirij谩monos a 茅l, diciendo:
R. Ten piedad de tu pueblo, Se帽or.
4
Pidamos a Dios, nuestro Padre, que espera a los hijos que se alejan y abraza a los
que vuelven, que reciba benignamente a quienes hoy regresamos a su casa.
R. Hemos pecado, Se帽or, pero no tomes en consideraci贸n nuestras culpas.
(O bien: Padre, hemos pecado contra ti, ya no somos dignos de que nos llames hijos
tuyos.)
5
Dirijamos nuestras s煤plicas a Dios, que busca lo que hab铆a perecido, que acerca lo
que se hab铆a alejado, que une lo que estaba roto, que cura lo que est谩 enfermo:
R. Cura, Se帽or, nuestras enfermedades.
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272. Cuando la oraci贸n se dirige a Cristo:
1
Invoquemos humildemente a Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte, para
que consigamos el perd贸n de nuestras ofensas y, a la vez, que nos reconciliemos
con la Iglesia a la que hemos herido con nuestras culpas.
R. Se帽or Jes煤s, s谩lvanos.
2
Con oraci贸n confiada y esperanza segura, acudamos a Cristo que, por nuestros
pecados y los de todos los hombres, se entreg贸 voluntariamente y con inmenso
amor a la muerte.
R. Cristo, 贸yenos.
3
Oremos confiadamente a Cristo, el Buen Pastor, que busca la oveja perdida y, una
vez encontrada, la recibe lleno de alegr铆a.
R. B煤scanos y rec铆benos, Se帽or.
4
Hermanos, con humildad y confianza, dirijamos nuestras preces a Jesucristo que
cargado con nuestros pecados subi贸 al le帽o, para que, muertos al pecado, vivamos
para la justicia. Sus heridas nos han curado. Digamos todos juntos:
R. ¿A qui茅n iremos?, Se帽or, t煤 tienes palabras de vida eterna.
(O bien: Nosotros hemos cre铆do y conocido que t煤 eres Cristo, el Hijo de Dios).
(O bien: Compad茅cete de nosotros y ay煤danos, Se帽or).
5
Supliquemos confiadamente a Cristo, Nuestro Se帽or, que seentreg贸 a la muerte
por nuestros pecados y resucit贸 para nuestra justificaci贸n, diciendo:
R. T煤 eres nuestro Salvador.
(O bien: Cristo, Hijo de Dios vivo, ten piedad de nosotros).
VI. INVOCACIONES PENITENCIALES
Ha de elegirse, al menos, una de ellas para pedir la verdadera contrici贸n.
273. Cuando la oraci贸n se dirige al Padre:
I
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61
Para que a nosotros, pecadores, que hemos manchado con nuestra culpa la
limpieza de la Iglesia, nos
concedas el perd贸n total de nuestras culpas, y nos devuelvas a la plena comuni贸n
con los hermanos:
R. Te rogamos, 贸yenos.
(o bien: Ten misericordia de nosotros, Se帽or).
Puede utilizarse alguna otra forma de respuesta que se juzgue oportuna.
— Para que, poniendo nuestra confianza 煤nicamente en tu misericordia, nos
admitas al sacramento de la reconciliaci贸n. R.
— Para que colaboremos sinceramente a nuestra conversi贸n y a la de los hermanos,
con la caridad, el ejemplo y la oraci贸n. R.
— Para que, a quienes hoy confesamos nuestros pecados, nos libres de la
servidumbre del mal, y nos lleves a la libertad de los hijos de Dios. R.
— Para que, reconciliados contigo y con los hermanos, hagas de nosotros un signo
vivo de tu amor en el mundo. R.
— Para que, por el sacramento de la reconciliaci贸n, recibamos la abundancia de tu
paz, y nos comprometamos a trabajar eficazmente por ella en el mundo. R.
— Para que, con este signo de tu amor, por el que perdonas nuestros pecados,
aprendamos a amar a los hermanos y a perdonarles sus ofensas. R.
— Para que nos revistas con el traje de bodas a quienes suplicamos tu misericordia
y podamos as铆 participar en tu banquete. R.
— Para que, perdonados nuestros pecados, nos conduzcas por caminos de justicia
y amor y nos concedas llegar al premio de la paz eterna. R.
— Para que ilumines con tu luz nuestras tinieblas y nos conduzcas por el camino
de la verdad. R.
— Para que, por la gloria de tu nombre, nos veamos misericordiosamente liberados
del mal que experimentamos por nuestros pecados. R.
— Para que a los librados piadosamente de las ataduras del pecado, los protejas
con tu poder de toda adversidad. R.
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62
— Para que, al vernos d茅biles, no te irrites por nuestra maldad, sino que por tu
inmensa misericordia nos purifiques, nos instruyas y nos salves. R.
— Para que tu misericordia nos libre del hombre viejo y nos haga capaces de una
nueva vida. R.
— Para que, quienes hemos abandonado tus caminos, volvamos a la senda de la
justicia, el amor y la paz. R.
— Para que, destruida nuestra maldad que da帽a, venza tu misericordia que
redime. R.
— Para que, al destruir nuestras antiguas culpas, nos preparemos para la vida
futura. R.
II
Las invocaciones siguientes pueden recitarse con una respuesta variable o invariable, como en la
Liturgia de las Horas.
— Perdona benignamente todo lo que hemos hecho contra la unidad de tu familia.
R. Y conc茅denos llegar a ser un s贸lo coraz贸n y una sola alma.
— Hemos pecado, Se帽or, hemos pecado.
R. Borra nuestra culpa con tu gracia salvadora.
— Ay煤danos a pedirte perd贸n por nuestros pecados.
R. Y a reconciliarnos, a la vez, con tu Iglesia.
— Conc茅denos entrar en tu amistad, cada vez m谩s profundamente, por una sincera
conversi贸n.
R. Y expiar las ofensas hechas a tu sabidur铆a y bondad.
— Purifica y renueva a tu Iglesia, Se帽or.
R. Para que cada vez d茅 m谩s testimonio de ti.
— Mueve a todos los que de ti se apartaron por los pecados y esc谩ndalos.
R. Para que vuelvan a ti y permanezcan en tu amor.
— Haz, Se帽or, que compartamos en nuestro cuerpo los dolores de tu Hijo.
R. Ya que en su cuerpo nos has vivificado.
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63
— Escucha, Se帽or, la oraci贸n de quienes te suplicamos, y perdona los pecados que
confesamos ante ti.
R. Para que nos concedas el perd贸n y la paz.
— Hemos pecado mucho, Se帽or, pero proclamamos tu misericordia.
R. Vu茅lvete hacia nosotros y nos convertiremos.
— Rec铆benos, ya que llegamos a ti con 谩nimo contrito y esp铆ritu de humildad.
R. Porque los que conf铆an en ti no quedar谩n confundidos.
— Pecamos e hicimos el mal, apart谩ndonos de ti.
R. En muchas cosas hemos delinquido y no hemos cumplido tus mandatos.
— Vu茅lvete, Se帽or, api谩date de nosotros y olvida nuestras culpas.
R. Arroja en la profundidad del mar todos nuestros pecados.
— Haz, Se帽or, que, justificados, nos alegremos en ti.
R. Y que nos gloriemos en la rectitud de nuestro coraz贸n.
274. Cuando la oraci贸n se dirige a Cristo:
I
— T煤, que por tu muerte nos has reconciliado con el Padre y nos has salvado. (Rm
5, 10)
R. Se帽or, ten misericordia de nosotros.
(O bien: Cristo, esc煤chanos, u otra respuesta que se considere m谩s adaptada).
— T煤, que has muerto y resucitado y est谩s sentado a la derecha del Padre para
interceder por nosotros. (Rm 8, 34) R.
— T煤, a quien Dios ha hecho para nosotros sabidur铆a, justicia, santificaci贸n y
redenci贸n. (1Co 1, 30) R.
— T煤, que has lavado, consagrado y perdonado a todos los hombres en el Esp铆ritu
de nuestro Dios. (1Co 6, 11) R.
— T煤, que nos has dicho que pecamos contra ti, si pecamos contra los
hermanos.(1Co 8, 12) R.
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64
— T煤, que, siendo rico, te hiciste pobre por nosotros, para enriquecernos con tu
pobreza. (2Co 8, 9) R.
— T煤, que te entregaste por nuestros pecados para arrancarnos de este perverso
mundo presente. (Ga 1, 4) R.
— T煤, que, resucitado de entre los muertos, nos has librado del castigo futuro. (1Ts
1, 10) R.
— T煤, que viniste a este mundo para salvar a los pecadores. (1Tm 1, 15) R.
— T煤, que te entregaste en rescate por todos. (1Tm 2, 6) R.
— T煤, que destruiste la muerte e iluminaste la vida. (2Tm 1, 10) R.
— T煤, que has de juzgar a vivos y muertos. (2Tm 4, 1) R.
— T煤, que te entregaste por nosotros, para rescatarnos de toda maldad y para
prepararte un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras. (Tt 2, 14) R.
— T煤, sumo sacerdote compasivo y fiel en lo que a Dios se refiere, que expiaste
as铆 los pecados del pueblo. (Hb 2, 17) R.
— T煤, que te has convertido para todos los que te obedecen en autor de salvaci贸n
eterna. (Hb 5, 9) R.
— T煤, que en virtud del Esp铆ritu eterno, te has ofrecido a Dios como sacrificio sin
mancha, purificando nuestra conciencia de las obras muertas. (Hb 9, 15) R.
— T煤, que te has ofrecido para quitar los pecados de todos. (Hb 9, 28) R.
— T煤, que has muerto por los pecados una vez para siempre, el inocente por los
culpables. (1P 3, 18) R.
— T煤, que eres v铆ctima de propiciaci贸n por nuestros pecados, no s贸lo por los
nuestros, sino tambi茅n por los del mundo entero. (1Jn 2, 2) R.
— T煤, que has muerto, para que no perezca ninguno de los que creen en ti, sino
que tengan vida eterna. (1 Jn 3, 16) R.
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65
— T煤, que has venido a este mundo, para buscar y salvar lo que estaba perdido. (Mt
18, 11) R.
— T煤, que has sido enviado por el Padre no para juzgar al mundo, sino para que
el mundo se salve por ti. (Jn 3, 17) R.
— T煤, que tienes potestad en la tierra para perdonar los pecados. (Mc 2, 10) R.
— T煤, que llamas a los que est谩n cansados y agobiados, y los alivias. (Mt 11, 28) R.
— T煤, que has entregado a tus ap贸stoles las llaves del reino de los cielos, para que
puedan atar y desatar. (Mt 16, 19) R.
— T煤, que has puesto la ley en el amor a Dios y al pr贸jimo. (Mt 22, 38—40) R.
— Jes煤s, vida de todos, que has venido a este mundo para que los hombres tengan
vida y la tengan abundante. (Jn 10, 11) R.
— Jes煤s, verdad eterna, que nos has hecho libres. (Jn 14, 6; 8, 32. 36) R.
— Jes煤s, 煤nico camino, por el que todos deben caminar hacia el Padre. (Jn 14, 6) R.
— Jes煤s, resurrecci贸n y vida, por quien los creyentes, aunque hayan muerto,
vivir谩n. (Jn 11, 25) R.
— Jes煤s, vid verdadera, cuyos sarmientos con fruto los poda el Padre, para que den
m谩s fruto. (Jn 15, 1—2) R.
II
Las invocaciones siguientes pueden recitarse con una respuesta variable o invariable, como en la
Liturgia de las lloras.
— M茅dico de cuerpos y almas, sana las llagas de nuestro coraz贸n.
R. Para que continuamente recibamos la ayuda de la santidad.
— Desp贸janos, Se帽or, del hombre viejo y de todas sus obras.
R. Y rev铆stenos del hombre nuevo.
— Redentor nuestro, haz que por la penitencia nos unamos cada vez m谩s a tu
pasi贸n.
R. Para que consigamos tambi茅n, m谩s plenamente, la gloria de tu resurrecci贸n.
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66
— Que tu Madre, refugio de pecadores, interceda por nosotros.
R. Para que benignamente perdones nuestros pecados.
— T煤, que perdonaste los pecados de la mujer penitente.
R. No apartes tu misericordia de nosotros.
— T煤, que pusiste sobre tus hombros a la oveja perdida.
R. Rec铆benos y ten piedad de nosotros.
— T煤, que ofreciste el para铆so al ladr贸n que estaba crucificado junto a ti.
R. Rec铆benos contigo en tu Reino.
— T煤 que has muerto y resucitado por nosotros.
R. Haznos part铆cipes de tu muerte y resurrecci贸n.
VII. PROCLAMACI脫N DE LA ALABANZA
275. Salmo 31, 1—7. 10—11
R. Alegraos, justos, y gozad con el Se帽or.
Dichoso el que est谩 absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Se帽or
no le apunta su delito. R.
Mientras call茅 se consum铆an mis huesos,
rugiendo todo el d铆a,
porque d铆a y noche tu mano
pesaba sobre m铆;
mi savia se me hab铆a vuelto
un fruto seco. R.
Hab铆a pecado, lo reconoc铆,
no te encubr铆 mi delito;
propuse: «Confesar茅 al Se帽or mi culpa»,
y t煤 perdonaste mi culpa y mi pecado. R.
Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
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67
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzar谩.
T煤 eres mi refugio; me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberaci贸n. R.
Los malvados sufren muchas penas;
al que conf铆a en el Se帽or,
la misericordia lo rodea.
Alegraos, justos, y gozad con el Se帽or;
aclamadlo, los de coraz贸n sincero. R.
276. Salmo 97. 1—9
R. Acu茅rdate, Se帽or, de tu misericordia.
Cantad al Se帽or un c谩ntico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Se帽or da a conocer su victoria
revela a las naciones su justicia:
se acord贸 de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Se帽or, tierra entera,
gritad, vitoread, tocad. R.
Ta帽ed la c铆tara para el Se帽or,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas
aclamad al Rey y Se帽or. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los r铆os, aclamen los montes
al Se帽or que llega para regir la tierra. R.
Regir谩 el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R.
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68
277. Salmo 99, 2—5
R. El Se帽or es bueno, su misericordia es eterna.
Servid al Se帽or con alegr铆a,
entrad en su presencia con v铆tores. R.
Sabed que el Se帽or es Dios:
que 茅l nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su reba帽o. R.
Entrad por sus puertas con acci贸n de gracias,
por sus atrios con himnos,
d谩ndole gracias y bendiciendo su nombre.
El Se帽or es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R.
278. Salmo 101. 1—4. 8—18
R. La misericordia del Se帽or es eterna.
Se帽or, escucha mi oraci贸n,
que mi grito llegue hasta ti;
no me escondas tu rostro
el d铆a de la desgracia. R.
Inclina tu o铆do hacia m铆;
cuando te invoco, esc煤chame en seguida.
Que mis d铆as se desvanecen como humo,
mis huesos queman como brasas. R.
Estoy desvelado, gimiendo,
como p谩jaro sin pareja en el tejado.
Mis enemigos me insultan sin descanso;
furiosos contra m铆, me maldicen. R.
En vez de pan, como ceniza,
mezclo mi bebida con llanto,
por tu c贸lera y tu indignaci贸n,
porque me alzaste en vilo y me tiraste;
mis d铆as son una sombra que se alarga,
me voy secando como la hierba. R.
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69
T煤, en cambio, permaneces para siempre,
y tu nombre de generaci贸n en generaci贸n.
Lev谩ntate y ten misericordia de Si贸n,
que ya es hora y tiempo de misericordia. R.
Tus siervos aman sus piedras,
se compadecen de sus ruinas.
Los gentiles temer谩n tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria. R.
Cuando el Se帽or reconstruya Si贸n,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las s煤plicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R.
279. Salmo 118, 1. 10—13. 15—16. 18. 33. 105. 169. 170. 174—175.
R. Bendito seas, Se帽or, mu茅strame el camino de tus leyes.
Dichoso el que, convida intachable,
camina en la voluntad del Se帽or.
Te busco de todo coraz贸n,
no consientas que me desv铆e de tus mandamientos;
en mi coraz贸n escondo tus consignas,
as铆 no pecar茅 contra ti. R.
Bendito eres, Se帽or;
ens茅帽ame tus leyes;
mis labios van enumerando
los mandamientos de tu boca. R.
Medito tus decretos,
y me fijo en tus sendas;
tu voluntad es mi delicia,
no olvidar茅 tus palabras. R.
脕breme los ojos y contemplar茅
las maravillas de tu voluntad.
Mu茅strame, Se帽or, el camino de tus leyes,
y lo seguir茅 puntualmente. R.
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70
L谩mpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero.
Que llegue mi clamor a tu presencia;
Se帽or, con tus palabras dame inteligencia;
que mi s煤plica entre en tu presencia,
l铆brame seg煤n tu promesa. R.
Ans铆o tu salvaci贸n, Se帽or;
tu voluntad es mi delicia.
Que mi alma viva para alabarte,
que tus mandamientos me auxilien. R.
280. Salmo 144, 1—21
R. D铆a tras d铆a te bendecir茅 y alabar茅 tu nombre por siempre jam谩s.
Te ensalzar茅, Dios m铆o, mi rey;
bendecir茅 tu nombre por siempre jam谩s.
D铆a tras d铆a te bendecir茅
y alabar茅 tu nombre por siempre jam谩s. R.
Grande es el Se帽or, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza;
una generaci贸n pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus haza帽as. R.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas;
encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias. R.
El Se帽or es clemente y misericordioso,
lento a la c贸lera y rico en piedad;
el Se帽or es bueno con todos,
es cari帽oso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Se帽or,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus haza帽as;
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explicando tus haza帽as a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado. R.
Tu reinado es un reinado perpetuo
tu gobierno va de edad en edad.
El Se帽or es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones. R.
El Se帽or sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan.
Los ojos de todos te est谩n aguardando,
t煤 les das la comida a su tiempo;
abres t煤 la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R.
El Se帽or es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca est谩 el Se帽or de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
Satisface los deseos de sus fieles,
escucha sus gritos, y los salva.
El Se帽or guarda a los que lo aman,
pero destruye a los malvados. R.
Pronuncie mi boca la alabanza del Se帽or,
todo viviente bendiga su santo nombre
por siempre jam谩s. R.
281. Salmo 145, 2—10
R. Ta帽er茅 para mi Dios mientras exista.
Alabar茅 al Se帽or mientras viva,
ta帽er茅 para mi Dios mientras exista. R.
No confi茅is en los pr铆ncipes,
seres de polvo que no pueden salvar:
exhalan el esp铆ritu y vuelven al polvo,
ese d铆a perecen sus planes. R.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
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el que espera en el Se帽or, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en 茅l. R.
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos. R.
El Se帽or liberta a los cautivos,
el Se帽or abre los ojos al ciego,
el Se帽or endereza a los que ya se doblan,
el Se帽or ama a los justos. R.
El Se帽or guarda a los peregrinos,
sustenta al hu茅rfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados. R.
El Se帽or reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.
¡Aleluya! R.
282. Isa铆as 12, 1b—6
R. Dad gracias al Se帽or, invocad su nombre.
Ha cesado, Se帽or, tu ira
y me has consolado.
脡l es mi Dios y Salvador:
confiar茅 y no temer茅,
porque mi fuerza y mi poder es el Se帽or,
茅l fue mi salvaci贸n. R.
Y sacar茅is aguas con gozo
de las fuentes de la salvaci贸n. R.
Aquel d铆a dir茅is:
«Dad gracias al Se帽or,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus haza帽as,
proclamad que su nombre es excelso. R.
Ta帽ed para el Se帽or, que hizo proezas,
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73
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sion:
“Qu茅 grande es en medio de ti
el Santo de Israel”». R.
283. Isa铆as 61, 10—11
R. Me alegro con mi Dios.
Desbordo de gozo con el Se帽or,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas. R.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jard铆n hace brotar sus semillas,
as铆 el Se帽or har谩 brotar la justicia
y los himnos, ante todos los pueblos. R.
284. Jerem铆as 31, 10—14
R. El Se帽or ha redimido a su pueblo.
Escuchad, pueblos, la palabra del Se帽or,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispers贸 a Israel lo reunir谩,
lo guardar谩 como pastor a su reba帽o. R.
Porque el Se帽or redimi贸 a Jacob,
lo rescat贸 de una mano m谩s fuerte». R.
Vendr谩n con aclamaciones a la altura de Sion,
afluir谩n hacia los bienes del Se帽or:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los reba帽os de ovejas y de vacas;
su alma ser谩 como un huerto regado
y no volver谩n a desfallecer. R.
Entonces se alegrar谩 la doncella en la danza,
gozar谩n los j贸venes y los viejos;
convertir茅 su tristeza en gozo,
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los alegrar茅 y aliviar茅 sus penas;
alimentar茅 a los sacerdotes con enjundia,
y mi pueblo se saciar谩 de mis bienes. R.
285. Daniel 3, 52—57
R. Bendecid al Se帽or, alabadlo y ensalzadlo por los siglos.
Bendito eres, Se帽or, Dios de nuestros padres:
a ti gloria y alabanza por los siglos.Bendito tu nombre, santo y glorioso:
a 茅l gloria y alabanza por los siglos. R.
Bendito eres en el templo de tu santa gloria:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
Bendito eres sobre el trono de tu reino:
a ti gloria y alabanza por los siglos. R.
Bendito eres t煤, que, sentado sobre querubines,
sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos. R.
Bendito eres en la b贸veda del cielo:
a ti honor y alabanza por los siglos.
Criaturas todas del Se帽or, bendecid al Se帽or,
ensalzadlo con himnos por los siglos. R.
286. Efesios 1 , 3—10
R. Bendito sea Dios, que nos ha elegido en la persona de Cristo.
Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Se帽or Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
脡l nos eligi贸 en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fu茅semos santos
e irreprochables ante 茅l por el amor.
脡l nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos,
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para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redenci贸n,
el perd贸n de los pecados.
El tesoro de su gracia, sabidur铆a y prudencia
ha sido un derroche para con nosotros,
d谩ndonos a conocer el misterio de su voluntad.
脡ste es el plan que hab铆a proyectado realizar por Cristo
cuando llegase el momento culminante:
recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
287. Apocalipsis 15, 3—4
R. Grandes y admirables son tus obras, Se帽or.
Cantaban el c谩ntico de Mois茅s, el siervo de Dios,
y el c谩ntico del Cordero, diciendo:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
Se帽or, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
¿Qui茅n no temer谩, Se帽or,
y glorificar谩 tu nombre?
Porque t煤 solo eres santo,
porque vendr谩n todas las naciones
y se postrar谩n ante tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos».
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AP脡NDICE I.
ABSOLUCI脫N DE CENSURAS
288. En cuanto a los pecados actualmente reservados, bien por su propia naturaleza, bien por
raz贸n de una censura, no ha de cambiarse la f贸rmula de la absoluci贸n, sino que es suficiente que
el confesor tenga intenci贸n de absolver al penitente, incluso de los pecados reservados,
observando —hasta que otra cosa se establezca y si la situaci贸n lo requiere— las normas del
derecho vigente relativas a la obligaci贸n de recurrir a la Autoridad competente. El confesor, sin
embargo, puede, antes de absolver los pecados, absolver de la censura con la f贸rmula que se
propone m谩s abajo para usarse fuera del sacramento de la Penitencia.
289. Cuando el sacerdote, seg煤n las normas del derecho, absuelve de la censura a alg煤n penitente
fuera del sacramento de la Penitencia, usa de la f贸rmula siguiente:
En virtud del poder que se me ha concedido,
yo te absuelvo del v铆nculo de excomuni贸n
(o suspensi贸n o entredicho).
En el nombre del Padre, y del Hijo,
✠ y del Esp铆ritu Santo.
El penitente responde:
Am茅n.
DISPENSA DE IRREGULARIDAD
290. Si el penitente ha incurrido en cualquier irregularidad, el sacerdote, seg煤n la norma del
derecho, para dispensarlo de dicha irregularidad dice la siguiente f贸rmula, bien dentro de la
confesi贸n y una vez dada la absoluci贸n, bien fuera del sacramento de la Penitencia:
En virtud del poder que se me ha concedido,
yo te dispenso
de la irregularidad en que has incurrido.
En el nombre del Padre, y del Hijo,
✠ y del Esp铆ritu Santo.
El penitente responde:
Am茅n.
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77
AP脡NDICE II.
ESQUEMAS DE CELEBRACIONES PENITENCIALES
Esta parte ha sido preparada por la SAGRADA CONGREGACI脫N PARA EL CULTO
DIVINO, para utilidad de aquellos que tienen que preparar o elaborar las Celebraciones
Penitenciales.
291. Las celebraciones penitenciales, de las que se trata en los Praenotanda (nn. 36—37) de este
Ritual de la Penitencia, son muy 煤tiles en la vida de cada uno y en la de la comunidad, para
reavivar el esp铆ritu y la virtud de la penitencia, y para preparar una celebraci贸n m谩s fructuosa del
sacramento. Proc煤rese que los fieles no confundan estas celebraciones con la absoluci贸n y
confesi贸n sacramental1.
292. En las celebraciones penitenciales, especialmente aquellas que se tienen con grupos y en
circunstancias particulares, se ha de atender con mucho cuidado a las condiciones especiales de
vida, al lenguaje y a la capacidad de los reunidos. Pertenece, pues, a las comisiones de liturgia2 y
a cada comunidad cristiana preparar de tal modo estas celebraciones, que se elijan los textos m谩s
aptos y se observe el rito m谩s oportuno para cada una de las asambleas y seg煤n las diversas
circunstancias.
293. Para facilitar esta tarea se proponen aqu铆 varios y diversos ejemplos de celebraciones
penitenciales, que hay que tomarlos como modelos adaptables a las condiciones propias y
caracter铆sticas de cada comunidad.
294. A veces se realiza el sacramento de la Penitencia como complemento de estas celebraciones;
en tal caso, despu茅s de las lecturas y de la homil铆a, se utiliza el «Rito para reconciliar a varios
penitentes con confesi贸n y absoluci贸n individual» (nn. 105—147) o, en los casos previstos por
el derecho, se emplea el «Rito para reconciliar a muchos penitentes con confesi贸n y absoluci贸n
general» (nn. 148—153).
1 Cf. S. Congr. para la Doctrina de la Fe, Normae pastorales circa absolutionem sacramentalem generali modo impartiendam, 16
junio 1972, n煤m. X: AAS, 64 (1972), p. 513.
2 Cf. S. Congr. Ritos, Instr. Inter Oecumenici, 26 septiembre 1964, n煤m 39: AAS, 56 (1964) p. 110.
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I. PARA EL TIEMPO DE CUARESMA
295. La Cuaresma es el tiempo penitencial por excelencia, tanto para cada uno de los fieles como
para toda la Iglesia. Conviene, pues, que durante este tiempo la comunidad cristiana se prepare
por medio de celebraciones penitenciales para una m谩s plena participaci贸n en el misterio
pascual3.
296. Hay que tener muy en cuenta el car谩cter penitencial de la liturgia de la Palabra en las Misas
de Cuaresma. Los textos, tanto del Leccionario de la Misa como del Misal Romano, pueden
utilizarse m谩s oportunamente en las celebraciones penitenciales del tiempo de Cuaresma.
297. Aqu铆 se proponen dos esquemas de celebraci贸n penitencial m谩s acomodados al tiempo de
Cuaresma. El primero trata de la penitencia como medio para robustecer y restaurar la gracia
bautismal; el segundo presenta la penitencia como preparaci贸n para participar m谩s plenamente
en el misterio pascual de Cristo y de la Iglesia.
I. La Penitencia robustece y restaura la gracia bautismal
298. Despu茅s de un canto apropiado y del saludo del ministro, expliq煤ese a los fieles la
significaci贸n de esta celebraci贸n, que prepara a la comunidad cristiana a recordar la gracia
bautismal en la noche pascual y a conseguir la nueva vida con Cristo por medio de la liberaci贸n
del pecado.
299. ORACI脫N
Hermanos:
Ya que por nuestros pecados nos hemos olvidado de la gracia bautismal, pidamos
ahora que seamos restaurados en esa gracia por medio de la penitencia.
O bien:
Inclinaos ante el Se帽or.
Y todos oran en silencio alg煤n tiempo. Luego, el sacerdote recita la siguiente plegaria:
Pod茅is levantaros.
Guarda, Se帽or, en tu constante amor a los que has lavado en el agua del Bautismo,
para que, redimidos por tu pasi贸n, se alegren en tu resurrecci贸n. T煤 que vives y
reinas por los siglos de
los siglos. Am茅n.
3 (3) Cf. Conc. Vat. II. Const. Sacrosantum Concilium, n煤m. 109; Pablo VI, Const. Apost. Paenitemini, 17 febrero 1966,
n煤m. IX: AAS, 58 (1966), p. 185.
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Lecturas
PRIMERA LECTURA
300. Del mismo modo que los israelitas, despu茅s del paso del mar Rojo, se olvidaron de las
maravillas de Dios, as铆 ahora los miembros del nuevo pueblo de Dios, despu茅s de la gracia del
Bautismo, han vuelto al pecado.
Lectura de la primera carta del ap贸stol san Pablo a los Corintios. 10, 1—13
No quiero que ignor茅is, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la
nube y todos atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Mois茅s por la nube
y el mar; y todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma
bebida espiritual, pues beb铆an de la roca espiritual que les segu铆a; y la roca era
Cristo. Pero la mayor铆a de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron
tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para nosotros, para que no codiciemos el mal
como lo hicieron nuestros padres.
No os hag谩is id贸latras, como alguno de ellos, seg煤n est谩 escrito: «Se sent贸 el pueblo
a comer y a beber y se levantaron para danzar».
Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, cayendo veintitr茅s mil en un
d铆a. Ni tentemos al Se帽or, como algunos de ellos le tentaron, y perecieron por las
serpientes.
No protest茅is, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del
Exterminador.
Todo esto les suced铆a como un ejemplo y fue escrito para es carmiento nuestro, a
quienes nos ha tocado vivir en la 煤ltima de las edades. Por lan铆o, el que se crea
seguro, ¡cuidarlo! no caiga.
No os ha sobrevenido tentaci贸n que no fuera humana, y fiel es Dios, que no
permitir谩 que se谩is tentados sobre vuestras fuerzas; antes dispondr谩 con la
tentaci贸n el 茅xito para que pod谩is resistirla.
Palabra de Dios.
301. SALMO RESPONSORIAL Sal 105, 6—10. 13—14. 19—22
R. Hemos pecado con nuestros padres, hemos cometido maldades e iniquidades.
Hemos pecado con nuestros padres,
hemos cometido maldades e iniquidades.
Nuestros padres en Egipto
no comprendieron tus maravillas;
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no se acordaron de tu abundante misericordia,
se rebelaron contra el Alt铆simo en el mar Rojo. R.
Pero Dios los salv贸 por amor de su nombre,
para manifestar su poder.
Increp贸 al mar Rojo, y se sec贸,
los condujo por el abismo como por tierra firme;
los salv贸 de la mano del adversario,
los rescat贸 del pu帽o del enemigo. R.
Bien pronto olvidaron sus obras,
y no se fiaron de sus planes:
ard铆an de avidez en el desierto
y tentaron a Dios en la estepa. R.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un 铆dolo de fundici贸n;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que hab铆a hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el pa铆s de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
302. EVANGELIO
El hijo que abandona a su padre y a su casa es recibido de nuevo con amor por el padre; la oveja
que se extravi贸 del redil es buscada sol铆citamente por el pastor. As铆 tambi茅n nosotros, que hemos
pecado despu茅s de la gracia del bautismo, somos buscados por Dios, que nos recibe con amor
cuando volvemos a 茅l, en medio de la alegr铆a de toda la Iglesia.
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 15 , 4—7
En aquel tiempo, dijo Jes煤s a los fariseos y escribas esta par谩bola:
«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y
nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, re煤ne a
los amigos y a los vecinos para decirles:
“¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me hab铆a perdido”.
Os digo que as铆 tambi茅n habr谩 m谩s alegr铆a en el cielo por un s贸lo pecador que se
convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
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Palabra del Se帽or.
O bien:
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 15 ,11—32
En aquel tiempo Jes煤s les dijo esta par谩bola:
«Un hombre ten铆a dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les reparti贸 los bienes.
No muchos d铆as despu茅s, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigr贸 a un pa铆s
lejano, y all铆 derroch贸 su fortuna viviendo perdidamenle.
Cuando lo hab铆a gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empez贸
茅l a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insisti贸 a un habitante de aquel pa铆s que le mand贸 a sus
campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el est贸mago de las
algarrobas que com铆an los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando, entonces se dijo:
“Cu谩ntos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aqu铆 me
muero de hambre. Me pondr茅 en camino adonde est谩 mi padre, y le dir茅: Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: tr谩tame
como a uno de tus jornaleros”.
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todav铆a estaba lejos, su padre
lo vio y se conmovi贸; y, echando a correr, se le ech贸 al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias
en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque
este hijo m铆o estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oy贸 la m煤sica y el baile, y llamando a uno
de los mozos, le pregunt贸 qu茅 pasaba.
脡ste le contest贸:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha
recobrado con salud”.
Id se indign贸 y se negaba a entrar; pero su padre sali贸 e intentaba persuadirlo.
Y el replic贸 a su padre:
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“Mira: en tantos a帽os como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a m铆
nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando
ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas
el ternero cebado”
El padre le dijo:
“Hijo, t煤 siempre est谩s conmigo, y todo lo m铆o es tuyo: deber铆as alegrarte, porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos
encontrado”».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
303. Puede tratar:
— sobre la necesidad de perfeccionar la gracia del Bautismo por medio de la fidelidad de vida al
Evangelio de Cristo (Cf. ICo 10, 1—13);
— sobre la gravedad del pecado despu茅s del Bautismo (Cf. Hb 6, 4—8);
— sobre la infinita misericordia de Dios nuestro Padre, que siempre nos recibe cuando volvemos
a 茅l despu茅s del pecado (Cf. Le 15);
— sobre la Pascua, que es la fiesta de la Iglesia que se alegra por la iniciaci贸n cristiana de los
catec煤menos y por la reconciliaci贸n de los penitentes.
Examen de conciencia
304. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
propone en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos ile silencio para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal. Especialmente exam铆nese la conciencia
sobre las promesas bautismales, que se renuevan en la noche de Pascua.
Acto penitencial
305. El di谩cono (o, en su ausencia, otro ministro) se dirige de este modo a los presentes:
Hermanos:
Este es el tiempo aceptable, este es el d铆a de la misericordia divina y de la salvaci贸n
humana, en el cual la muerte encontr贸 su t茅rmino y la vida eterna hall贸 su principio,
cuando en la vi帽a del Se帽or, a la vez que se injertan nuevos sarmientos, se podan
los viejos para que den m谩s fruto.
Este es el momento en que cada uno de nosotros se confiesa pecador y, mientras
somos impulsados a la penitencia por el ejemplo y las oraciones de los hermanos,
confesamos y decimos: «Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi delito.
Aparta tu rostro de mi pecado, Se帽or, y borra todas mis iniquidades. Devu茅lveme
la alegr铆a de tu salvaci贸n, afi谩nzame con esp铆ritu generoso».
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Venga sobre nosotros la misericordia de Dios cuya piedad invocamos con un
coraz贸n contrito; para que, cuantos no 茅ramos agradables a ti a causa de nuestros
pecados, podamos desde ahora agradarte unidos al Se帽or resucitado, autor de
nuestra vida.
El sacerdote derrama sobre los presentes agua bendita, mientras todos cantan (o dicen):
Roc铆ame, Se帽or, con el hisopo y quedar茅 limpio;
l谩vame: quedar茅 m谩s blanco que la nieve.
Despu茅s, el sacerdote dice esta oraci贸n:
Oh Dios, santo y misericordioso,
que has creado y redimido al g茅nero humano
y has devuelto al hombre, por la sangre de tu Hijo,
la vida eterna que hab铆a perdido por las insidias del diablo;
vivifica con tu Esp铆ritu Santo
a los que no quieres que caigan en la muerte,
y acoge en la verdad
a los que no quieres que permanezcan en el error.
Que la humilde y confiada confesi贸n de estos tus hijos
te conmueva, Se帽or.
Cura sus heridas,
extiende tu mano salvadora a los que est谩n postrados,
para que tu Iglesia no sufra en alguna parte de su cuerpo,
tu reba帽o no padezca disminuci贸n,
el enemigo no se alegre con el da帽o de tu familia
y la muerte eterna no alcance
a los que han renacido en el bautismo salvador.
A ti, Se帽or, te dirigimos nuestras humildes preces
y el llanto de nuestro coraz贸n.
Perdona a los que se arrepienten,
para que, vueltos del error al camino de la justicia,
no sufran m谩s nuevas heridas,
sino que conserven 铆ntegra y perfectamente
lo que tu gracia les ha dado y tu misericordia les ha restituido.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
La celebraci贸n acaba con un c谩ntico apropiado y la despedida de la asamblea.
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II. La Penitencia como preparaci贸n a una participaci贸n m谩s plena en el
misterio pascual de Cristo, Salvador del mundo
306. Despu茅s de un c谩ntico apropiado y del saludo del ministro, con breves palabras h谩gase ver
a los fieles, que, si fueron solidarios en el pecado, deben serlo tambi茅n en la penitencia, de tal
manera que cada uno se sienta llamado a la conversi贸n para la santificaci贸n de toda la comunidad.
Oraci贸n
307. Hermanos:
Oremos para que, unidos por la penitencia a Cristo, crucificado por nosotros,
podamos participar con todos los hombres en su resurrecci贸n.
Pong谩monos de rodillas (o Inclin茅monos ante, el Se帽or).
Y todos oran durante alg煤n tiempo en silencio.
Pod茅is levantaros.
Se帽or, Dios y Padre nuestro,
que nos has dado la vida
por medio de la pasi贸n de tu Hijo,
conc茅denos que, unidos a su muerte, por la penitencia
podamos tambi茅n participar con todos los hombres
en su resurrecci贸n.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
O bien:
Padre omnipotente y misericordioso,
conc茅denos que, movidos y ayudados por tu Esp铆ritu,
llevemos siempre en nuestro cuerpo
la muerte de Jes煤s,
para que tambi茅n su vida
se manifieste en nosotros.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
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Lecturas
PRIMERA LECTURA
308. El siervo del Se帽or, como manso cordero, recibe y soporta los pecados del pueblo para que
con sus heridas queden todos curados. Los disc铆pulos de Cristo, por la penitencia, pueden llorar
y expiar en s铆 mismos los pecados de todo el mundo.
Lectura del profeta Isa铆as. 53 , 1—7 . 10—12
¿Qui茅n crey贸 nuestro anuncio?,
¿a qui茅n se revel贸 el brazo del Se帽or?
Creci贸 en su presencia como un brote,
como ra铆z en tierra 谩rida,
sin figura, sin belleza.
Lo vimos sin aspecto atrayente,
despreciado y evitado por los hombres,
como un hombre de dolores,
acostumbrado a sufrimientos,
ante el cual se ocultan los rostros,
despreciado y desestimado.
脡l soport贸 nuestros sufrimientos
y aguant贸 nuestros dolores;
nosotros lo estimamos leproso,
herido de Dios y humillado;
pero 茅l fue traspasado por nuestras rebeliones,
triturado por nuestros cr铆menes.
Nuestro castigo saludable cay贸 sobre 茅l,
sus cicatrices nos curaron.
'lodos err谩bamos como ovejas,
cada uno siguiendo su camino;
y el Se帽or carg贸 sobre 茅l
todos nuestros cr铆menes.
Maltratado, voluntariamente se humillaba
y no abr铆a la boca;
como cordero llevado al matadero,
como oveja ante el esquilador,
enmudec铆a y no abr铆a la boca.
El Se帽or quiso triturarlo con el sufrimiento,
y entregar su vida como expiaci贸n,
ver谩 su descendencia, prolongar谩 sus a帽os,
lo que el Se帽or quiere prosperar谩 por su mano.
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Por los trabajos de su alma ver谩 la luz;
con lo aprendido, mi Siervo justificar谩 a muchos,
cargando con los cr铆menes de ellos.
Le dar茅 una multitud como parte,
y tendr谩 como despojo una muchedumbre.
Porque expuso su vida a la muerte
y fue contado entre los pecadores,
茅l tom贸 el pecado de muchos
e intercedi贸 por los pecadores.
Palabra de Dios.
309. SALMO RESPONSORIAL Sal 21, 2—3. 7—9. 18—28
El Se帽or escucha la oraci贸n de Cristo, que muere por nuestros pecados en la cruz. Su muerte se
convierte en vida de todo el mundo. La penitencia, por la que morimos a nuestros pecados, es
una renovaci贸n de vida en la Iglesia y en el mundo.
R. Padre, h谩gase tu voluntad.
Dios m铆o, Dios m铆o, ¿por qu茅 me has abandonado?;
a pesar de mis gritos, mi oraci贸n no te alcanza.
Dios m铆o, de d铆a te grito, y no respondes;
de noche, y no me haces caso. R.
Pero yo soy un gusano, no un hombre,
verg眉enza de la gente, desprecio del pueblo;
al verme, se burlan de m铆,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudi贸 al Se帽or, que lo ponga a salvo;
que lo libre, si tanto lo quiere». R.
Me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos.
Ellos me miran triunfantes,
se reparten mi ropa,
echan a suerte mi t煤nica. R.
Pero t煤, Se帽or, no te quedes lejos;
fuerza m铆a, ven corriendo a ayudarme.
L铆brame a m铆 de la espada,
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y a mi 煤nica vida, de la garra del mast铆n;
s谩lvame de las fauces del le贸n,
a este pobre, de los cuernos del b煤falo. R.
Contar茅 tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabar茅,
fieles del Se帽or, alabadlo;
linaje de Jacob, glorificadlo;
temedlo, linaje de Israel. R.
Porque no ha sentido desprecio ni repugnancia
hacia el pobre desgraciado;
no le ha escondido su rostro:
cuando pidi贸 auxilio, lo escuch贸. R.
脡l es mi alabanza en la gran asamblea,
cumplir茅 mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comer谩n hasta saciarse,
alabar谩n al Se帽or los que lo buscan:
viva su coraz贸n por siempre.
Lo recordar谩n y volver谩n al Se帽or
hasta de los confines del orbe. R.
SEGUNDA LECTURA
310. Si soportamos con paciencia las penas de la vida y de los hombres, podemos, im itando a
Cristo, extinguir con nuestro amor el odio del mundo y vencer el mal con el bien, de tal m odo
que nuestra participaci贸n en la pasi贸n de Cristo contribuya a la salvaci贸n del mundo.
Lectura de la primera carta del ap贸stol san Pedro. 2 , 20b—25
Queridos hermanos:
Si, obrando el bien, soport谩is el sufrimiento, hac茅is una cosa hermosa ante Dios.
Pues para esto hab茅is sido llamados, ya que tambi茅n Cristo padeci贸 su pasi贸n por
vosotros, dej谩ndoos un ejemplo para que sig谩is sus huellas.
脡l no cometi贸 pecado, ni encontraron enga帽o en su boca; cuando lo insultaban,
no devolv铆a el insulto; en su pasi贸n no profer铆a amenazas; al contrario, se pon铆a en
manos del que juzga justamente. Cargado con nuestros pecados subi贸 al le帽o, para
qtie, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas os han curado.
Andabais descarriados como ovejas, pero ahora hab茅is vuelto al pastor y guardi谩n
de vuestras vidas.
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Palabra de Dios.
VERS脥CULO ANTES DEL EVANGELIO
Gloria a ti, Se帽or, que te has entregado por nuestros pecados y has resucitado para
nuestra justificaci贸n. Gloria a ti, Se帽or.
U otro canto apropiado.
EVANGELIO
311. Jes煤s exhorta a sus disc铆pulos a que, siguiendo su ejemplo (bebiendo su c谩liz), se hagan
siervos de los hermanos y den su vida por ellos.
Se puede omitir lo incluido entre ( ).
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Marcos. 10, 32—45 (o, m谩s breve, 32—34.
42—45)
En aquel tiempo, los disc铆pulos iban subiendo camino de Jerusal茅n, y Jes煤s se les
adelantaba; los disc铆pulos se extra帽aban, y los que segu铆an iban asustados. 脡l tom贸
aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder:
«Mirad, estamos subiendo a Jerusal茅n, y el Hijo del Hombre va a ser entregado a
los sumos sacerdotes y a los letrados, le condenar谩n a muerte y lo entregar谩n a los
gentiles, se burlar谩n de 茅l, le escupir谩n, lo azotar谩n y lo matar谩n; y a los tres d铆as
resucitar谩».
(Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron:
«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir».
Les pregunt贸:
«¿Qu茅 quer茅is que haga por vosotros?»
Contestaron:
« Conc茅denos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda».
«No sab茅is lo que ped铆s, ¿sois capaces de beber el c谩liz que yo he de beber, o de
bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?»
Contestaron:
«Lo somos».
Jes煤s les dijo:
«El c谩liz que yo voy a beber lo beber茅is, y os bautizar茅is con el bautismo con que
yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a
m铆 concederlo; est谩 ya reservado».
Los otros diez, al o铆r aquello, se indignaron contra Santiago y Juan).
Jes煤s, reuni茅ndolos, les dijo:
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«Sab茅is que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que
los grandes los oprimen.
Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera
ser primero, sea esclavo de todos.
Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar
su vida en rescate por todos».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
312. Puede tratar:
— sobre el pecado como ofensa a Dios y tambi茅n a la Iglesia, cuerpo de Cristo, del que somos
miembros por el Bautismo;
— sobre el pecado en cuanto que es falta de amor a Cristo, que nos ha amado hasta el fin en su
misterio pascual;
— sobre la corresponsabilidad en el bien y en el mal;
— sobre el misterio de la expiaci贸n vicaria, en virtud de la cual Cristo soporto nuestros pecados,
para que con sus heridas fu茅semos sanados (Cf. Is 53; 1P 2, 24);
— sobre el aspecto social y eclesial de la penitencia, por la que cada uno coopera a la conversi贸n
de toda la comunidad.
— sobre la celebraci贸n de la Pascua como fiesta de la comunidad cristiana, que se renueva por
la conversi贸n o la penitencia de cada uno de sus miembros, para que se manifieste m谩s
claramente como signo de la salvaci贸n en el mundo.
Examen de conciencia
313. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
314. Despu茅s del examen de conciencia, todos dicen a la vez:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisi贸n.
D谩ndose golpes de pecho, a帽aden:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Y a continuaci贸n:
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Por eso ruego a santa Mar铆a, siempre Virgen,
a los 谩ngeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que interced谩is por m铆 ante Dios, nuestro Se帽or.
Despu茅s, como signo de conversi贸n y de amor al pr贸jimo, prop贸ngase algo en ayuda de los
pobres, para que puedan celebrar con mas alegr铆a la Pascua, bien se trate de visitar a enfermos,
bien de reparar alguna injusticia en la comunidad, etc.
Finalmente, puede cantarse o recitarse la oraci贸n dominical, que el sacerdo
te concluye as铆:
L铆branos, Padre, de todo mal,
y por medio de la santa pasi贸n de tu Hijo,
a la que nos unimos por la penitencia,
haznos participar con alegr铆a en su resurrecci贸n.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n .
Si las circunstancias lo aconsejan, despu茅s de la confesi贸n general puede tenerse alg煤n ejercicio
de piedad como la adoraci贸n de la cruz o el V铆a crucis, seg煤n las costumbres del lugar y el deseo
de los fieles.
Al final, despu茅s de un canto apropiado, el pueblo es despedido con un saludo o con la
bendici贸n.
II. PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO
Monici贸n
315. Despu茅s de un canto y del saludo, en una breve monici贸n prop贸ngase el sentido de la
celebraci贸n con 茅stas o semejantes palabras:
Hermanos:
El Tiempo de Adviento nos prepara para celebrar el misterio de la encarnaci贸n del
Se帽or, con el cual se inici贸 nuestra salvaci贸n; pero, al mismo tiempo, suscita en
nosotros la esperanza de la segunda venida del Se帽or, con la cual la historia de
nuestra salvaci贸n llegar谩 a su plenitud. Pero como en la hora de la muerte el Se帽or
vendr谩 para cada uno de nosotros, es necesario que nos encuentre vigilantes seg煤n
la palabra del Evangelio: «Dichosos aquellos siervos si el Se帽or, al llegar, los
encuentra en vela» (Le 12, 37). Que esta celebraci贸n penitencial nos haga m谩s
limpios y nos prepare mejor para esta venida del Se帽or, que celebramos en los
sagrados misterios.
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O bien:
Hermanos:
Daos cuenta del momento en que viv铆s; ya es hora de espabilarse, porque ahora
nuestra salvaci贸n est谩 m谩s cerca que cuando empezamos a creer. La noche est谩
avanzada, el d铆a se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrech茅monos
con las armas de la luz. (Rm 13; 11—12)
Oraci贸n
316. Oremos, hermanos, para que la venida del Se帽or, cuyo misterio celebraremos
en las pr贸ximas solemnidades, nos encuentre vigilantes y preparados.
Y todos oran en silencio alg煤n tiempo. Luego, el sacerdote recita la siguiente plegaria:
Oh Dios, creador de los cielos:
te pedimos el perd贸n de las ofensas
para que, esperando firmemente la venida de nuestro Redentor,
merezcamos alcanzar el perd贸n de los pecados.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
O bien:
Se帽or, Hijo de Dios,
creador y Salvador del g茅nero humano,
ven pronto desde la Virgen Inmaculada,
redime al mundo,
para que sintamos que t煤 nos has librado del pecado,
haci茅ndote en todo semejante a nosotros,
excepto en la culpa.
T煤 que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
Lecturas
PRIMERA LECTURA
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317. La venida del Se帽or lleva consigo un juicio. Con nuestras obras realizamos ahora la elecci贸n
del premio o del castigo. Cuando aparezca el Se帽or, se manifestar谩 tambi茅n entonces nuestra
elecci贸n. La penitencia es el momento de la elecci贸n y de la decisi贸n.
Lectura del profeta Malaqu铆as. 3, 1—7a
As铆 dice el Se帽or Dios:
«Mirad, yo env铆o mi mensajero,
para que prepare el camino ante m铆.
De pronto entrar谩 en el santuario
el Se帽or a quien vosotros busc谩is,
el mensajero de la alianza que vosotros dese谩is.
Miradlo entrar
—dice el Se帽or de los Ej茅rcitos—.
¿Qui茅n podr谩 resistir el d铆a de su venida?,
¿qui茅n quedar谩 en pie cuando aparezca?
Ser谩 un fuego de fundidor, una lej铆a de lavandero:
se sentar谩 como un fundidor que refina la plata,
como a plata y a oro refinar谩 a los hijos de Lev铆,
y presentar谩n al Se帽or la ofrenda como es debido.
Entonces agradar谩 al Se帽or
la ofrenda de Jud谩 y de Jerusal茅n,
como en los d铆as pasados, como en los a帽os antiguos.
Os llamar谩 a juicio.
Ser茅 un testigo exacto
contra hechiceros y ad煤lteros,
y contra los que juran en falso,
contra los que defraudan el salario al obrero,
oprimen viudas y hu茅rfanos,
hacen injusticia al forastero,
sin tenerme respeto
—dice el Se帽or de los Ej茅rcitos—.
Yo, el Se帽or, no he cambiado,
pero vosotros, hijos de Jacob,
no hab茅is terminado.
Desde los tiempos de vuestros padres,
os apart谩is de mis preceptos y no los observ谩is.
Convertios a m铆 y me convertir茅 a vosotros,
—dice el Se帽or de los Ej茅rcitos—».
Palabra de Dios.
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318. SALMO RESPONSORIAL Sal 84
Dios envi贸 a su Hijo no para condenar al mundo, sino para —salvarlo. As铆 pues, la venida del
Se帽or que ahora celebramos en el misterio es una venida de salvaci贸n. Esta celebraci贸n de la
penitencia se inscribe en la esperanza de esta salvaci贸n, con el fin de que, llenos de alegr铆a,
celebremos la Natividad del Se帽or y vayamos gozosos hacia su encuentro.
R. Mu茅stranos, Se帽or, tu misericordia y danos tu salvaci贸n.
Se帽or, has sido bueno con tu tierra,
has restaurado la suerte de Jacob,
has perdonado la culpa de tu pueblo,
has sepultado todos sus pecados,
has reprimido tu c贸lera,
has frenado el incendio de tu ira. R.
Rest谩uranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad? R.
¿No vas a devolvernos la vida,
para que tu pueblo se alegre contigo?
Mu茅stranos, Se帽or, tu misericordia
y danos tu salvaci贸n. R.
Voy a escuchar lo que dice el Se帽or:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a los amigos
y a los que se convierten de coraz贸n». R.
La salvaci贸n est谩 ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitar谩 en nuestra tierra;
la misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo. R.
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El Se帽or nos dar谩 la lluvia,
y nuestra tierra dar谩 su fruto.
La justicia marchar谩 ante 茅l,
la salvaci贸n seguir谩 sus pasos. R.
SEGUNDA LECTURA
319. El Se帽or Jes煤s, por su venida, nos introducir谩 en una vida nueva, en un mundo nuevo. Ya
desde ahora, la Iglesia es signo vivo de aquella ciudad santa que se revelar谩 en el futuro y de la
que, por el pecado, somos excluidos.
Lectura del libro del Apocalipsis. 21, 1—12
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva,
porque el primer cielo y la primera tierra han pasado,
y el mar ya no existe.
Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusal茅n,
que descend铆a del cielo, enviada por Dios,
arreglada como una novia que se adorna para el esposo.
Y escuch茅 una voz potente que dec铆a desde el trono:
«脡sta es la morada de Dios con los hombres:
acampar谩 entre ellos.
Ellos ser谩n su pueblo
y Dios estar谩 con ellos y ser谩 su Dios.
Enjugar谩 las l谩grimas de sus ojos.
Ya no habr谩 muerte, ni luto,
ni llanto, ni dolor.
Porque el primer mundo ha pasado».
Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Todo lo hago nuevo».
Y a帽adi贸:
«Escribe, porque estas palabras son fidedignas y ver铆dicas».
Y me dijo todav铆a:
«Ya son un hecho.
Yo soy el alfa y la omega,
el principio y el fin.
Al sediento,
yo le dar茅 a beber de balde de la fuente de agua de vida.
Quien salga vencedor heredar谩 esto,
porque yo ser茅 su Dios, y 茅l ser谩 mi hijo.
En cambio, a los cobardes, infieles, nefandos,
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asesinos, lujuriosos, hechiceros e id贸latras
y a todos los embusteros
les tocar谩 en suerte
el lago de azufre ardiendo,
que es la segunda muerte».
Se acerc贸 uno de los siete 谩ngeles que ten铆an las siete copas,
llenas de las siete plagas 煤ltimas,
y me habl贸 as铆:
«Ven ac谩, voy a mostrarte a la novia,
a la esposa del Cordero».
Me transport贸 en 茅xtasis a un monte alt铆simo
y me ense帽贸 la ciudad santa, Jerusal茅n,
que bajaba del cielo, enviada por Dios,
trayendo la gloria de Dios.
Brillaba como una piedra preciosa,
como jaspe trasl煤cido.
Ten铆a una muralla grande y alta
y doce puertas custodiadas por doce 谩ngeles,
con doce nombres grabados:
los nombres de las tribus de Israel.
Palabra de Dios.
320. VERS脥CULO ANTES DEL EVANGELIO Ap 22, 12. 17. 20
Dice el Se帽or: «Mira, llego en seguida
y traigo conmigo mi salario».
Ven, Se帽or Jes煤s.
O bien:
El Esp铆ritu y la novia dicen: ¡Ven!
El que lo oiga que repita: ¡Ven!
¡Ven, Se帽or Jes煤s!
U otro canto apropiado.
EVANGELIO
321. Como en los d铆as de Juan el Bautista, tambi茅n ahora para nosotros, la venida del Se帽or es
tiempo de conversi贸n y de penitencia, para que, a su llegada, podamos recibir la salvaci贸n.
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✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Mateo. 3, 1—12
Por aquel tiempo, Juan Bautista se present贸 en el desierto de Judea, predicando:
«Convertios, porque est谩 cerca el reino de los cielos».
脡ste es el que anunci贸 el profeta Isa铆as, diciendo:
«Una voz grita en el desierto:
“Preparad el camino del Se帽or,
allanad sus senderos”».
Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y
se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acud铆a a 茅l toda la gente de Jerusal茅n, de Judea y del valle del Jord谩n; confesaban
sus pecados; y 茅l los bautizaba en el Jord谩n.
Al ver que muchos fariseos y saduceos ven铆an a que los bautizara, les dijo:
«¡Camada de v铆boras!, ¿qui茅n os ha ense帽ado a escapar de la ira inminente?
Dad el fruto que pide la conversi贸n. Y no os hag谩is ilusiones, pensando: “Abrah谩n
es nuestro padre”, pues os digo que Dios es capaz, de sacar hijos de Abrah谩n de
estas piedras.
Ya toca el hacha la base de los 谩rboles, y el 谩rbol que no da buen fruto ser谩 talado
y echado al fuego».
Yo os bautizo con agua para que os convirt谩is; pero el que viene detr谩s de m铆 puede
m谩s que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. 脡l os bautizar谩 con Esp铆ritu
Santo y fuego.
El tiene el bieldo en la mano: aventar谩 su parva, reunir谩 su trigo en el granero y
quemar谩 la paja en una hoguera que no se apaga».
Palabra del Se帽or.
O bien:
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 3, 3—17
En el a帽o quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato
gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de
Iturea y Tracon铆tide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de An谩s
y Caif谩s, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacar铆as, en el desierto.
Y recorri贸 toda la comarca del Jord谩n, predicando un bautismo de conversi贸n para
el perd贸n de los pecados, como est谩 escrito en el libro de los or谩culos del profeta
Isa铆as: «Una voz grita en el desierto:
Preparad el camino del Se帽or, allanad sus senderos; el茅vense los valles, desciendan
los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos
ver谩n la salvaci贸n de Dios».
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Muchos iban a que Juan los bautizara; y les dec铆a:
«¡Carnada de v铆boras!, ¿qui茅n os ha ense帽ado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que la conversi贸n. Y no os hag谩is ilusiones, pensando: “Abrah谩n es
nuestro Padre”, pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrah谩n de estas
piedras.
Ya toca el hacha la base de los 谩rboles, y el 谩rbol que no da buen fruto ser谩 talado
y echado al fuego».
La gente le preguntaba:
«¿Entonces, qu茅 hacemos?»
脡l contest贸:
«El que tenga dos t煤nicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga
comida, haga lo mismo».
Vinieron tambi茅n a bautizarse unos publicanos y le preguntaron:
«Maestro, ¿qu茅 hacemos nosotros?»
脡l les contest贸:
«No exij谩is m谩s de lo establecido».
Unos militares le preguntaron:
«¿Qu茅 hacemos nosotros?»
脡l les contest贸:
«No hag谩is extorsi贸n ni os aprovech茅is de nadie sino contentaos con la paga».
El pueblo estaba en expectaci贸n y todos se preguntaban si no ser铆a Juan el Mes铆as;
茅l tomo la palabra y dijo a todos:
«Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede m谩s que yo, y no merezco
desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizar谩 con Esp铆ritu Santo y fuego:
tiene en la mano la horca para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y
quemar la paja en una hoguera que no se apaga».
Palabra del Se帽or.
Examen de conciencia
322. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
323. Despu茅s del examen de conciencia tiene lugar el acto penitencial, por ejemplo, recitando el
Yo confieso u otras intercesiones (V茅ase n. 151). Por 煤ltimo, se canta o se recita la oracion
dominical, que el ministro que preside la celebraci贸n concluye del siguiente modo:
Oh Dios,
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que al crear en el principio la luz
disipaste las tinieblas del mundo,
te pedimos que venga el creador de la luz,
preparado antes de los siglos,
para que el pueblo, libre de la esclavitud del error,
pueda salir al encuentro de tu Hijo
con el fruto de las buenas obras.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
O bien:
Dios todopoderoso y eterno,
que has reconciliado al mundo
por medio de la encarnaci贸n de tu Hijo,
conc茅denos
que las tinieblas del pecado desaparezcan de nuestro coraz贸n
y que los misterios luminosos de la natividad del Se帽or,
los podamos celebrar con una santa alegr铆a.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
324. Al final, despu茅s de un canto apropiado, el pueblo es despedido con un saludo o con la
bendici贸n.
III. CELEBRACIONES PENITENCIALES COMUNES
I. Sobre el pecado y la conversi贸n
325. Despu茅s de un canto apropiado (por ej., el salmo 138, vv. 1—12. 16. 23—24) y del saludo,
el ministro que preside la celebraci贸n explica con pocas palabras el tema de las lecturas;
seguidamente invita a orar y, despu茅s de un espacio de silencio, concluye la oraci贸n del siguiente
modo:
Se帽or Jes煤s:
cuando Pedro te neg贸 tres veces
t煤 lo miraste con amor misericordioso
para que llorase su pecado
y se convirtiese a ti de todo coraz贸n;
m铆ranos y mueve nuestros corazones
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para que volvamos a ti
y te sigamos fielmente durante toda nuestra vida.
T煤 que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
Lecturas
326.
Te digo, Pedro, que no cantar谩 hoy el gallo antes que tres veces hayas negado conocerme
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 22, 31—34
En aquel tiempo, dijo Jes煤s a Sim贸n Pedro:
«Sim贸n, Sim贸n, mira que Satan谩s os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero
yo he pedido por ti para que tu fe no se apague.
Y t煤, cuando te recobres, da firmeza a tus hermanos».
El le contest贸:
«Se帽or, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la c谩rcel y a la muerte».
Jes煤s le replic贸:
«Te digo, Pedro, que no cantar谩 hoy el gallo antes que tres veces hayas negado
conocerme».
Palabra del Se帽or.
Breve pausa en silencio.
327.
Saliendo afuera, llor贸 amargamente
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 22, 54—62
Despu茅s que prendieron a Jes煤s, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo
sacerdote. Pedro lo segu铆a desde lejos.
Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor y Pedro se sent贸
entre ellos.
Al verlo una criada sentada junto a la lumbre, se le qued贸 mirando y le dijo:
«Tambi茅n 茅ste estaba con 茅l».
Pero 茅l lo neg贸 diciendo:
«No lo conozco, mujer».
Poco despu茅s lo vio otro y le dijo:
«T煤 tambi茅n eres uno de ellos».
Pedro replic贸:
«Hombre, no lo soy».
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Pasada cosa de una hora, otro insist铆a:
«Sin duda, tambi茅n 茅ste estaba con 茅l, porque es galileo».
Pedro contest贸:
«Hombre, no s茅 de qu茅 hablas».
Y estaba todav铆a hablando cuando cant贸 un gallo. El Se帽or,
volvi茅ndose, le ech贸 una mirada a Pedro, y Pedro se acord贸 de la palabra que el
Se帽or le hab铆a dicho: «antes de que cante el gallo, me negar谩s tres veces». Y,
saliendo afuera, llor贸 amargamente.
Palabra del Se帽or.
328. SALMO RESPONSORIAL
Sal 30, 10. 15—17. 20; o Sal 50; o un canto apropiado.
R. Padre, a tus manos encomiendo mi esp铆ritu.
Piedad, Se帽or, que estoy en peligro:
se consumen de dolor mis ojos,
mi garganta y mis entra帽as. R.
Pero yo conf铆o en ti, Se帽or,
te digo: «T煤 eres mi Dios».
En tu mano est谩n mis azares:
l铆brame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
s谩lvame por tu misericordia. R.
Qu茅 bondad tan grande, Se帽or,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R.
329. Sim贸n, hijo de Juan, ¿me amas?
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Juan. 21, 15—19
Despu茅s de aparecerse a sus disc铆pulos y de comer con ellos, Jes煤s dijo a Sim贸n
Pedro:
«Sim贸n, hijo de Juan, ¿me amas m谩s que 茅stos?».
El le contest贸:
«S铆, Se帽or, t煤 sabes que le quiero»,
Jes煤s le dice:«Apacienta mis corderos».
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Por segunda vez le pregunta:
«Sim贸n, hijo de Juan, ¿me amas?».
脡l le contesta:
«S铆, Se帽or, t煤 sabes que te quiero».
脡l le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Sim贸n, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeci贸 Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quer铆a y le contest贸:
«Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero».
Jes煤s le dice:
«Apacienta mis ovejas».
Te lo aseguro: cuando eras joven, t煤 mismo te ce帽铆as e ibas adonde quer铆as; pero,
cuando seas viejo, extender谩s las manos, otro te ce帽ir谩 y te llevar谩 adonde no
quieras.
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios.
Dicho esto, a帽adi贸:
«S铆gueme».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
330. Puede tratar:
—sobro la confianza que se ha de poner en la gracia de Dios, no en nuestras fuerzas;
— sobre la fidelidad con la que debemos vivir conforme al Bautismo para ser verdaderos
disc铆pulos del Se帽or;
— sobre nuestra debilidad, por la que frecuentemente caemos en el pecado y nos negamos a dar
testimonio del Evangelio;
— sobre la misericordia del Se帽or, que nos recibe de nuevo como amigos si, despu茅s de haber
pecado, nos convertimos a 茅l de lodo coraz贸n.
Examen de conciencia
331. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
332. Despu茅s del examen de conciencia, el ministro que preside invita a la oraci贸n con 茅stas o
semejantes palabras:
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Dios nuestro Padre nos manifiesta su amor, ya que siendo todav铆a pecadores, nos
am贸 el primero y se compadeci贸 de nosotros. As铆 pues, convirt谩monos a 茅l de todo
coraz贸n y, como San Pedro, humildemente confesemos nuestro amor diciendo:
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
Es conveniente que, entre una y otra invocaci贸n, se deje un breve espacio de silencio; as铆 podr谩
ser oportuno que los fieles propongan alguna invocaci贸n, respondiendo todos los dem谩s.
— Se帽or, como Pedro, hemos confiado m谩s en nosotros mismos que en ti.
Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
— Hemos obrado sin humildad y sin prudencia y de este modo hemos ca铆do en la
tentaci贸n. Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que le quiero.
— Hemos sido soberbios y nos liemos cre铆do mejores que los dem谩s. Vu茅lvete a
nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces lodo, t煤 sabes que le quiero.
— Algunas veces nos hemos alegrado de las ca铆das de nuestros hermanos, en vez
de entristecernos. Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
— Muchas veces hemos despreciado a los que pasaban por dificultades, en vez de
ayudarlos. Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
— Por miedo, m谩s de una vez no hemos querido dar testimonio de la verdad y de
la justicia. Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
— A pesar de ser disc铆pulos tuyos, frecuentemente hemos sido infieles a las
promesas bautismales. Vu茅lvete a nosotros, Se帽or, y ten misericordia de nosotros.
R. Se帽or, t煤 conoces todo, t煤 sabes que te quiero.
El di谩cono o el ministro:
Dirijamos ahora nuestra oraci贸n al Padre,
como Cristo nos ense帽贸,
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y supliqu茅mosle que perdone nuestros pecados,
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n
y l铆branos del mal.
333. Seguidamente, despu茅s de un canto apropiado, el ministro que preside la celebraci贸n
concluye la oraci贸n y despide al pueblo.
Se帽or Jes煤s, Salvador nuestro,
que llamaste a Pedro al apostolado
y, despu茅s de su ca铆da y de su penitencia,
de nuevo le recibiste en tu amistad
y le confirmaste como pr铆ncipe de los Ap贸stoles,
vu茅lvete a nosotros y m铆ranos,
para que, imitando el ejemplo de Pedro,
volvamos a ti desde nuestro pecado
y en adelante te sigamos con mayor amor.
T煤 que vives y reinas por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
II. El hijo pr贸digo que vuelve al Padre
334. Despu茅s de un canto apropiado y del saludo, el ministro expone a los presentes el tema de
la celebraci贸n. Seguidamente, los invita a orar y, despu茅s de un espacio de silencio, concluye
diciendo:
Se帽or, Dios todopoderoso
t煤 eres el Padre de todos.
T煤 has creado a los hombres
para que vivan en tu casa
y alaben tu gloria.
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Abre nuestros corazones para escuchar tu voz
y, pues nos hemos apartado de ti por el pecado,
haz que volvamos a ti de todo coraz贸n
y te reconozcamos como nuestro Padre,
lleno de misericordia para todos los que te invocan.
Corr铆genos para que nos apartemos del mal
y perd贸nanos nuestros pecados.
Danos la alegr铆a de tu salvaci贸n
para que, retornando juntos a ti,
nos alegremos en el banquete de tu casa
ahora y siempre y por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
Lecturas
335. PRIMERA LECTURA
脡l nos ha destinado a ser sus hijos
Lectura de la carta del ap贸stol san Pablo a los Efesios. 1, 3—7
Bendito sea Dios,
Padre de Nuestro Se帽or Jesucristo,
que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
脡l nos eligi贸 en la persona de Cristo,
antes de crear el mundo,
para que fu茅semos santos
e irreprochables ante 茅l por el amor.
El nos ha destinado en la persona de Cristo,
por pura iniciativa suya, a ser sus hijos,
para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido
en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redenci贸n,
el perd贸n de los pecados.
Palabra de Dios.
336. SALMO RESPONSORIAL Sal 26, 1. 4. 7—10. 13—14
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R. El Se帽or es mi luz y mi salvaci贸n.
El Se帽or es mi luz y mi salvaci贸n,
¿a qui茅n temer茅?
El Se帽or es la defensa de mi vida,
¿qui茅n me har谩 temblar? R.
Una cosa pido al Se帽or,
eso buscar茅:
habitar en la casa del Se帽or
por los d铆as de mi vida;
gozar de la dulzura del Se帽or,
contemplando su templo. R.
Esc煤chame, Se帽or, que te llamo;
ten piedad, resp贸ndeme.
Oigo en mi coraz贸n: «Buscad mi rostro».
Tu rostro buscar茅, Se帽or,
no me escondas tu rostro. R.
No rechaces con ira a tu siervo,
que t煤 eres mi auxilio;
no me deseches, no me abandones,
Dios de mi salvaci贸n.
Si mi padre y mi madre me abandonan,
el Se帽or me recoger谩. R.
Espero gozar de la dicha del Se帽or
en el pa铆s de la vida.
Espera en el Se帽or, s茅 valiente,
ten 谩nimo, espera en el Se帽or. R.
337. EVANGELIO
Su padre lo vio y se conmovi贸
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 15, 11—32
En aquel tiempo Jes煤s les dijo esta par谩bola:
«Un hombre ten铆a dos hijos: el menor de ellos dijo a su padre:
“Padre, dame la parte que me toca de la fortuna”.
El padre les reparti贸 los bienes.
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No muchos d铆as despu茅s, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigr贸 a un pa铆s
lejano, y all铆 derroch贸 su fortuna viviendo perdidamente.
Cuando lo hab铆a gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empez贸
茅l a pasar necesidad.
Fue entonces y tanto le insisti贸 a un habitante de aquel pa铆s que le mand贸 a sus
campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de llenarse el est贸mago de las
algarrobas que com铆an los cerdos; y nadie le daba de comer.
Recapacitando, entonces se dijo:
“Cu谩ntos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aqu铆 me
muero de hambre. Me pondr茅 en camino adonde est谩 mi padre, y le dir茅: Padre,
he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: tr谩tame
como a uno de tus jornaleros”.
Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todav铆a estaba lejos, su padre
lo vio y se conmovi贸; y, echando a correr, se le ech贸 al cuello y se puso a besarlo.
Su hijo le dijo:
“ Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”.
Pero el padre dijo a sus criados:
“Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias
en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque
este hijo m铆o estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado”.
Y empezaron el banquete.
Su hijo mayor estaba en el campo.
Cuando al volver se acercaba a la casa, oy贸 la m煤sica y el baile, y llamando a uno
de los mozos, le pregunt贸 qu茅 pasaba.
脡ste le contest贸:
“Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha
recobrado con salud”.
脡l se indign贸 y se negaba a entrar; pero su padre sali贸 e intentaba persuadirlo.
Y 茅l replic贸 a su padre:
“Mira: en tantos a帽os como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a m铆
nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando
ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas
el ternero cebado”.
El padre le dijo:
“Hijo, t煤 siempre est谩s conmigo, y todo lo m铆o es tuyo: deber铆as alegrarte, porque
este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, estaba perdido, y lo hemos
encontrado”».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
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338. Puede tratar:
— sobre el pecado como rechazo del amor filial a Dios nuestro Padre;
— sobre la misericordia infinita del Padre para con los hijos pecadores;
— sobre la naturaleza de la verdadera conversi贸n;
— sobre el perd贸n que siempre se debe conceder a los hermanos;
— sobre el banquete eucar铆stico como culminaci贸n de la reconciliaci贸n con la Iglesia y con Dios.
Examen de conciencia
339. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
340. Despu茅s del examen de conciencia, el ministro que preside invita a la oraci贸n:
Nuestro Dios es un Dios de misericordia, lento para la ira y paciente sobremanera,
que de nuevo nos recibe como el padre acoge al hijo que vuelve de lejos.
Supliqu茅mosle con confianza diciendo:
— Porque hemos usado mal de tus dones, pecando contra ti.
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque hemos vivido lejos de ti con la mente y el coraz贸n, pecando contra ti:
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque nos hemos olvidado de tu amor, pecando contra ti:
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque hemos preferido nuestro placer en vez de nuestro bien y el de nuestros
hermanos, pecando contra ti:
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque nos hemos preocupado poco de nuestros hermanos, pecando contra ti:
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque hemos tardado en perdonar a nuestros hermanos, pecando contra ti:
R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
— Porque nos hemos olvidado de tu misericordia que nos recibe siempre, pecando
contra ti:
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R. No somos dignos de llamarnos hijos tuyos.
Los presentes pueden a帽adir otras invocaciones; conviene que entre ellas se intercale una breve
pausa de silencio; tambi茅n parece oportuno que las distintas invocaciones sean dichas por
distintos fieles.
El di谩cono o el ministro:
Ahora, con las mismas palabras que Jes煤s nos ense帽贸,
invoquemos a nuestro Padre
para que perdone nuestros pecados.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n
y l铆branos del mal.
341. Seguidamente, despu茅s de un canto apropiado, el ministro que preside la celebraci贸n
concluye la oraci贸n y despide al pueblo.
Dios y Padre nuestro,
que nos has predestinado a ser tus hijos adoptivos
para que fu茅semos santos en tu presencia
y vivi茅semos con gozo en tu casa,
rec铆benos y cons茅rvanos en tu amor,
para que vivamos con alegr铆a y caridad
en tu santa Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
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III. Las bienaventuranzas evang茅licas
342. Despu茅s de un canto apropiado y del saludo, el ministro que preside la celebraci贸n expone
a los presentes el tema de las lecturas y los invita a orar; despu茅s de un breve espacio de silencio
concluye la oraci贸n:
Abre, Se帽or, nuestro coraz贸n
para escuchar hoy tu palabra de tal modo,
que, al recibir el evangelio de tu Hijo,
por su muerte y resurrecci贸n
nos decidamos a caminar
con una vida renovada.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
Lecturas
343. PRIMERA LECTURA
Si decimos que no hemos pecado, nos enga帽amos
✠ Lectura de la primera carta del ap贸stol san Juan. 1, 5—9
Queridos hermanos:
Os anunciamos el mensaje que hemos o铆do a Jesucristo:
Dios es luz sin tiniebla alguna.
Si decimos que estamos unidos a 茅l,
mientras vivimos en las tinieblas,
mentimos con palabras y obras.
Pero si vivimos en la luz,
lo mismo que 茅l est谩 en la luz,
entonces estamos unidos unos con otros,
y la sangre de su Hijo Jes煤s
nos limpia los pecados.
Si decimos que no hemos pecado,
nos enga帽amos y no somos sinceros.
Pero si confesamos nuestros pecados,
茅l, que es fiel y justo,
nos perdonar谩 los pecados
y nos limpiar谩 de toda injusticia.
Palabra de Dios.
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344. SALMO RESPONSORIAL Sal 145, 5—10
R. Ven, Se帽or, y s谩lvame.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Se帽or, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en 茅l;
que mantiene su fidelidad perpetuamente,
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos. R.
El Se帽or liberta a los cautivos,
el Se帽or abre los ojos al ciego,
el Se帽or endereza a los que ya se doblan,
el Se帽or ama a los justos,
el Se帽or guarda a los peregrinos,
sustenta al hu茅rfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados. R.
El Se帽or reina eternamente,
tu Dios, Sion, de edad en edad.
¡Aleluya! R.
345. EVANGELIO
Dichosos los pobres en el esp铆ritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Mateo. 5, 1—10
En aquel tiempo, al ver Jes煤s el gent铆o, subi贸 a la monta帽a, se sent贸, y se acercaron
sus disc铆pulos; y 茅l se puso a hablar, ense帽谩ndoles:
«Dichosos los pobres en el esp铆ritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los que lloran,
porque ellos ser谩n consolados.
Dichosos los sufridos,
porque ellos heredar谩n la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedar谩n saciados.
Dichosos los misericordiosos,
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porque ellos alcanzar谩n misericordia.
Dichosos los limpios de coraz贸n,
porque ellos ver谩n a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamar谩n los hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier
modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa ser谩
grande en el cielo».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
346. Puede tratar:
— sobre el pecado, por el cual olvidando los mandamientos de Cristo, nos oponemos a las
bienaventuranzas evang茅licas;
— sobre la firmeza de nuestra fe en las palabras de Jes煤s;
— sobre nuestra fidelidad en la imitaci贸n de Cristo, tanto en la vida personal como en la
comunidad cristiana e incluso en la sociedad humana;
— sobre cada una de las Bienaventuranzas.
Examen de conciencia
347. Despu茅s de la homil铆a se tiene el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que se
encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno pueda
hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
348. Despu茅s del examen de conciencia, el ministro que preside invita a la oraci贸n diciendo 茅stas
o semejantes palabras:
Hermanos:
Jesucristo nos ha dado ejemplo para que sigamos sus huellas. Dirij谩mosle nuestra
oraci贸n con humildad y confianza para que purifique nuestros corazones y nos
conceda vivir seg煤n su evangelio.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los pobres en el esp铆ritu,
porque de ellos es el reino de los cielos»;
pero nosotros vivimos demasiado pendientes de las riquezas
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e incluso las buscamos injustamente.
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los sufridos,
porque ellos heredar谩n la tierra»;
pero nosotros vivimos en mutua violencia
y nuestro mundo est谩 lleno de discordia y de guerras.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los que lloran,
porque ellos ser谩n consolados»;
pero nosotros soportamos impacientemente nuestras penas
y nos preocupamos muy poco de nuestros hermanos afligidos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedar谩n saciados»;
pero nosotros tenemos poca sed de ti,
fuente de toda santidad,
y nos desinteresamos de la justicia privada y p煤blica.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzar谩n misericordia»;
pero nosotros no queremos perdonar a los hermanos
y juzgamos con severidad a nuestros pr贸jimos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos
los limpios de coraz贸n,
porque ellos ver谩n a Dios» ;
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pero nosotros servim os a nuestras concupiscencias
y a los deseos de los sentidos,
y no nos atrevemos a levantar hacia ti nuestros ojos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamar谩n “los hijos de Dios”»,
pero nosotros no construimos la paz
en nuestras familias, en la sociedad,
en la vida de los pueblos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
— Se帽or Jesucristo, t煤 has dicho:
«Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos»;
pero nosotros preferimos caer en la injusticia
en vez de sufrir gustosos por causa de la justicia,
y as铆 discriminamos, oprimimos
y perseguimos a nuestros hermanos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo.
R. Ten misericordia de nosotros.
El di谩cono o el ministro:
Invoquemos ahora al Se帽or nuestro Padre,
para que nos libre de todo mal
y nos haga dignos de su reino.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
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no nos dejes caer en la tentaci贸n
y l铆branos del mal.
349. Seguidamente, despu茅s de un canto, el ministro que preside la celebraci贸n concluye la
oraci贸n y despide al pueblo.
Se帽or Jesucristo,
suave y humilde de coraz贸n
misericordioso y pac铆fico,
pobre e inmolado para nuestra justicia,
que por medio de la cruz llegaste a la gloria
para mostrarnos el camino de la salvaci贸n,
conc茅denos recibir con gozo tu evangelio,
y vivir seg煤n tu ejemplo,
para ser coherederos y copart铆cipes de tu reino
por los siglos de los siglos.
R. Am茅n.
IV. PARA NI脩OS
350. Este esquema de celebraci贸n penitencial es apto para ni帽os de pocos a帽os, incluso para los
que a煤n no se han acercado a la confesi贸n sacramental.
Tema: Dios nos busca
351. La celebraci贸n penitencial ha de prepararse con los mismos ni帽os, de tal modo que se hagan
conscientes del sentido y del fin de tal celebraci贸n, conozcan bien los cantos, tengan una
informaci贸n inicial del texto de la Sagrada Escritura que se lee, y sepan con certeza los textos
que van a recitar y el orden y desarrollo ele la celebraci贸n.
Saludo
352. El celebrante saluda afablemente a los ni帽os, reunidos en la Iglesia o en un lugar apto, y les
recuerda brevemente el motivo de la celebraci贸n y todo lo referente a su desarrollo. Acabado el
saludo, puede entonarse el canto inicial.
Lectura
353. El celebrante introduce brevemente la lectura con estas palabras u otras semejantes:
Queridos ni帽os:
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Todos nosotros somos hijos e hijas de Dios por el bautismo. Dios nos ama como
Padre y nos pide que le amemos de todo coraz贸n. Y quiere que seamos buenos
unos con otros, para que todos vivamos juntos felizmente.
Pero los hombres no siempre cumplen la voluntad de Dios. Dicen: «Yo no me
someter茅 a nada. Hago lo que quiero». No obedecen a Dios y se niegan a escuchar
su voz. Muchas veces nosotros obramos as铆.
A esto lo llamamos pecado, por el que nos alejamos de Dios y si realmente es
mortal, nos separamos completamente de Dios.
¿Qu茅 hace Dios cuando alguien se aleja de 茅l? ¿Qu茅 hace cuando abandonamos el
camino recto y nos ponemos en peligro de perder la vida? ¿Acaso ofendido se aleja
de nosotros? Escuchemos lo que el Se帽or nos dice:
354. Solamente se lee un texto de la Sagrada Escritura.
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Lucas. 15, 1—7
En aquel tiempo, se acercaban a Jes煤s todos los publicarlo:
y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos:
«Ese acoge a los pecadores y come con ellos».
Jes煤s les dijo esta par谩bola:
«Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y
nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y, cuando la
encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, re煤ne a
los amigos y a los vecinos para decirles:
“¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me hab铆a perdido”.
Os digo que as铆 tambi茅n habr谩 m谩s alegr铆a en el cielo por un solo pecador que se
convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse».
Palabra del Se帽or.
Homil铆a
355. La homil铆a ha de ser breve y pondr谩 de relieve principalmente el amor de Dios hacia
nosotros, al mismo tiempo que prepara para el examen de conciencia.
Examen de conciencia
356. El examen ha de adaptarse a la capacidad de los ni帽os por medio de breves indicaciones
del celebrante y ha de comprender oportunas pausas de silencio (Cf. Ap茅ndice III).
Acto penitencial
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357. Las siguientes preces lit谩nicas pueden ser recitadas por el celebrante o por uno o varios
ni帽os alternando con los dem谩s presentes. Antes de la respuesta, que puede ser cantada, es
aconsejable guardar una breve pausa de silencio.
Dios y Padre nuestro:
— Muchas veces no hemos obrado como hijos tuyos.
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
— Hemos desobedecido a nuestros padres y a nuestros maestros.
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
— Hemos re帽ido entre nosotros y hemos hablado mal.
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
— Hemos sido perezosos en casa (en la escuela, en el colegio) y no hemos estado
dispuestos a ayudar a nuestros padres (a nuestros hermanos, a otros ni帽os).
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
— Hemos sido vanidosos y hemos mentido.
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
— Hemos perdido muchas ocasiones de hacer el bien.
R. T煤 en cambio nos amas y nos buscas.
El di谩cono o el ministro:
Ahora volvamos al Padre con Jes煤s, nuestro hermano, y pid谩mosle que perdone
nuestros pecados.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n,
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y l铆branos del mal.
Acto de contrici贸n y prop贸sito
358. Puede manifestarse por medio de alg煤n signo, por ejemplo: cada uno de los ni帽os, si parece
oportuno, lleva en la mano un cirio hasta el altar o a otro lugar apropiado donde pueda
encenderlo, ayud谩ndoles un ministro, si fuera necesario.
Cada ni帽o dice:
Padre, estoy arrepentido de todo el mal que he hecho y te pido perd贸n por el bien
que no he querido hacer. Sinceramente quiero esforzarme y enmendarme
principalmente en... (se dice en alto un prop贸sito concreto) y as铆 caminar siempre en tu
luz.
En lugar del cirio o juntamente con 茅l, los ni帽os pueden dejar sobre el altar o sobre la mesa
destinada para ello el texto de la oraci贸n y la hoja escrita con el prop贸sito.
Si el n煤mero de los ni帽os es grande u otras circunstancias no permiten hacer lo anterior, el
celebrante invita a los ni帽os a que digan juntos la oraci贸n arriba indicada y un prop贸sito general.
Oraci贸n del celebrante
359. Dios y Padre nuestro que nos buscas siempre
cuando nos separamos del camino recto,
y est谩s dispuesto a perdonarnos el mal que hemos hecho,
ten misericordia de nosotros,
perdona nuestros pecados
y ll茅vanos a la vida eterna.
R. Am茅n.
360. El ministro invita a los ni帽os a que den gracias, por ejemplo, con un canto apropiado.
Despu茅s los despide.
V. PARA J脫VENES
361. La celebraci贸n penitencial con j贸venes prep谩rese, con ellos mismos, de tal modo que, si es
posible, elijan y compongan junto con el sacerdote los textos y los c谩nticos. Los lectores, cantores
y la schola sean todos del grupo juvenil.
Tema: La renovaci贸n de la vida seg煤n la vocaci贸n cristiana
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Saludo
362. Puede hacerse con 茅stas o semejantes palabras:
Nos hemos reunido para hacer penitencia y renovar nuestra vida. No se trata,
como muchos piensan, de algo solamente dif铆cil y triste, sino tambi茅n de algo
jubiloso que tiene mayor relaci贸n con el futuro que con el tiempo pasado: Dios,
por la penitencia, nos abre un nuevo camino que nos conduce m谩s y m谩s a la plena
libertad de los hijos de Dios. Jesucristo, al llamarnos a la conversi贸n, nos facilita el
acceso al reino de su Padre, como nos ense帽贸 en la par谩bola del comerciante, que,
al encontrar una perla preciosa, vende todo para comprarla. Movidos, pues, por
este ejemplo, abandonemos la vida pasada para conseguir una nueva vida de
mucho m谩s valor.
Seguidamente se entona un canto que trate de la llamada a la nueva vida o del coraz贸n que est谩
dispuesto a seguir la voz de Dios (por ejemplo: Sal 39, 1—9, con la respuesta: Aqu铆 estoy,
Se帽or, para hacer tu voluntad).
Oraci贸n
363. Se帽or, Dios, que nos llamas de las tinieblas a tu luz,
de la mentira a la verdad,
de la muerte a la vida:
infunde en nosotros tu Esp铆ritu Santo
que abre nuestros o铆dos
y fortalece nuestros corazones,
para que percibamos nuestra vocaci贸n cristiana
y avancemos decididamente por el camino
que nos conduce a la verdadera vida cristiana.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
Lecturas
364. Lectura de la carta del ap贸stol san Pablo a los Romanos. 7, 18—25a
Hermanos:
S茅 muy bien que no es bueno eso que habita en m铆, es decir, en mis bajos instintos;
porque el querer lo bueno lo tengo a mano, pero el hacerlo, no.
El bien que quiero hacer no lo hago; el mal que no quiero hacer, eso es lo que
hago.
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Entonces, si hago precisamente lo que no quiero, se帽al que no soy yo el que act煤a,
sino el pecado que llevo dentro.
Cuando quiero hacer lo bueno, me encuentro inevitablemente con lo malo en las
manos.
En mi interior me complazco en la ley de Dios, pero percibo en mi cuerpo un
principio diferente que guerrea contra la ley que aprueba mi raz贸n, y me hace
prisionero de la ley del pecado que est谩 en mi cuerpo.
¡Desgraciado de m铆! ¿Qui茅n me librar谩 de este ser m铆o presa de la muerte?
Dios, por medio de nuestro Se帽or Jesucristo, y le doy gracias.
Palabra de Dios.
O bien:
Lectura de la carta del ap贸stol san Pablo a los Romanos. 8, 19—23
Hermanos:
La creaci贸n, expectante, est谩 aguardando la plena manifestaci贸n de los hijos de
Dios; ella fue sometida a la frustraci贸n, no por su voluntad, sino por uno que la
someti贸; pero fue con la esperanza de que la creaci贸n misma se ver铆a liberada de la
esclavitud de la corrupci贸n, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que hasta hoy la creaci贸n entera est谩 gimiendo toda ella con
dolores de parto.
Y no s贸lo eso; tambi茅n nosotros, que poseemos las primicias del Esp铆ritu, gemimos
en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redenci贸n de
nuestro cuerpo.
Palabra de Dios.
Canto o breve espacio de silencio.
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Mateo. 13, 44—46
En aquel tiempo, dijo Jes煤s a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo
encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegr铆a, va a vender todo lo que tiene y
compra el campo.
El reino de los cielos se parece tambi茅n a un comerciante en perlas finas que, al
encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra».
Palabra del Se帽or.
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Homil铆a
365. La homil铆a puede tratar:
— de la ley del pecado que se opone en nosotros a la ley de Dios.
— de la necesidad de abandonar el camino del pecado para poder entrar en el reino de Dios.
Examen de conciencia
366. Despu茅s de la homil铆a tiene lugar el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que
se encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno
pueda hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Acto penitencial
367. Jesucristo el Se帽or ha llamado a los pecadores al reino de su Padre. Por
consiguiente, cada uno haga ahora en lo m谩s profundo de su coraz贸n el acto de
contrici贸n y un firme prop贸sito de enmienda.
Despu茅s de una breve pausa de silencio, todos dicen a la vez:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisi贸n.
D谩ndose golpes de pecho, a帽aden:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Y a continuaci贸n:
Por eso ruego a santa Mar铆a, siempre Virgen,
a los 谩ngeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que interced谩is por m铆 ante Dios, nuestro Se帽or.
Ministro:
Se帽or Dios, tu conoces todo.
Conoces tambi茅n nuestra sincera voluntad
de servirte mejor a ti y a nuestros hermanos.
M铆ranos y escucha nuestras s煤plicas.
Lector:
— Conc茅denos la gracia de una verdadera conversi贸n.
R. Te rogamos, 贸yenos.
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— Suscita en nosotros un esp铆ritu de penitencia y confirma nuestros prop贸sitos.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Perdona nuestros pecados y s茅 indulgente con nuestros defectos.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Llena nuestros corazones de esp铆ritu de confianza y generosidad.
R. Te rogamos, 贸yenos.
— Haznos disc铆pulos fieles de tu Hijo y miembros vivos de su Iglesia.
R. Te rogamos, oyenos.
Ministro:
El Dios, que no quiere la muerte del pecador,
sino que se convierta y viva,
reciba bondadoso el reconocimiento de nuestros pecados
y derrame su gran misericordia sobre nosotros,
que oramos seg煤n su Hijo nos ha mandado.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n,
y l铆branos del mal.
368. La celebraci贸n concluye con un canto apropiado y la despedida.
VI. PARA ENFERMOS
369. El ministro, seg煤n el estado de los enfermos y la oportunidad del lugar, se acerca a los
enfermos reunidos en una habitaci贸n amplia o los re煤ne en la capilla o en la iglesia. Adapte
diligentemente los textos y el n煤mero de ellos a las condiciones de los participantes. Ya que
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muchas veces ninguno de los enfermos puede desempe帽ar el ministerio de lector, invite, si es
posible, a otra persona para que lo haga.
Tema: El tiempo de la enfermedad como tiempo de gracia
Saludo
370. Puede hacerse con 茅stas o semejantes palabras:
Queridos enfermos: la penitencia que Jes煤s predic贸 es una «buena Nueva» de la
caridad y misericordia de Dios, que nos hace dignos para dirigir de nuevo toda
nuestra vida hacia 茅l. La penitencia es, pues, un don de Dios que debemos recibir
con esp铆ritu agradecido. Con tal prop贸sito y con gran humildad abramos ahora
nuestra conciencia a Dios y supliqu茅mosle su perd贸n, al mismo tiempo que
nosotros nos perdonamos unos a otros.
Si es posible, entonen los enfermos o el coro presente un canto penitencial.
Oraci贸n
371. Se帽or Dios, fuente de toda bondad y clemencia;
concede a tus hijos, reunidos en tu nombre,
el esp铆ritu de penitencia y de confianza,
para que suplicando tu perd贸n y el de los hermanos,
confesemos sinceramente nuestros pecados.
Renueva en esta celebraci贸n
nuestra comuni贸n contigo y con el pr贸jimo,
para que podamos servirte mejor.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
Lecturas
372. Se puede hacer una introducci贸n con estas o semejantes palabras:
Los hombres inconscientes e ingratos disfrutan frecuentemente de salud y de otros
bienes. Cuando estamos enfermos, nos damos cuenta de que tales bienes son un
don que si nos talla produce f谩cilmente decaimiento en nuestros 谩nimos. Dios
permite la enfermedad para probar nuestra fe; m谩s a煤n, nuestro sufrimiento, si est谩
unido al sufrimiento de Cristo, puede tener gran valor para nosotros y para la
Iglesia de Dios.
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As铆 pues, el tiempo de enfermedad no es in煤til, ni est谩 carente de sentido, sino que,
acept谩ndolo debidamente, puede convertirse de hecho en tiempo de gracia.
Nuestra celebraci贸n pretende aumentar esta disposici贸n. Por eso, escuchamos la
Palabra de Dios, examinamos nuestra conciencia y oramos.
373. PRIMERA LECTURA
Lectura de la carta del ap贸stol Santiago. 5, 13 —16
Queridos hermanos:
¿Sufre alguno de vosotros? Rece.
¿Est谩 alegre alguno? Cante c谩nticos.
¿Est谩 enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presb铆teros de la Iglesia, y que recen sobre 茅l, despu茅s de ungirlo con
贸leo, en el nombre del Se帽or.
Y la oraci贸n de fe salvar谩 al enfermo,
y el Se帽or lo curar谩, y, si ha cometido pecado, lo perdonar谩.
As铆, pues, confesaos los pecados unos a otros,
y rezad unos por otros, para que os cur茅is.
Mucho puede hacer la oraci贸n del justo.
Palabra de Dios.
374. SALMO RESPONSORIAL Sal 129
R. El Se帽or es bondadoso y est谩 lleno de misericordia.
Desde lo hondo a ti grito, Se帽or;
Se帽or, escucha mi voz;
est茅n tus o铆dos atentos
a la voz de mi s煤plica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Se帽or,
¿qui茅n podr谩 resistir?
Pero de ti procede el perd贸n,
y as铆 infundes respeto. R.
Mi alma espera en el Se帽or,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Se帽or,
m谩s que el centinela la aurora. R.
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Aguarde Israel al Se帽or,
como el centinela la aurora;
porque del Se帽or viene la misericordia,
la redenci贸n copiosa:
y el redimir谩 a Israel
de todos sus delitos. R.
O bien: Sal 50
R. Perdona, Se帽or, nuestros pecados.
Misericordia, Dios m铆o, por tu bondad,
por tu inmensa compasi贸n borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequ茅,
comet铆 la maldad que aborreces. R.
En la sentencia tendr谩s raz贸n,
en el juicio resultar谩s inocente.
Mira, en la culpa nac铆,
pecador me concibi贸 mi madre. R.
Te gusta un coraz贸n sincero
y en mi interior me inculcas sabidur铆a.
Roc铆ame Ion el hisopo: quedar茅 limpio;
l谩vame: quedar茅 m谩s blanco que la nieve. R.
Hazme o铆r el gozo y la alegr铆a,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en m铆 toda culpa. R.
Oh Dios, crea en m铆 un coraz贸n puro,
renu茅vame por dentro con esp铆ritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo esp铆ritu. R.
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Devu茅lveme la alegr铆a de tu salvaci贸n,
abr谩zame con esp铆ritu generoso;
ense帽ar茅 a los malvados tus caminos,
los pecadores volver谩n a ti. R.
¡L铆brame de la sangre, oh Dios,
Dios, Salvador m铆o!
cantar谩 mi lengua tu justicia.
Se帽or, me abrir谩s los labios,
y mi boca proclamar谩 tu alabanza. R.
Los sacrificios no te satisfacen,
si te ofreciera un holocausto, no lo querr铆as. R.
375. EVANGELIO
Viendo la fe que ten铆an, dijo: tus pecados quedan perdonados
✠ Lectura del santo Evangelio seg煤n san Marcos. 2, 1—12
Cuando a los pocos d铆as volvi贸 Jes煤s a Cafarna煤n, se supo que estaba en casa.
Acudieron tantos, que no quedaba sitio ni a la puerta. 脡l les propon铆a la palabra.
Llegaron cuatro llevando un paral铆tico y, como no pod铆an meterlo por el gent铆o,
levantaron unas tejas encima de donde estaba Jes煤s, abrieron un boquete y
descolgaron la camilla con el paral铆tico.
Viendo Jes煤s la le que ten铆an, le dijo al paral铆tico:
«Hijo, tus pecados quedan perdonados».
Unos letrados, que estaban all铆 sentados, pensaban para sus adentros:
«¿Por qu茅 habla 茅ste as铆? Blasfema. ¿Qui茅n puede perdonar pecados fuera de
Dios?».
Jes煤s se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:
«¿Por qu茅 pens谩is eso? ¿Qu茅 es m谩s f谩cil: decirle al paral铆tico “tus pecados quedan
perdonados” o decirle “lev谩ntate, coge la camilla y echa a andar”?.
Pues, para que ve谩is que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para
perdonar pecados...».
Entonces le dijo al paral铆tico:
«Contigo hablo: lev谩ntate, coge tu camilla y vete a tu casa».
Se levant贸 inmediatamente, cogi贸 la camilla y sali贸 a la vista de todos. Se quedaron
at贸nitos y daban gloria a Dios diciendo:
«Nunca hemos visto una cosa igual».
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Palabra del Se帽or.
Homil铆a
376. El celebrante oportunamente hable de la enfermedad, que no consiste solamente en la
enfermedad del cuerpo, sino en los defectos del alma, y ponga de relieve el poder de Cristo y de
su Iglesia para perdonar los pecados, as铆 como la eficacia del sufrimiento cristiano ofrecido por
otros.
Examen de conciencia
377. Despu茅s de la homil铆a tiene lugar el examen de conciencia, por ejemplo, seg煤n el texto que
se encuentra en el Ap茅ndice III. T茅nganse siempre intervalos de silencio, para que cada uno
pueda hacer el examen de conciencia del modo m谩s personal.
Pueden a帽adirse las preguntas que siguen, adaptadas a la condici贸n de los enfermos.
— ¿He tenido fe en la bondad y providencia de Dios, incluso en los d铆as de
aflicci贸n y de enfermedad?
— ¿Me he abandonado a la enfermedad, a la desesperaci贸n y a otros pensamientos
y afectos malos?
— ¿Utilizo el tiempo libre para examinar la vida y hablar con Dios?
— ¿Recibo la enfermedad y los dolores como una oportunidad de sufrir con Cristo,
que nos ha redimido con su pasi贸n?
— ¿Desde la fe estoy convencido de que los dolores soportados con paciencia
ayudan mucho al bien de la Iglesia?
— ¿Me preocupo de los dem谩s y respeto a los que sufren conmigo y sus
necesidades?
— ¿Soy agradecido con los que me curan y me visitan?
— ¿Procuro dar buen ejemplo, cual conviene a un cristiano?
— ¿Me arrepiento de los pecados pasados y para expiarlos soporto con paciencia
mi postraci贸n y mi enfermedad?
Acto penitencial
378. Despu茅s de una breve pausa de silencio, todos dicen a la vez:
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante vosotros, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisi贸n.
D谩ndose golpes de pecho, a帽aden:
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Y a continuaci贸n:
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Por eso ruego a santa Mar铆a, siempre Virgen,
a los 谩ngeles, a los santos
y a vosotros, hermanos,
que interced谩is por m铆 ante Dios, nuestro Se帽or.
Lector:
Se帽or Dios nuestro, nos llamamos hijos tuyos y te invocamos como Padre nuestro.
Nos duele haberte ofendido y de haber hecho da帽o a nuestros hermanos.
R. Conc茅denos una sincera conversi贸n y suscita en nosotros el amor a ti y al
pr贸jimo.
Lector:
Se帽or Jesucristo, por tu pasi贸n y por tu cruz nos has redimido y nos has dado
ejemplo de paciencia y de caridad. Nos duele haberte ofendido y haber sido
negligentes en tu servicio y en el de nuestros hermanos.
R. Conc茅denos una sincera conversi贸n y suscita en nosotros el amor a ti y al
pr贸jimo.
Lector:
Se帽or, Esp铆ritu Santo, t煤 nos hablas en la Iglesia y en lo m谩s profundo de nuestra
conciencia, moviendo nuestros corazones a obrar el bien. Nos duele haberte
ofendido con nuestra desobediencia y dureza de coraz贸n.
R. Conc茅denos una sincera conversi贸n y suscita en nosotros el amor a ti y al
pr贸jimo.
Ministro:
Dirijamos ahora nuestra oraci贸n a Dios Padre,
para que perdone nuestros pecados y nos libre del mal.
Todos juntos dicen:
Padre nuestro, que est谩s en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
h谩gase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada d铆a;
perdona nuestras ofensas,
como tambi茅n nosotros perdonamos
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a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentaci贸n
y l铆branos del mal.
379. Seguidamente, seg煤n la oportunidad, el coro o los presentes pueden entonar un canto. La
celebraci贸n acaba con la acci贸n de gracias:
— Dios de todo consuelo y Padre de misericordia, que perdonas los pecados a los
que creen en ti:
R. Te alabamos y te bendecimos.
— Dios de todo consuelo y Padre de misericordia, que a quienes est谩n afligidos o
sufren dolores les haces part铆cipes de la pasi贸n de tu Hijo para salvaci贸n de todo
el mundo:
R. Te alabamos y te bendecimos.
— Dios de todo consuelo y Padre de misericordia, que amas a los atribulados y a
los que lloran y les das la esperanza de salvaci贸n y les prometes el premio de la vida
eterna.
R. Te alabamos y te bendecimos.
Ministro:
Oremos:
Tu bondad Se帽or, es inmensa
y tu misericordia es infinita.
Te damos gracias por los dones recibidos
y te suplicamos que mires a estos hijos tuyos,
reunidos en nombre de tu Hijo;
conserva en ellos una fe viva,
una esperanza firme,
y un sincero amor a ti y al pr贸jimo.
Por Jesucristo nuestro Se帽or.
R. Am茅n.
O bien:
380. En lugar de la oraci贸n antecedente, la celebraci贸n puede concluirse con la bendici贸n:
El Dios de la paz
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llene vuestros corazones de todo bien,
para que, fortalecidos con la esperanza y el consuelo divinos,
viviendo seg煤n su voluntad,
alcanc茅is la salvaci贸n eterna.
Estos y toda clase de bienes
os conceda el Dios omnipotente:
Padre, Hijo ✠ y Esp铆ritu Santo.
R. Am茅n.
381. El ministro despide la asamblea o invita a los presentes a que mantengan un coloquio
familiar con los enfermos.
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AP脡NDICE III.
ESQUEMA PARA EL EXAMEN DE CONCIENCIA
382. Se propone un esquema para el examen de conciencia, que se debe completar y adaptar
seg煤n las costumbres locales y la diversidad de personas.
383. Cuando se hace el examen de conciencia antes del sacramento de la Penitencia, conviene
que cada uno, ante todo, se pregunte sobre lo siguiente:
1. ¿Voy al sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificaci贸n,
conversi贸n, renovaci贸n de vida y amistad m谩s profunda con Dios, o, por el
contrario, lo considero como una carga que se ha de recibir las menos veces
posibles?
2. ¿Me olvid茅 o call茅 voluntariamente alg煤n pecado grave en las confesiones
anteriores?
3. ¿Cumpl铆 la penitencia que me fue impuesta? ¿Repar茅 las injusticias que acaso
comet铆? ¿Me esforc茅 en llevar a la pr谩ctica los prop贸sitos de enmendar la vida
seg煤n el Evangelio?
384. Cada uno debe someter su vida a examen, a la luz de la Palabra de Dios.
I. Dice el Se帽or: «Amar谩s a tu Dios con todo el coraz贸n»
1. ¿Tiende mi coraz贸n a Dios de manera que en verdad lo ame sobre todas las
cosas en el cumplimiento fiel de sus mandamientos, como ama un hijo a su padre,
o, por el contrario, vivo obsesionado por las cosas temporales? ¿Obro en mis cosas
con recta intenci贸n?
2. ¿Es firme mi fe en Dios, que nos habl贸 por medio de su Hijo? ¿Me adhiero
firmemente a la doctrina de la Iglesia? ¿Tengo inter茅s en mi instrucci贸n cristiana
escuchando la Palabra de Dios, participando en la catcquesis, evitando cuanto
pudiera da帽ar mi fe? ¿He profesado siempre, con vigor y sin temores mi fe en
Dios. ¿He manifestado mi condici贸n de cristiano en la vida p煤blica y privada?
3. ¿He rezado ma帽ana y noche? ¿Mi oraci贸n es una aut茅ntica conversaci贸n —de
mente y coraz贸n— con Dios o un puro rito exterior? ¿He ofrecido a Dios mis
trabajos, dolores y gozos? ¿Recurro a 茅l en mis tentaciones?
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131
4. ¿Tengo reverencia y amor hacia el nombre de Dios o le ofendo con blasfemia,
falsos juramentos o usando su nombre en vano? ¿Me he conducido
irreverentemente con la Virgen Mar铆a y los Santos?
5. ¿Guardo los domingos y d铆as de fiesta de la Iglesia participando activa, atenta y
piadosamente en la celebraci贸n lit煤rgica, y especialmente en la Misa? ¿He cumplido
el precepto anual de la confesi贸n y de la comuni贸n pascual?
6. ¿Tengo, quiz谩, otros «dioses», es decir: cosas por las que me preocupo y en las
que conf铆o m谩s que en Dios, como son las riquezas, las supersticiones, el
espiritismo o cualquier forma de in煤til magia?
II. Dice el Se帽or: «Amaos los unos a los otros como yo os he amado»
1. ¿Tengo aut茅ntico amor a mi pr贸jimo o abuso de mis hermanos uliliz谩ndolos para
mis fines o comport谩ndome con ellos como no quisiera que se comportasen
conmigo? ¿Eos he escandalizado gravemente con palabras o con acciones?
2. ¿He contribuido, en el seno de mi familia, al bien y a la alegr铆a de los dem谩s con
mi paciencia y verdadero amor? ¿Han sido los hijos obedientes a sus padres,
prest谩ndoles respeto y ayuda en sus necesidades espirituales y temporales? ¿Se
preocupan los padres de educar cristianamente a sus hijos, ayud谩ndoles con el
ejemplo y con la paterna autoridad? ¿Son los c贸nyuges fieles entre s铆 en el coraz贸n
y en la vida?
3. ¿Comparto mis bienes con quienes son m谩s pobres que yo? ¿Defiendo en lo que
puedo a los oprimidos, ayudo a los que viven en la miseria, estoy junto a los d茅biles
o, por el contrario, he despreciado a mis pr贸jimos, sobre todo a los pobres, d茅biles,
ancianos, extranjeros y hombres de otras razas?
4. ¿Realizo en mi vida la misi贸n que acept茅 en mi Confirmaci贸n? ¿Participo en las
obras de apostolado y caridad de la Iglesia y en la vida de mi parroquia? ¿He tratado
de remediar las necesidades de la Iglesia y del mundo? ¿He orado por ellas,
especialmente por la unidad de la Iglesia, la evangelizaci贸n de los pueblos, la
realizaci贸n de la paz y la justicia?
5. ¿Me preocupo por el bien y la prosperidad de la comunidad humana en la que
vivo o me paso la vida preocupado tan s贸lo de m铆 mismo? ¿Participo, seg煤n mis
posibilidades, en la promoci贸n de la justicia, la honestidad de las costumbres, la
concordia y la caridad en este mundo? ¿He cumplido con mis deberes c铆vicos? ¿He
pagado mis tributos?
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6. ¿En mi trabajo o empleo soy justo, laborioso, honesto, prestando con amor mi
servicio a la sociedad? ¿He dado a mis obreros o sirvientes el salario justo? ¿He
cumplido mis promesas y contratos?
7. ¿He prestado a las leg铆timas autoridades la obediencia y respeto debidos?
8. Si tengo alg煤n cargo o ejerzo alguna autoridad, ¿los uso para mi utilidad personal
o para el bien de los dem谩s, en esp铆ritu de servicio?
9. ¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con palabras
falsas, con calumnias, mentiras o violaci贸n de alg煤n secreto?
10. ¿He producido alg煤n da帽o a la vida, la integridad f铆sica, la fama, el honor o los
bienes de otros? ¿He procurado o inducido al aborto? ¿He odiado a alguien? ¿Me
siento separado de alguien por ri帽as, injurias, ofensas o enemistades? ¿He rehusado
por ego铆smo presentarme como testigo de la inocencia
de alguien?
11. ¿He robado o deseado injusta o desordenadamente cosas de otros o les he
causado alg煤n da帽o? ¿He restituido lo robado y he reparado el da帽o?
12. Si alguien me ha injuriado ¿me he mostrado dispuesto a la paz y a conceder, por
el amor de Cristo, el perd贸n, o mantengo deseos de odio y venganza?
III. Cristo, el Se帽or, dice: «Sed perfectos como vuestro Padre es perfecto»
1. ¿Cu谩l es la direcci贸n fundamental de mi vida? ¿Me anima la esperanza de la vida
eterna? ¿Me esfuerzo en avanzar en la vida espiritual por medio de la oraci贸n, la
lectura y la meditaci贸n de la Palabra de Dios, la participaci贸n en los sacramentos y
la mortificaci贸n? ¿Estoy esforz谩ndome en superar mis vicios, mis inclinaciones y
pasiones malas, como la envidia o la gula en comidas y bebidas? ¿Me he levantado
contra Dios, por soberbia o jactancia, o be despreciado a los dem谩s sobre
estim谩ndome a m铆 mismo? ¿lie impuesto mi voluntad a los dem谩s en contra de su
libertad y sus derechos?
2. ¿Qu茅 uso he hecho de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me dio?
¿Los he usado en superarme y perfeccionarme a m铆 mismo? ¿He vivido ocioso y
he sido perezoso?
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133
3. ¿He soportado con serenidad y paciencia los dolores y contrariedades de la vida?
¿He mortificado mi cuerpo para ayudar a completar «lo que falta a la Pasi贸n de
Cristo»? He observado la ley del ayuno y la abstinencia?
4. ¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y la castidad como
templo que es del Esp铆ritu Santo, llamado a resucitar en la gloria y como signo del
amor que el Dios fiel profesa a los hombres, signo que adquiere toda su luz en el
matrimonio? ¿He manchado mi carne con la fornicaci贸n, con la impureza, con
palabras o pensamientos indignos, con torpes acciones o deseos? ¿He
condescendido a mis placeres? ¿He mantenido conversaciones, realizado lecturas
o asistido a espect谩culos y diversiones contrarias a la honestidad humana y
cristiana? ¿He incitado al pecado a otros con mi falta de decencia? ¿He observado
la ley moral en el uso del matrimonio?
5. ¿He actuado alguna vez contra mi conciencia, por temor o por hipocres铆a?
6. ¿He tratado siempre de actuar dentro de la verdadera libertad de los hijos de
Dios, seg煤n la ley del Esp铆ritu, o soy siervo de mis pasiones?
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SAGRADA CONGREGACI脫N PARA LA DOCTRINA DE LA FE
NORMAS PASTORALES SOBRE LA ABSOLUCI脫N GENERAL
SACRAMENTAL
Cristo nuestro Se帽or instituy贸 el sacramento de la penitencia para que los fieles
pecadores obtuviesen de la misericordia de Dios el perd贸n de las ofensas hechas a
El y al mismo tiempo se reconciliaran con la Iglesia (cf. Lumen gentium11). Hizo
esto al comunicar a los ap贸stoles y a sus leg铆timos sucesores la potestad de
perdonar y retener los pecados (cf. Jn 20, 22ss).
El Concilio de Trento declar贸 solemnemente que para la remisi贸n integra y
perfecta de los pecados se requieren tres actos en el penitente como partes del
sacramento: la contrici贸n, la confesi贸n y la satisfacci贸n; declar贸 asimismo que la
absoluci贸n dada por el sacerdote es un acto de orden judicial, y que por derecho
divino es necesario confesar al sacerdote todos y cada uno de los pecados mortales,
y las circunstancias que cambian su especie, que se recuerden despu茅s de un
diligente examen de conciencia (cf. Ses. XIV, C谩nones sobre el sacramento de la
penitencia, 4, 6—9: DS 1704; 1706—1709).
Ahora bien, muchos Ordinarios del lugar est谩n preocupados, por una parte,
por la dificultad que encuentran sus fieles para acercarse a la confesi贸n individual
debido a la escasez de sacerdotes en algunas regiones, y, por otra, por la
propagaci贸n de algunas teor铆as err贸neas sobre la doctrina del sacramento de la
penitencia y la pr谩ctica abusiva de dar la absoluci贸n sacramental simult谩neamente
a muchos que s贸lo han confesado sus pecados gen茅ricamente. Por esto se han
dirigido a la Santa Sede pidiendo que, seg煤n la verdadera naturaleza del sacramento
de la penitencia, se recuerden al pueblo cristiano las condiciones necesarias para el
recto uso de este sacramento y que se den algunas normas al respecto en las
actuales circunstancias.
Esta Sagrada Congregaci贸n, despu茅s de una seria reflexi贸n sobre tales
cuestiones, y teniendo en cuenta la instrucci贸n de la Sagrada Penitenciar铆a
Apost贸lica, del 25 de marzo de 1944, declara cuanto sigue:
I
Se ha de mantener con firmeza y se ha de continuar poniendo fielmente en pr谩ctica
la doctrina del Concilio de Trento. Por ello, se ha de reprobar la pr谩ctica surgida
recientemente aqu铆 y all谩, seg煤n la cual se pretende satisfacer el deber de confesar
sacramentalmente los pecados mortales para obtener la absoluci贸n mediante la sola
confesi贸n gen茅rica, o, como dicen, celebrada comunitariamente. Adem谩s del
precepto divino declarado en el Concilio de Trento, esto lo exige el mayor bien de
las almas, que, seg煤n puede comprobarse por experiencia secular, se consigue con
la confesi贸n individual rectamente hecha y administrada. La confesi贸n individual
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135
e 铆ntegra seguida de la absoluci贸n es el 煤nico modo ordinario mediante el cual los
fieles pueden reconciliarse con Dios y con la Iglesia, a no ser que una imposibilidad
f铆sica o moral los dispense de tal confesi贸n.
yl
Puede suceder de hecho que alguna vez, en circunstancias particulares, sea l铆cito e
incluso necesario dar la absoluci贸n de modo colectivo a muchos penitentes, sin
previa confesi贸n individual.
Puede ocurrir esto sobre todo cuando se presenta peligro inminente de
muerte y no hay tiempo para que el sacerdote o sacerdotes, aunque est茅n presentes,
puedan o铆r en confesi贸n a cada uno de los penitentes. En ese caso, cualquier
sacerdote tiene la facultad de dar la absoluci贸n de manera general a muchas
personas, haciendo antes, si hay tiempo, una brev铆sima exhortaci贸n para que cada
uno procure hacer un acto de contrici贸n.
III
Adem谩s de los casos de peligro de muerte, es l铆cito dar la absoluci贸n sacramental
simult谩neamente a muchos fieles que han confesado s贸lo de modo gen茅rico, pero
convenientemente exhortados al arrepentimiento, cuando haya grave necesidad; es
decir, cuando, visto el n煤mero de penitentes, no hay a disposici贸n suficientes
confesores para escuchar convenientemente la confesi贸n de cada uno en un
tiempo razonable, y, por consiguiente, los penitentes se ver铆an obligados, sin culpa
suya, a quedar privados por largo tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada
comuni贸n. Esto puede ocurrir sobre todo en territorios de misi贸n, pero tambi茅n
en otros lugares y entre grupos de personas donde resulte clara una tal necesidad.
Sin embargo, esto no es l铆cito cuando haya confesores a disposici贸n, por el
solo motivo de una gran concurrencia de penitentes, como puede ocurrir, por
ejemplo, en ocasi贸n de una gran fiesta o peregrinaci贸n (cf. Prop. 59 de las
condenadas por Inocencio XI el 2—3—1679: DS2159).
IV
Los Ordinarios del lugar y tambi茅n los sacerdotes, en lo que a ellos ata帽e, est谩n
obligados en conciencia a procurar que no sea insuficiente el n煤mero de confesores
por el hecho de que algunos sacerdotes descuiden este noble ministerio
(V茅ase Sacerdocio 5. 13; Cristo el Se帽or 30), dedic谩ndose de asuntos
temporales o a otros ministerios menos necesarios, sobre todo si 茅stos pueden ser
ejercidos por di谩conos o fieles laicos.
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136
V
Queda reservado al Ordinario del lugar, despu茅s de haber intercambiado su parecer
con otros miembros de la Conferencia Episcopal, juzgar si se dan las condiciones
se帽aladas en el n煤mero III y, por tanto, decidir cu谩ndo se puede dar una absoluci贸n
sacramental colectiva.
Adem谩s de los casos determinados por el Ordinario del lugar, si se presenta
otra necesidad grave de dar la absoluci贸n sacramental simult谩neamente a muchos,
el sacerdote est谩 obligado a recurrir previamente al Ordinario del lugar, siempre
que le sea posible, para poder dar l铆citamente la absoluci贸n; en caso contrario,
deber谩 informar cuanto antes al mismo Ordinario sobre tal necesidad y sobre la
absoluci贸n dada.
NOSOTROS
Por lo que se refiere a los fieles, para que puedan beneficiarse de la absoluci贸n
sacramental dada colectivamente, se requiere absolutamente que est茅n bien
dispuestos, es decir, que cada uno est茅 arrepentido de sus pecados, tenga prop贸sito
de enmienda, est茅 decidido a reparar los esc谩ndalos o da帽os eventualmente
causados, y a la vez se proponga hacer a su tiempo la confesi贸n de todos y cada
uno de los pecados graves que por el momento no ha podido confesar de esa
manera. Los sacerdotes deber谩n instruir diligentemente a los fieles sobre estas
disposiciones y condiciones, necesarias para la validez del sacramento.
VIENES
Aquellos a quienes han sido perdonados los pecados con una absoluci贸n general
han de hacer una confesi贸n individual antes de recibir una nueva absoluci贸n
general, a no ser que est茅n impedidos por una causa justa. De todos modos, est谩n
obligados absolutamente a acudir dentro de un a帽o a un confesor, a no ser que
est茅n impedidos por imposibilidad moral. Sigue vigente tambi茅n para ellos el
precepto por el que todo cristiano est谩 obligado a confesar privadamente a un
sacerdote, al menos una vez al a帽o, los propios pecados, se entiende los pecados
graves, que no haya confesado todav铆a singularmente (cf. Concilio Lateranense IV,
cap. 21, con el Concilio de Trento, Doctrina sobre el Sacramento de la penitencia,
cap. 5 Sobre la confesi贸n y can. 7—8: DS 812; 1679—1683 y 1707—1708; cf.
tambi茅n la Prop. 11 de las condenadas por la Suprema Sagrada Congregaci贸n del
Santo Oficio en el Decr. del 24 de septiembre de 1665: DS 2031).
VIII
Los sacerdotes instruyan a los fieles que no est谩 permitido a quienes tienen
conciencia de estar en pecado mortal y tienen a disposici贸n alg煤n confesor eludir
intencionalmente o por negligencia el cumplir la obligaci贸n de la confesi贸n
individual, esperando una ocasi贸n en que se d茅 a muchos la absoluci贸n colectiva
(cf. Instrucci贸n de la Sagrada Penitenciar铆a Apost贸lica del 25 de marzo de 1944).
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137
IX
Para que los fieles puedan satisfacer f谩cilmente la obligaci贸n de la confesi贸n
individual, proc煤rese que haya en las iglesias confesores disponibles en d铆as y horas
determinadas, teniendo en cuenta la comodidad de los fieles.
En los lugares lejanos o de dif铆cil acceso, donde el sacerdote puede ir pocas
veces al a帽o, disp贸nganse las cosas de manera que el sacerdote, en cuanto sea
posible, oiga cada vez las confesiones sacramentales de algunos penitentes, dando
a los dem谩s penitentes, si se cumplen las condiciones indicadas en el n煤mero II, la
absoluci贸n sacramental colectiva; de tal modo, sin embargo, que todos los fieles,
si es posible, puedan hacer la confesi贸n individual al menos una vez al a帽o.
X
Se debe inculcar claramente a los f铆eles que las celebraciones lit煤rgicas y los ritos
penitenciales comunitarios son de gran utilidad para prepararse m谩s
fructuosamente a la confesi贸n de los pecados y para la enmienda de vida. T茅ngase
cuidado, sin embargo, de que tales celebraciones y ritos no se confundan con la
confesi贸n y la absoluci贸n sacramental.
Si durante estas celebraciones los penitentes han hecho la confesi贸n
individual, cada uno reciba individualmente la absoluci贸n del confesor que ha
escuchado su confesi贸n. En caso de absoluci贸n sacramental dada simult谩neamente
a muchos, 茅sta deber谩 ser siempre impartida seg煤n el rito peculiar determinado por
la Sagrada Congregaci贸n para el Culto Divino. Entre tanto, hasta la promulgaci贸n
de este nuevo rito, se usar谩 en plural la f贸rmula de la absoluci贸n sacramental
actualmente prescrita. La celebraci贸n de este rito debe distinguirse claramente de
la celebraci贸n de la Misa.
XI
Quien sea motivo actual de esc谩ndalo para los fieles, si est谩 sinceramente
arrepentido y tiene prop贸sito serio de hacer desaparecer el esc谩ndalo, puede recibir
la absoluci贸n sacramental colectiva con los dem谩s; sin embargo, no se acerque a
recibir la Sagrada Comuni贸n mientras no haya hecho desaparecer el esc谩ndalo, a
juicio de un confesor, al que debe acudir antes personalmente.
En cuanto a la absoluci贸n de las censuras reservadas se han de observar las
normas del derecho vigente, computando el tiempo para el recurso a partir de la
pr贸xima confesi贸n individual.
XII
Por lo que se refiere a la pr谩ctica de la confesi贸n frecuente o de «devoci贸n», los
sacerdotes no disuadan de ella a los fieles. Antes al contrario, elogien los frutos
abundantes que aporta a la vida cristiana (cf. Mystici Corporis: AAS 35 [1943] 235) y
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mu茅strense siempre dispuestos a o铆r en confesi贸n cuando lo pidan razonablemente
los fieles. Se ha de evitar absolutamente el que la confesi贸n individual quede
limitada a los pecados graves solamente, lo cual privar铆a a los fieles del gran fruto
de la confesi贸n y perjudicar铆a la buena fama de los que se acercan individualmente
al sacramento.
XIII
Las absoluciones sacramentales dadas colectivamente sin observar las normas
precedentes han de considerarse abusos graves. Todos los pastores han de evitar
cuidadosamente estos abusos, conscientes de su propia responsabilidad ante el
bien de las almas y de la dignidad del sacramento de la penitencia.
El Sumo Pont铆fice Pablo VI, en la Audiencia concedida al infrascrito Cardenal Prefecto de la
Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, el 16 de junio de 1972, aprob贸 de manera
especial estas normas y mand贸 promulgarlas.
Roma, en la Sede de la Sagrada Congregaci贸n para la Doctrina de la Fe, 16 de junio de 1972.
FRANCIS Card. SEPER
Prefecto
PAUL PHILIPPE
Secretario
DEDICADO A MI ESPOSA KARINA